M. F. A. | Gijón www.elcomerciodigital.com 03/06/2006
Los últimos hallazgos en el yacimiento arqueológico gijonés refrendan la influencia de las construcciones romanas sobre el Prerrománico asturiano.
«Es un hallazgo excepcional», dice Carmen Fernández Ochoa, directora del Plan Municipal de Excavaciones Arqueológicas de Gijón, sabedora de que es casi un milagro que haya aparecido en la villa romana de Veranes un ladrillo fragmentado en dos partes con inscripciones realizadas en carbón vegetal o carboncillo. Es precisamente ese ingrediente lo que las hace únicas, porque nunca en España se encontró algo similar, no porque la técnica no se empleara en la época, sino porque es muy difícil que pudiera conservarse. «Es un hallazgo único que fue relativamente frecuente en la zona de Pompeya, pero en España no se puede conservar porque se borra enseguida», dice la arqueóloga, que atribuye a la casualidad la aparición de este ladrillo en este estado.
Ambos fragmentos -de 26,5 x 21,3 y 26,6 x 24 centímetros- aparecieron el pasado año en una de las dos columnillas de ladrillos situadas en la boca interna del ‘hypocaustum’ de la habitación del dominus (señor de la villa) y se hallaron colocados uno a continuación del otro, pegados entre sí. Datados en la segunda mitad del siglo IV después de Cristo, se han podido conservar precisamente por esa ubicación, porque estuvieron cientos de años tapadas a cualquier agresión exterior y sin que nadie las tocara.
Cuando el pasado año se encontraron en Veranes, ambos fragmentos fueron trasladados al Museo Arqueológico Nacional, donde se procedió a un proceso de limpieza y consolidación de las inscripciones, lo que facilitó la lectura de uno de ellos. Escrito en latín, su traducción sería la siguiente: «Que uses felizmente tu casa». El otro fragmento del ladrillo representa un dibujo de trazos esquemáticos donde se perfila un cortinaje relacionable con algún tipo de arquitectura o algún modelo para realizar una pintura o un mosaico. Y esa representación sirve para ratificar una tesis con la que ya se trabajaba en Veranes, y es la influencia romana sobre las construcciones prerrómanicas asturianas. «Esos cortinajes son prácticamente toda la decoración de Santullano», detalla Fernández Ochoa.
Raíces foráneas
Su colega Fernando Gil Sendino, codirector de las excavaciones abunda en sus explicaciones: «Siempre se había defendido que el arte asturiano hundía sus raíces en tradiciones foráneas, porque siempre se planteaba que la romanización de Asturias había sido más tenue de lo que estamos viendo ahora», explica. Y añade: «Ahora podemos afirmar que Asturias en la época romana es un territorio más dentro del imperio». Y era lógico que la arquitectura que se edificó después mirara a lo que ya había, en este caso la iglesia que en ese momento se asentaba en Veranes y convertida en el principal referente del prerrománico según estas investigaciones.
Con esos dos premios bajo el brazo, el equipo que lleva cabo las excavaciones continúa sacando piezas y restaurándolas para su exposición en el museo que abrirá sus puertas el próximo otoño.
Mientras llega ese momento, los arqueólogos plantean preguntas y respuestas a sus propios hallazgos. Por ejemplo, ¿por qué ambas piezas se ocultaron a la vista en la villa romana? Hay dos posibilidades y ninguna respuesta clara. Una apunta a que se utilizara el ladrillo para hacer un boceto. Es decir, que el albañil lo empleara para dibujar su trabajo posterior y posteriormente reutilizara la pieza. La otra opción habla de un ritual de protección según el cual el señor de la villa romana o alguien de su entorno escribió un buen deseo («que uses felizmente tu casa»), una llamada a la suerte, que después debía colocarse en un lugar oculto.