Antonio Cantudo 04/09/2019

Medea es un mito, es un monstruo, es la encarnación del mal, de la locura. Medea mató a sus hijos. Se convirtió en todo lo que no somos capaces de nombrar. ¿Cómo puede una madre ser capaz de matar a criaturas engendradas de su vientre?…

Pero, ¿y si no fuera así? ¿Y si Medea fuera una mujer normal y corriente que sufre como todas las demás, que camina entre la gente como hacemos el resto de mortales? ¿Y si simplemente lo que se nos ha contado sobre ella, solo fuera una gran mentira. Una "fake news"?

Eso es lo que quiso Andrés Pociña construir y contarnos con su Medea en Camariñas. Ocurre en esa localidad porque está en la costa, porque los griegos no podían vivir alejados del mar y porque Andrés es gallego, pero podría haber estado situada en cualquier rincón de la costa andaluza, o ¿por qué no?, colombiana.

Una Medea real, auténtica, sin épica ninguna detrás. Una Medea que se mueve por las mismas razones que se podría mover cualquier mujer. Una Medea reivindicativa, rebelde, que se queja de lo que le ocurre, que se avergüenza de lo mismo que lo hace cualquier mujer, que recuerda los buenos momentos pasados en su juventud, que prefiere olvidar lo que no fue tan bueno, que vibraba con el contacto de su hombre y que acabó despreciando a quien no la amaba.

¿Una Medea así puede ser posible? Andrés Pociña nos lo demuestra en un texto moderno, alejado del componente mítico y que, al final, no deja de ser el relato de una mujer que se vio obligada a afrontar un destino para el que nadie está preparado.

Pero para que eso sea posible se necesita a una actriz que de vida a ese personaje. Remedios Higueras, actriz y directora de Aristai Teatro, lo consigue en un monólogo que nos conmueve, que nos lleva durante 60 minutos y que nos convence. Un trabajo tremendo por su longitud pero sobre todo por su control. En ningún momento resulta tedioso y consigue un crescendo que hace todo completamente creíble.

Una gran actuación para comenzar la undécima edición del Sexi Firmum Iulium y que nos muestra el camino a seguir en las siguientes representaciones.

Mañana Antígona y María Zambrano

Sófocles hace que Antígona muera en su inmortal tragedia por haberse enfrentado a la ley y a la razón. Su hybris no puede acabar de otra manera porque nadie escapa a su destino.

Pero María Zambrano no estaba dispuesta a que esto quedara así. Así que decidió crear La Tumba de Antígona, una obra en la que Antígona no acaba de morir y en la que se enfrenta a sus demonios: los propios y los ajenos. No estaba dispuesta a permitir que sucumbiera por unas leyes "dictadas por los hombres".

Como vemos es un texto adelantado a su tiempo, que sorprende por su arrojo y su valentía. Sus hermanos, Eteocles y Polinices, que en la obra de Sófocles se enfrentan con resultado trágico para ambos, para Zambrano son el perfecto trasunto de las dos Españas, del enfrentamiento, de la perfecta metáfora que representa la Guerra Civil. 

Una obra compleja pero reveladora y hermosa que la compañía María Zambrano nos traerá mañana a las tablas del acueducto romano de la Carrera. Imposible perdérselo.