Vista aérea de la caldera de 10 kilómetros provocada por la erupción del volcán Okmok en el 43 a.C.

[Vista aérea de la caldera de 10 kilómetros provocada por la erupción del volcán Okmok en el 43 a.C.KERRY KEY/COLUMBIA UNIVERSITY]. 

Miguel Ángel Criado  elpaís  23/06/2020

La temperatura en la región mediterránea bajó hasta 7 grados tras el estallido de un volcán en Alaska

En los años 43 y 42 antes de esta era se produjo un repentino y severo enfriamiento en todo el hemisferio norte. Anillos de árboles de Escandinavia, estalactitas de cuevas del noreste de China o hielo atrapado en las Montañas Blancas de California grabaron la anomalía climática. Las temperaturas en el hemisferio norte llegaron a bajar 7º en algunas zonas. Un estudio señala ahora a una erupción de un volcán en Alaska. Fue tan intensa y duradera que los autores del trabajo la relacionan con el fin de la República romana o el Egipto de Cleopatra.

Los volcanes están entre los grandes animadores del planeta. En el pasado le han dado forma y han provocado cataclismos en la vida que lo habitaba. Los dinosaurios aparecieron sobre la Tierra ayudados por el vulcanismo y muchos científicos apuestan a que lo mismo se los llevó por delante, y no un meteorito. También han intervenido en las cosas de los humanos, cristianizando a los vikingos o marcando el curso del antiguo Egipto. En tiempos más recientes, diversas erupciones han alterado el clima durante años. La del Pinatubo en 1991, por ejemplo, rebajó la temperatura en todo el planeta durante tres años.

Ahora, un equipo formado por climatólogos e historiadores cree haber encontrado una conexión entre una de estas erupciones, el clima que le siguió y las convulsas décadas del siglo I antes de Cristo (a. C.). Civilizaciones como la griega y la egipcia estaban en decadencia y eran los tiempos de Roma. Pero su república se desangraba por continuos enfrentamientos internos.

La erupción se produjo en plena guerra civil tras el asesinato de Julio César

“Cuando César y su decimotercera legión cruzaron el río Rubicón en 49 a. C., fue una afrenta directa al Senado romano, provocando la guerra civil”, recuerda el investigador del Desert Research Institute (EE UU) y principal autor del estudio Joe McConnell. “César fue nombrado dictador, pero acabo siendo asesinado en los idus de marzo en 44 a. C. por sus rivales en el Senado. En lugar de estabilizar la República, el asesinato desató una lucha de poder para ver quién sucedería a César. Justo cuando esta lucha de poder estaba en su apogeo en 43 y 42 a. C., el Mediterráneo experimentó uno de los peores climas de los últimos 2.500 años provocado por la erupción volcánica del Okmok en el 43″, añade un McConnell, que reconoce que él es un científico climático. Pero sus colegas historiadores coautores del estudio, como el profesor de Historia y Estudios Clásicos de la Universidad de Yale (EE UU) Joseph Manning, coinciden.

El Okmok es un volcán de las islas aleutianas, en Alaska (EE UU). Entró en una doble erupción en los tiempos de Julio César. Una en enero y febrero del 45 a.C., intensa pero breve, y otra a comienzos de 43 a.C. La segunda, que dejó una caldera de 10 kilómetros de diámetro, provocó casi un invierno de dos años en el hemisferio norte. Las temperaturas bajaron de media entre 2º y 3º, aunque hubo regiones, como el sur de Hispania, el interior de lo que hoy es Marruecos o Anatolia (Turquía) donde lo hicieron hasta los 7º. Las lluvias en el verano mediterráneo se doblaron, multiplicándose por cuatro en el otoño siguiente. Aquellos dos años están entre los más fríos de los últimos dos milenios y medio y su década fue la cuarta más gélida en ese lapso.

Toda esa información, publicada en la revista científica PNAS, la han obtenido de una decena de núcleos de hielo extraídos del subsuelo helado de Groenlandia y el norte de Siberia. Como los anillos de los árboles, la nieve que cae cada año atrapa el tiempo que hacía entonces. “Resumiendo, empezamos en un evento en el registro de los núcleos de hielo del que tenemos la fecha exacta y luego contamos las capas anuales hacia atrás en el tiempo”, explica McConnell. En este caso analizaron hasta 30 tipos de partículas diferentes, pero la de mayor impacto climático es la del azufre expulsado por el Okmok. Los hielos de Groenlandia registraron una deposición de más de 100 kilogramos de ácido sulfúrico por cada kilómetro cuadrado en dos años. Todo ese sulfuro estuvo durante meses circulando por la atmósfera. Y las partículas de sulfuros funcionan como un espejo reflejando la radiación solar y, por tanto, enfriando la superficie terrestre.

Sección de uno de los núcleos de hielo usados en el estudio.

[Sección de uno de los núcleos de hielo usados en el estudio.DORTHE DAHL-JENSEN]

“En la región mediterránea, estas condiciones extremadamente húmedas y frías en primavera, crucial para la agricultura, y su prolongación hasta el otoño debió de reducir las cosechas y provocar problemas de abastecimiento en mitad de la agitación política del momento”, comenta en una nota el arqueólogo del periodo clásico Andrew Wilson, de la Universidad de Oxford (Reino Unido). “Esto refuerza la credibilidad de las historias de frío, hambrunas y enfermedades descritas por las fuentes antiguas”. En efecto, autores como Plutarco o Séneca, relataron las penurias que vivieron los romanos en los años posteriores a la erupción del Okmok.

El propio Séneca dejó escrito que, durante el décimo y el úndécimo año del reinado de Cleopatra, no se produjo la crecida anual del Nilo. Y sin esa inundación que regaba las planicies de un Egipto convertido ya en granero de Roma no habría cosecha. Esos dos años se corresponden con el 43 y el 42 a.C, los peores años tras la erupción. La historia cuenta que Cleopatra, y con ella la dinastía de los Ptolomeos, cayó tras la derrota de Marco Antonio en la batalla de Accio, suicidándose los dos en el 30 a.C “Aunque en realidad no podemos probar que este clima extremo y las malas cosechas, falta de comida y enfermedades que le siguieron provocaran la caída de la República hace 2.000 años, es lógico pensar que jugara algún papel”, mantiene McConnell.

“Siempre existe el riesgo del determinismo climático”, comenta en un correo el historiador del Trinity College de Dublín (Irlanda), Francis Ludlow, en referencia al papel jugado por el clima en los asuntos humanos. Para Ludlow, que ya investigó el impacto de las erupciones volcánicas en la historia del antiguo Egipto, “la mejor manera de tratar de entender cómo el clima (o el medio ambiente en general) afecta a la sociedad humana es comprender que nunca es un único factor el que determina el resultado”. Pero, concluye: “Algunas veces los factores naturales pueden tener un papel muy pequeño y otras mucho mayor, cuando las presiones creadas por un evento natural, como la erupción de Okmok, son muy severas. Pero incluso en un caso tan extremo, lo que sucedía en la sociedad era clave para determinar el resultado. Si la erupción hubiera ocurrido en un período diferente, sin esa inestabilidad política, los efectos podrían haber sido mucho menos importantes. En cambio, la erupción ocurrió cuando las sociedades romanas y egipcias ya estaban bajo presión y en pleno cambio, lo que permitió que el impacto de la erupción se magnificara”.

FUENTE: ELPAÍS