Luis Cadenas | Salamanca www.tribuna.net 20/02/2010
Oculta. Varias secciones de la muralla permanecen escondidas detrás de casas de cara al Tormes, o directamente sepultadas.
Mucha polémica con uno de los legados de Salamanca: las murallas. Antes de debatir sobre si lo que se ve detrás de las casas derribadas es parte de la muralla o no, hay que saber que han sido las propias cercas y murallas que han rodeado Salamanca. La ciudad, en toda su historia, desde los asentamientos permanentes de vettones y vacceos a partir de los siglos VII y VI a. C., ha tenido tres murallas: la celtíbera, la romana y la medieval, que fue derribada en 1868. Por aquel entonces abarcaba unas 100 hectáreas, según apuntan Ubaldo de Casanova y Todolí y Ramón Bajo.
Lo único que puede usted ver de muralla como tal, perfectamente delimitada y catalogada, son tres tramos de la cara sur. El resto está oculto o sepultado. Así que como “muralla visible” reconocemos los tramos que están perfectamente delimitados y a la luz: 500 metros, siempre como una cifra aproximada.
El primero, el que va desde el final de la calle San Pablo hasta la Casa Lis si entra por la avenida Reyes de España, que corresponde, curiosamente, a la parte más antigua de las tres cercas: es el trazado reforzado que hicieron los romanos sobre la cerca celtíbera. De hecho, todavía se puede ver, a la espalda de la escultura de Pepe Ledesma, una de las torres de base redonda que construían las legiones.
El muro largo
El segundo tramo rodea el teso de San Vicente, que usaron los franceses como punto fuerte de defensa durante la Guerra de la Independencia. Ese muro corresponde al trazado medieval, no al romano, ya que la cerca de los tiempos de la conquista de las legiones abarcaba un campo mucho más estrecho de la ciudad, apenas el teso de las Catedrales o San Isidoro. El tercero, visible apenas, está en el paseo de Canalejas, entre edificios, con casas delante en proceso de desmantelamiento y que todavía conserva sus almenas.
En total, sumando lo que podemos decir sin equivocarnos que es muralla, no debe haber más de 400 metros reales, en gran parte muralla asentada sobre roca o salientes de los tesos. Lo que queda detrás de las casas derribadas recientemente no es la muralla propiamente dicha, que ha quedado sepultada por las casas o irremediablemente destruida por la construcción. Todo el perímetro de la gran muralla medieval, levantada sobre los restos de la cerca romana, de las obras musulmanas, se hizo durante la repoblación de la ciudad en el siglo XII, con diez puertas y cuyo trazado es perfectamente visible.
La muralla recorría, desde el tramo romano que ocupaba la calle San Gregorio y parte del paseo Rector Esperabé. Por el este, recorría ese tramo hasta la actual rotonda de Brujas, donde subía por el paseo de Canalejas, cogía parte de la plaza de España, seguía por la avenida de Mirat, de nuevo caía por el oeste por el paseo de Carmelitas, el paseo de San Vicente y rodeaba el teso homónimo por el actual paseo del Desengaño.
Si coge usted un callejero de Salamanca y sigue con el dedo se dará cuenta de que el perímetro de la muralla, y lo que guardaba, la llamada “ciudad intramuros”, es el actual Barrio Antiguo, el centro histórico de la ciudad donde se conserva todo el patrimonio artístico. Esa muralla se alzó a partir de 1147, lo que da idea de que fue durante la época medieval una ciudad en expansión.
El derribo se hizo entre 1868 y 1869, en plena Revolución Gloriosa que daría pie a la I República. Pero todavía en 1889 se empezaba a ensanchar la ciudad: 20 años de espera tras la caída del muro. La respuesta a esta tardanza fue que no había potencia demográfica para llenar esos espacios, lo que contribuyó a que zonas como San Vicente quedaran desiertas tras la Francesada en 1812. Cayeron más de 27 edificios monásticos y civiles, y cerca de mil casas comunes, pero sobrevivió la muralla. Su base, bien afianzada en la roca del teso, ha sufrido de todo. Y sólo en tiempos recientes se aseguró su existencia.