Chus Gómez www.diariodepontevedra.es 17/07/2025

Con una nota de admisión en la Universidad de 13,658 podría acceder a cualquier grado en las universidades gallegas (la nota de corte más alta fue 13,458 en el doble grado de Matemáticas y Física), pero Alejandro Sambade Caamaño (Pontevedra, 2007) apostó por seguir su vocación y se acaba de matricular en Filología Clásica en la USC, a la que se accede con un cinco. «Somos 33 para 50 plazas».

Sambade llegará a Compostela con varios méritos bajo el brazo: la matrícula de honor en Bachillerato, que cursó en el IES Torrente Ballester (de los cinco de Humanidades y dos recibieron este reconocimiento), el tercer puesto en la Olimpiada gallega de Latín y, el más reciente, el Premio Extraordinario de Bachillerato que otorga la Consellería de Educación.

Él es uno de los 20 estudiantes que lograron las calificaciones más elevadas tras la prueba desarrollada el pasado 18 de junio, a la que se presentaron 535 estudiantes de toda Galicia (73 se examinaron en la sede de Pontevedra) cuya nota media en Bachillerato tenía que ser, como mínimo, de 8,75. La suya era de 9,658. El premio es de 1.000 euros.

La máxima calificación eran 40 puntos. El primer clasificado, Yoel Sánchez, del IES As Lagoas (Ourense), obtuvo 36 puntos. En octavo puesto figura Diego Araújo, del IES Francisco Asorey (Cambados), con 32,7. En el puesto decimonoveno está el joven pontevedrés, con 31,9 puntos. Es la suma de los 14,6 del comentario de texto (sobre 29), los 7,3 de Inglés (sobre 10) y los 10 de Latín, donde realizó un examen perfecto.

Alejandro admite que «desde Secundaria sí que he estudiado bastante» para llegar a la excelencia académica. «No muchas horas al día, pero ir llevando todo con tiempo, con margen, pues sí, trabajando poco a poco. Creo que eso es importante para llegar al bachillerato y tener una buena base, porque si realmente durante la ESO no has hecho mucho, luego se te va a hacer una montaña».

«No es necesario dedicarle cinco o seis horas cada tarde, pero sí llevarlo con tiempo»

Apunta que «no es necesario ponerse cinco o seis horas cada tarde». El único día que dedicaba entero al estudio, «si lo necesitaba», era el domingo. «Viernes y sábados no hacía nada y a lo largo de la semana iba a entrenar todos los días un par de horas y así. Si te organizas se puede compaginar», por lo que pudo dedicarle tiempo «a mi novia y a mis amigos» durante el curso. «Sí que a veces te acostabas un poco más tarde, pero nunca más allá de la una».

El cambio de etapa de ESO a Bachillerato supone «evidentemente, mucha más presión y mucho más volumen de trabajo, pero si estás acostumbrado es solo un poquito más». No había tenido tanto éxito en la prueba extraordinaria de ESO «y en principio a este, pues no había pensado presentarme, pero habiendo hecho selectividad eran solo tres exámenes y no tenía nada que perder». Incluso aplazó el examen del C1 de Inglés, «por si acaso, y dije, bueno, voy a probar suerte, y al final creo que valió la pena».

Y eso que la prueba es «bastante distinta» de la PAU (Proba de Acceso á Universidade). «Bueno, por ejemplo, en el caso de Latín sí que era bastante similar al examen de selectividad, salvo una pregunta. Era traducción, análisis y desarrollar un tema de literatura. Pero el de Inglés era muy raro, la verdad», y el comentario de texto, en gallego y castellano «era más bien saber redactar, entender bien la información de los textos que te daban para elaborar un texto expositivo y otro argumentativo a partir de varios documentos. No era tanto recordar los conocimientos del curso como tener esa destreza de redacción».

Se enfrentó a él con optimismo. «Me dije: voy a hacer lo que pueda para adelante, y no me esperaba para nada quedar entre los primeros. Lo que me ayudó fue el latín, porque me salió genial».

Nerviosismo por el cambio de la PAU

Este premio fue la guinda a un curso intenso marcado, además, por el cambio de modelo de la PAU. «El nerviosismo fue un poco más a principio de curso, porque no sabíamos muy bien cómo plantear algunas cosas. Igual en enero o febrero subían un nuevo modelo de examen que no tenía nada que ver con otro. Y los profes también estaban un poco perdidos, aunque hacían todo lo que podían por prepararnos».

