Mabel Amado | Madrid www.abc.es 10/04/2007

Defensas de mamut, puntas de sílex, queseras de la edad de Bronce, restos de una villa romana del siglo I d.C., el primer Puente de Toledo, un molino del Concejo de Madrid, la Casa-Lavadero de Policarpo Herrera (1831), trincheras de la guerra civil… Y todo ello, bajo toneladas de tierra en la M-30. Son algunos de los numerosos restos arqueológicos y paleontológicos que han visto la luz con las obras de soterramiento de esta vía.

Tras tres años de trabajos -y algún que otro desencuentro-, Ayuntamiento y Comunidad presentaron ayer en el Museo de los Orígenes (Casa de San Isidro) la exposición «M-30. Un viaje al pasado», promovida por ambas Administraciones y que reúne una selección de 251 piezas procedentes de los yacimientos arqueológicos y paleontológicos que se han abierto durante los trabajos de soterramiento de la M-30.

Como recordó el consejero de Cultura y Deportes, Santiago Fisas, en un acto que contó con la presencia de numerosas personalidades municipales y regionales, «con esta actuación se pone de manifiesto cómo es posible compatibilizar el progreso con el respeto al patrimonio histórico». Asimismo, recordó que el Ayuntamiento siempre ha sido «sensible» a las peticiones de la Dirección General de Patrimonio Histórico, aunque cada hallazgo encareciese o retrasase las obras. Recordemos que estos trabajos han supuesto una inversión de 260.000 euros, en su mayoría costeados por los adjudicatarios de las obras.

Por su parte, el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, aludió a la obligación municipal de «conservar, revelar y transmitir a otras generaciones este amplio legado, este «regalo» que han dejado las obras a los madrileños». Para hacernos una idea de la magnitud de los hallazgos, comencemos un viaje por la historia de Madrid a través de la M-30. La exposición propone como eje conductor el río Manzanares, núcleo generador del poblamiento de la ciudad. No en vano, en 1993 sus riberas o terrazas fueron protegidas con la declaración de Bien de Interés Cultural en categoría de Zona Arqueológica.

Primera parada
Retrocedemos en el tiempo 16 millones de años y nos situamos en la primera de las cuatro unidades en las que se ha dividido esta muestra.
Aunque estamos en el yacimiento de la Hidroeléctrica, descubierto en 1920 en el paseo de la Virgen del Puerto, y en la Casa de Campo, el paisaje entonces resultaba insólito. Una amplia sabana alrededor de un lago central poco profundo que ha legado a la posteridad fósiles de especies extintas, como rinocerontes, mastodontes, cérvidos, bóvidos, jabalíes y tortugas, así como una gran cantidad de restos de pequeños vertebrados, como roedores, lagomorfos, insectívoros y quirópteros.

Segunda parada
La segunda etapa nos traslada a las márgenes de un joven río Manzanares, que empezó a ser frecuentado por homínidos desde hace, al menos, 300.000 años. Los yacimientos de El Butarque y Parque Darwin nos muestran los modos de vida que se han podido documentar de las comunidades prehistóricas que ocuparon el valle. En este caso se ha recuperado un patrimonio arqueológico y paleontológico que abarca todas las fases de la Prehistoria: Paleolítico inferior, medio y superior; Epipaleolítico -no documentado hasta el momento en la región de Madrid-, Neolítico, Calcolítico, Edad de Bronce y de Hierro.

Tercera parada
En la tercera parada del viaje se alcanza ya el período histórico, cuando la inicial ocupación rural de la vega quedó superada con la fundación de la ciudad de Madrid y, más tarde, con la llegada de la capitalidad. Es entonces, en el año 1561, cuando las márgenes del Manzanares se empiezan a ocupar con lavaderos, canales artificiales y puentes. Vemos en este apartado restos de una villa romana junto al puente de Segovia, cerámicas islámicas y cristianas y restos de los puentes de Toledo y Segovia.

Paramos esta máquina del tiempo en la estación término, que nos sitúa en los dos últimos siglos de nuestra Historia, desde los incipientes usos industriales de las aguas hasta la «domesticación» definitiva del Manzanares. En este apartado también tiene un destacado papel la Casa de Campo, donde se han recuperado vestigios de su uso tanto como área recreativa monárquica como del paso de la guerra civil.

Fin del trayecto
Capítulo especial es el de la recuperación de los puentes antiguos -Segovia, Toledo, Puente Verde y Pontón de San Isidro-, cuyo estudio abre un campo de trabajo prometedor, y la renovación de algunos edificios de la Casa de Campo, como la Casa de Empleados. Cuando concluya el tiempo de exposición, la mayoría de las piezas cambiarán de localización para alojarse definitivamente en el Museo Arqueológico Regional. Su completa catalogación llevará unos tres años más.