El teatro de Mérida, el acueducto de Segovia o el puente de Alcántara son algunas de las obras más colosales construidas hace dos mil años
Rocío Jiménez www.abc.es 08/01/2023
Desde el 218 a.C. hasta el siglo V, el Imperio romano levantó en la península itálica numerosos y grandiosos monumentos para representar el esplendor de Roma. Muchos de ellos han llegado a nuestros días en un estado de conservación excelente, lo que permite a aquellos que los visitan hacer un viaje al pasado, así como admirar su belleza. Estos son algunos de los más importantes.
Acueducto de Segovia
Segovia puede presumir de contar con numerosos monumentos, pero, sin duda, uno destaca por encima del resto y ese es su acueducto romano que, situado en el centro de la ciudad, fue levantado para hacer llegar el agua desde la sierra de Guadarrama hasta la ciudad. No se sabe con exactitud la fecha de construcción, los expertos la fijan en el siglo II d.C., posterior al año 112 d.C. (final del gobierno de Trajano o ya en el de Adriano). Esta monumental obra de ingeniería, que presenta un excelente estado de conservación, cuenta con 167 arcos, su longitud total es de 16.186 metros –total del conducto de transporte sin contar la presa de captación, de 28 metros– y su altura máxima, que se alcanza en la plaza del Azoguejo, es de 28,10 metros. Históricamente el Acueducto de Segovia se divide en tres tramos bien diferenciados: zona extraurbana, donde se sitúa la captación y parte de la conducción, el tramo periurbano (conducción) y el trazado urbano (conducción y distribución). Llama la atención que sus 20.400 bloques de piedra no están unidos por masa ni cemento alguno, sino que se mantienen en un perfecto y sólido equilibrio de fuerzas.
Teatro de Mérida
La construcción de este teatro romano, el elemento más representativo del Conjunto Monumental de Mérida declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1993, se remonta a los años 15 y 16 a.C –según la fecha inscrita en el propio teatro–. El trabajo se llevó a cabo con el patrocinio de Marco Vipsanio Agripa, uno de los estrechos colaboradores del emperador Augusto, cuando la Colonia fue promovida como capital provincial de la Lusitania. El diseño de este espacio, que se sitúa parcialmente en la ladera del cerro de San Albín, se basa en los modelos definidos por Vitruvio y es de planta latina que se forma con cuatro triángulos equiláteros inscritos en un círculo estando el frente de la escena en la base del triángulo central. Durante el reinado de Trajano el teatro ya sufrió modificaciones. Fue él quien hizo construir el gran frente escénico a comienzos del siglo II, un muro de treinta metros de altura estructurado en dos cuerpos de columnas. Además, fue modificada la ‘ima cavea’, lugar donde se acomodaban los caballeros de la ciudad, erigiendo en su centro un espacio sagrado rodeado de una baranda de mármol. El frente se volvió a reformar entre los años 333 y 335 junto con la vía que rodea al edificio. Junto al teatro está situado el anfiteatro levantado, según atestiguan las inscripciones halladas en sus tribunas, en el 8 a.C. Este tenía capacidad para unos 15.000/16.000 espectadores.
Itálica, Sevilla
La ciudad romana de Itálica, ubicada en el Bajo Guadalquivir, a medio camino entre Sevilla y Alcalá del Río, desempeñó un papel estratégico durante el Alto Imperio Romano y prueba de ello es que llegó a ocupar una superficie aproximada de 52 hectáreas. Los orígenes de este conjunto arqueológico se remontan al año 206 a.C. cuando el general Publio Cornelio Escipión derrotó a los cartagineses en la Batalla de Ilipa y estableció un destacamento de legionarios en el Cerro de San Antonio, lugar en el que ya existía una población turdetana. En la segunda mitad del siglo I a.C. la ciudad adquirió el estatuto municipal y pasado el tiempo, durante el gobierno del emperador Adriano (117-138 d.C.), el de colonia. En una ruta guiada por este enclave el visitante podrá admirar sorprendentes mosaicos, el teatro descubierto a mitad del siglo XX, las antiguas termas mayores y su famoso anfiteatro, uno de los mayores del mundo romano donde se producían las famosas luchas de gladiadores.