Hacia final de curso volvió la inquietud, «pero yo pensé que iba a ser bastante más difícil», admite. La PAU «fue asequible y la verdad en algunos aspectos es mejor como está planteado ahora, porque tampoco me parece que el objetivo sea memorizar 50 temas». Así, apunta que Lingua Galega fue una asignatura que no pudo preparar a fondo, «pero también saqué muy buena nota, precisamente porque era mucho de relacionar o encontrar características en un texto».

En aquella prueba de ESO había sido casi el único en elegir Latín como materia de modalidad y ahora repitió. Lo suyo son las humanidades, por eso desde 4º apostó por asignaturas como Latín -un diez en la PAU- y, ya en Bachillerato, Griego, su favorita. » Siempre había sabido siempre que quería ir por Letras. Siempre me gustó mucho la lectura, escribir y los idiomas. Es lo mío, entonces ya tenía claro que ni Matemáticas, ni Física ni nada así.

No le sorprendió encontrarse con las habituales reacciones en estos casos, de quienes consideran que una elección de este tipo, como Filología Clásica, es desperdiciar una nota. Incluso su familia fue reticente al principio, «pero luego sí que evidentemente apoyaron que eligiese la opción que prefiriese. Y están contentos, porque mi madre también es profesora de Letras».

Él también tuvo que escuchar aquello de Es que con esa nota puedes entrar en Medicina .»Ya, pero con latín y griego es un poco difícil», aunque, admite, «en las asignaturas de Ciencias también sacaba unas notas buenas en Secundaria, no sé si en Bachillerato serían las mismas… Muchas veces cuestionan tu decisión de ir por Letras por tu capacidad, pero, de hecho, todos los de mi clase de Humanidades, que éramos cinco, sacábamos buenas notas en general».

Las muchas posibilidades de Filología Clásica

Filología Clásica es el típico ejemplo de grado universitario que mucha gente ve pasado de moda o con pocas posibilidades de futuro. Alejandro opina justo lo contrario. «Creo que está habiendo un resurgir. Están aumentando mucho las matrículas en todas las facultades y mi idea al terminar es opositar, porque me gustaría ser profesor de Secundaria. En la Universidad no me convence tanto, pero a lo mejor también sería una opción».
Considera que «se debe impulsar que los alumnos tengan un amplio abanico de opciones, porque no me parece sano ni enriquecedor que haya un único itinerario».

Aunque su idea sea opositar para convertirse en docente, tampoco descarta otras posibilidades, como «la industria editorial, la asesoría de empresas o incluso como profesor de español para extranjeros».

Además, subraya que «faltan muchos profesores de clásicas, es lo que me dice mucha gente; llega a haber situaciones extremas como no autorizar excedencias por las faltas de sustitutos. Y también hay profesores de bastante edad que se van a jubilar y van a quedar plazas. Yo tengo esperanzas».

Y mientras ese futuro aun queda lejos, el joven pontevedrés aprovecha el verano para descansar, para recuperar toda la lectura pendiente durante el curso (sí se leyó La Ilíada, en griego), para disfrutar de sus amigos y también para sacarse el carné de conducir. En septiembre se trasladará a Santiago de Compostela, donde compartirá piso con un amigo «para vivir la experiencia completa· del estudiante universitario.

Casi la mitad de los premiados son de la provincia de Pontevedra

Entre los 20 premiados, además del pontevedrés y el cambadés hay otros seis alumnos de la provincia: Javier Castro (IES do Castro, Vigo), Laura Villaverde (IES de Chapela, Redondela), Antón Justo (IES República Oriental do Uruguai, Vigo), Teresa Saleta Méndez-Benegassi (CPR Cluny, Vigo), Laura Rodríguez (CPR Rosalía de Castro, Vigo) y Manuel Lemos (CPR Apóstol Santiago, Vigo).

La lista se completa con Lucía Domínguez (IES San Xoán do Monte, Lugo), Marcos Pérez (IES de Celanova, Ourense), Alberto Pérez (CPR Peleteiro, Santiago), Elena Flórez (IES As Lagoas, Ourense), Clara Sueiro (CPR María Auxiliadora, Ourense), Jacobo Pérez (CPR Eirís, A Coruña), África Fernández (CPR Hijas de Cristo Rey, A Coruña), Ángela Alcántara (IES de Ribadeo), Claudia Díaz (IES Eusebio da Guarda, A Coruña), Antonio Docando (IES da Terra Cha, Lugo) y Alejandra Bello (IES Eduardo Pondal, Santiago).

FUENTE: www.diariodepontevedra.es