Manuel Ortuño Arregui 24/07/2007
El segundo tema que vamos a desarrollar es: ¿qué alimentos consumían los romanos, cómo los consumían y cuando?. ¿Crees que sería posible que un niño romano comiera como tú, con tus mismas costumbres y a las mismas horas?. Las respuestas a estas preguntas son muy diversas, pero normalmente con ciertas indicaciones como las siguientes se consigue traer la atención a nuestros alumnos de Cultura Clásica.
Manuel Ortuño Arregui 24/07/2007
El segundo tema que vamos a desarrollar es: ¿qué alimentos consumían los romanos, cómo los consumían y cuando?. ¿Crees que sería posible que un niño romano comiera como tú, con tus mismas costumbres y a las mismas horas?. Las respuestas a estas preguntas son muy diversas, pero normalmente con ciertas indicaciones como las siguientes se consigue traer la atención a nuestros alumnos de Cultura Clásica.
En Roma, de la misma manera que en nuestros días, existían una serie de productos básicos para el día a día, además de diversas comidas a lo largo de la jornada de un ciudadano romano. Pero antes de nada hay que indicar que nuestro conocimiento de la comida en la antigua Roma, viene a través de las fuentes arqueológicas y escritas como es el caso de la novela Satiricón del autor latino Petronio; en la cual se relata y describe el banquete en la casa del aristócrata Trimalción, con sumo detalle.
Sin embargo, en lo que se refiere a los conocimientos estrictamente más gastronómicos, es fundamental la obra De re coquinaria (“Tratado sobre la cocina romana”) del autor latino Apicio. En ella se describe en diversos capítulos las recetas de cocina como la entrada de calabazas, la crema o jugo de cebada, e incluso, dulces caseros. Además de estas recetas culinarias, son numerosos la descripción de trucos o consejos de diverso ámbito; por ejemplo, la manera de cómo conservar el pescado frito, los higos frescos o las trufas.
Dejando a un lado cómo llegaron a nosotros los conocimientos que tenemos de la gastronomía de la antigua Roma. Es muy interesante señalar de una manera más extensa los momentos en que se comía un ciudadano romano, y cuales eran las costumbres alimenticias en la dieta romana.
En primer lugar, los textos escritos indican que el romano tenía tres comidas en una jornada normal. La primera, era el ientaculum, una especie de almuerzo, o lo que el niño llevaba para comer a la escuela, que solía ser una comida ligera (bizcochos de vino, pan, queso o pan tostado con ajo y sal). La segunda, era el prandium, que coincidiría con nuestro tentempié actual; se comía de pie, y consistía en carne fría, fiambre, o las sobras de la cena de la noche anterior. La tercera, era la cena, que correspondería con la comida de mediodía, y que tenía tres partes: la gustatio, que consistía en tomar unos entremeses: huevos, verduras, aceitunas, lechuga, ajos, ostras, achicoria, setas, pescado en salmuera, y vino con miel (mulsum); la cena propiamente dicha o también llamada primera mensa, el plato fuerte, consistía en carne y pescado de varios tipos, según la economía de la familia; y por último, la secunda mensa, era el postre compuesto de queso, bollos, frutos secos, o fruta. Durante esta cena, que se conocía en la antigua Roma como un banquete, se bebía vino, y estaban dirigidos por un arbiter bibendi (el árbitro de la bebida), que indicaba las proporciones de vino y agua a mezclar, que de manera opcional en la llamada comissatio, se dirigía el brindis final durante una larga sobremesa, donde sólo los varones bebían en abundancia, además de leer poesía, oír cantos y música amenizados con bailarinas.
Para estar bien acomodados durante tantas horas, se reclinaban tumbados hacia el lado izquierdo en un comedor llamado triclinium, porque tenía tres lechos con el cabezal frente a la mesita cuadrada, que con el tiempo se convirtió en un único lecho en forma de media luna. Los comensales eran acomodados por el nomenclator, que los acomodaba y decía cómo reclinarse. Las mujeres comían con sus maridos, y los esclavos sólo comían con sus amos en días de fiesta. El lugar donde se ponía la comida era el repositorium, donde se cogía la comida con los dedos, y lo que sobraba se tiraba al suelo. Se iban limpiando con el agua y toalla que les acercaba el esclavo al no tener tenedor, pero si tenían cuchillo (culter), palillos y cucharas de varios tipos. En definitiva, parece ser que estos banquetes tan largos se debían a la ausencia de lugares donde pasar el tiempo, a excepción de las termas o el barbero.
En segundo lugar, hay que indicar que generalmente el pan, el vino, la miel y otros productos, como el garo o la sal, eran primordiales en la elaboración de los platos y manjares. El pan era el alimento de los ricos, aunque era de invención tardía, ya que el pueblo romano tomaba el pulmentum, que era una especie de pasta compuesta de agua, harina, como unas gachas. Los romanos conocían la levadura (fermentum), pero tenían pan no fermentado. Respecto a la bebida, el vino era muy conocido en toda la cuenca mediterránea, se prohibía a las mujeres, que sólo tomaban vino con pasas. Se servía siempre mezclado con agua fría o caliente, y también con miel o mulsum. La cerveza, por el contrario, era una bebida que se tomaba caliente y era la apropiada para los pobres. Respecto a la miel se usaba en muchas ocasiones ya que sustituía al azúcar, y la preferida era la miel de virgen de tomillo sin ahumar. Por otro lado, la sal era gris y no refinada y se usaba mucho para las conservas de carne, o aceitunas. Por último, el garo o liquamen, que era un líquido prensado en barriles con carnes de diversos pescados azules: salmones, anguilas, sardinas, sardas, jureles, con la sal. Se usaba el garo para condimentar salsas que se mezclaban con vinagre, vinos dulces o miel.
Aunque los conocimientos de la comida en la antigua Roma es atrayente para nuestros alumnos, hay que alabar algunas propuestas metodológicas para que les sea aún más próximo. Nos estamos refiriendo a la comparación de este tipo de comida con la actual dieta mediterránea a través de actividades como las que ofrece los Ludi Saguntini, que ofrece en Sagunto diversos talleres, entre los que se encuentra uno sobre la comida romana, y donde los alumnos se enfrentan a los alimentos, y tipo de comida de la antigua Roma, participando en su elaboración y preparación. Además de esta actividad tan completa y cercana, hay otras que hacen al alumno aproximarse a los problemas de la sociedad actual, como es el caso de la anorexia y la bulimia. Para ello, se plantean unas serie de preguntas sobre la comida de los romanos en los siguientes términos: ¿Cuáles eran las comidas que los romanos hacían al día?, ¿Qué alimentos componían básicamente su dieta?, ¿Utilizaban algún tipo de cubertería?, ¿Cómo solían tomar los alimentos diariamente, de pie, sentados (…)?, ¿Qué tipo de vasijas, vasos, platos, utilizaban?, ¿Qué alimentos tomaban en los banquetes?, ¿Cuáles eran las costumbres que tenían a la hora de celebrar los banquetes?, e incluso, ¿Qué bebidas tomaban?.
Después de estas cuestiones se plantea una pregunta: ¿Crees que los romanos padecían alguno de estos trastornos que hoy aquejan a nuestra sociedad, como la anorexia o la bulimia?. Los resultados son asombrosos, y los alumnos se conciencian a través del estudio de la comida de los antiguos romanos, de uno de los problemas de la sociedad adolescente actual.
*Manuel Ortuño Arregui, profesor de Cultura Clásica del Colegio Diocesano Oratorio Festivo de Novelda (Alicante).