Baelo Claudia, Cádiz
Situado en la parte oeste de la ensenada de Bolonia, en la orilla norte del estrecho de Gibraltar y a 22 kilómetros al noroeste de la ciudad de Tarifa, este conjunto urbano romano, cuyo origen se remonta al siglo II a.C., es el más completo de toda la Península Ibérica. Cuenta con todos los elementos representativos que constituyen la esencia de una ciudad romana, como la basílica, el teatro, el mercado y el templo de Isis. En ninguna otra parte de la Península es posible tener una visión tan completa del urbanismo romano, esto y su situación dentro del Parque Natural del Estrecho lo convierten en un gran punto de interés para todo amante de la historia y la arqueología. Su origen y posterior desarrollo están muy ligados al desarrollo de las industrias salazoneras y al comercio con el norte de África, siendo puerto de unión con la actual Tánger. Las sierras de la Plata y San Bartolomé forman un arco que la dejan enmarcada entre montañas, de modo que el mar fue su mejor medio de comunicación y riqueza.
Teatro romano de Cartagena
Situado en el Cerro de la Concepción, la colina más alta de las cinco que configuran la topografía de la ciudad de Cartagena, el teatro romano es uno de sus monumentos más destacados. Los diversos elementos hallados y las inscripciones conmemorativas permiten datar el inicio de su construcción a finales del siglo I a.C. coincidiendo con la época de mayor apogeo urbanístico de la colonia. El graderío o cavea se articula en tres sectores horizontales, dividida a su vez por cinco escaleras radiales. Tenía una capacidad aproximada de 7.000 espectadores y los principales accesos del público se realizaban a través de dos pasillos laterales sobre cuyas puertas están los dinteles con las dedicatorias a Caio Caesar y Lucio Caesar. Estos dos pasillos daban también acceso a la orchestra, lugar destinado a los magistrados y personajes más notables. La scaena se articulaba en dos pisos por medio de columnas y tenía un alzado aproximado de 16 metros. Su descubrimiento fue un hecho fortuito ya que no había ni referencias escritas ni datos arqueológicos que pudieran evidenciar su existencia. Este espacio fue utilizado para diversos usos a lo largo de la historia. En el siglo V se transformó en un complejo comercial sobre el que posteriormente se instaló un barrio comercial de la época bizantina y sobre él hay estructuras de la época islámica de los siglos XI y XII. Tras la conquista castellana se configuró como uno de los barrios más populares de la ciudad donde se construyó la antigua iglesia de Santa María.
Puente romano de Alcántara
Cruzando el río Tajo se levanta este grandioso puente construido por Cayo Julio Lácer en el siglo II d.C. con el objetivo de facilitar la comunicación entre Norba (la actual Cáceres) y Conimbriga (la localidad portuguesa de Condeixa-a-Velha). Construido con piedra berroqueña, este puente con seis arcos perfectos cuenta con 197 metros de largo, casi 9 de ancho y una altura de unos 57 metros. Justo en la mitad se alza el arco del triunfo, de unos 13 metros de altura, en el que se puede leer los nombres de los pueblos que contribuyeron en su construcción, así como una dedicatoria al emperador Trajano. Su ubicación lo ha convertido en un enclave estratégico con el paso de los siglos al formar parte de una de las calzadas que comunica España con Portugal. En la entrada del puente hay un pequeño templete de planta rectangular con una inscripción que menciona al arquitecto y que dice: ‘el puente, destinado a durar por siempre en los siglos del mundo, lo hizo Lácer, famoso por su divino arte’. La villa de Alcántara nació años después.
Ruinas romanas de Tarragona
La ciudad de Tarragona guarda numerosos restos romanos que le han valido el título de Patrimonio Mundial de la Humanidad. La ruta puede comenzar siguiendo la muralla romana, a la que se fueron añadiendo fortificaciones a partir del siglo XIV. En esta gran obra se pueden encontrar elementos singulares como las torres, las poternas ciclópeas, el relieve de la diosa Minerva y copias de esculturas como la de Augusto de Prima Porta o la típica Loba Capitolina. A continuación, está el circo romano que construido en el siglo I d.C. es el mejor conservado de Europa ya que mantiene en pie el 60% de su alzado original y es posible caminar por las largas galerías bajo los asientos del público. Pero, sin duda, la estampa más icónica de la ciudad la ofrece el anfiteatro situado junto al mar. Este estadio conserva parcialmente las gradas excavadas en la ladera de la colina y en la zona construida más cerca del mar, donde las gradas se apoyan sobre potentes bóvedas de hormigón. Data de principios del siglo II d.C. y fue reformado a inicios del siglo III durante el mandato del emperador Heliogábalo. Por último, también destaca la torre del Pretorio ubicada en uno de los ángulos de lo que fue una enorme plaza porticada que fue sede del foro provincial de una de las mayores provincias del Imperio, la Hispania Citerior.
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