José Luis Pérez | Santander www.eldiariomontanes.es 03/01/2012

La Universidad de Cantabria publica ‘Viajes y cambios de residencia en el mundo romano’, un libro coordinado por la profesora Alicia Ruiz y el catedrático José Manuel Iglesias.

La civilización romana tuvo en los desplazamientos uno de sus principales fundamentos durante varios siglos. Por su vasta superficie y largas distancias mantener unas buenas comunicaciones y contar con una sociedad dispuesta a soportar una gran movilidad geográfica eran factores claves para tener controlado y cohesionado el Imperio. Viajar en la época de los emperadores fue una necesidad, especialmente por motivos de carácter laboral o de salud; pero también hubo entre las élites quien cultivó los viajes de placer… Todos estos aspectos han sido estudiados por un grupo de especialistas que, convocados desde la Universidad de Cantabria (UC), participaron el pasado mes de febrero en un simposio internacional celebrado en Santander bajo la coordinación de José Manuel Iglesias Gil (catedrático de Historia Antigua) y de Alicia Ruiz Gutiérrez (profesora de la misma disciplina en la UC). Los trabajos que fueron presentados a dicha reunión por 16 investigadores de diferentes países han visto la luz hace escasos días en un libro de 366 páginas editado por el sello Publican de la UC y que ya se encuentra a la venta en las principales librerías.

Entre los protagonistas de estos viajes forzados o voluntarios encontramos una amplia representación de la sociedad romana, desde militares a funcionarios, desde emperadores a médicos, desde esclavos a mercaderes, desde prostitutas que seguían a los legionarios a familiares de los altos cargos de la administración romana… El viaje era aventura y al mismo tiempo oportunidad.

Los emperadores
En el caso de los viajes de los emperadores romanos, éstos despertaban en la población del Imperio sentimientos contrapuestos, en Roma, inquietud cuando partía y alegría desbordada a su regreso, especialmente si el soberano volvía victorioso de alguna campaña militar. Por contra, en las provincias, su llegada despertaba una curiosidad inmensa, pues era la ocasión, en muchos casos la única, de poder contemplar personalmente al emperador acompañado de un enorme séquito de escolta, militares y funcionarios. La llegada de un emperador a una ciudad se anunciaba con el tiempo suficiente para que los ciudadanos pudiesen adornarla y engalanarla.
Otro aspecto curioso está relacionado con los sacrificios que las ciudades tenían que hacer para atender al emperador y a sus acompañantes. Cuando Adriano viajó a Alejandría en agosto del año 130, un papiro informa del mensaje de un secretario local al strategos del distrito de Oxirrinco, fechada el 19 de diciembre del año anterior, es decir, nueve meses antes, con una relación de provisiones necesarias de almacenar para atender al emperador, entre las que se incluían cebada, heno, paja, cochinillos, dátiles, cerdos, ovejas, aceite y aceitunas.

Militares
Un capítulo destacado lo protagonizan los militares, artífices de la expansión y del mantenimiento de las fronteras del Imperio a miles de kilómetros de la urbe. El traslado de los soldados comenzaba incluso antes de su entrada en filas, cuando todavía eran reclutas. Hay casos curiosos como el de un recluta de Italica (cerca de Sevilla) que está constatado que se inició en una legión acantonada en Siria-Palestina.

Luego los legionarios viajaban de forma incansable por necesidades de su oficio -siempre tenían que estar disponibles para participar en campañas militares-, pero también disfrutaban de permisos antes de que les llegase la hora del retiro. Los veteranos afrontaban tras licenciarse su ‘último’ gran viaje. Generalmente eran recompensados con tierras en alguna zona donde el Imperio necesitaba que su presencia contribuyese a mantener el orden o a explotar los recursos. Este fue el caso de los veteranos de las Guerras Cántabras, que tras combatir a los pueblos del norte terminaron sus vidas en el retiro de tierras emeritenses, en la actual Extremadura.

Supersticiones
Finalmente, cabe destacar otro capítulo interesante el dedicado a las prácticas cultuales vinculadas a los viajes: se buscaba la protección de los dioses antes de partir y al regreso se expresaba el agradecimiento. En este sentido, hay que contextualizar estos desplazamientos para entender que eran contemplados como algo arriesgo que provocaba recelo.

FUENTE: http://www.eldiariomontanes.es/v/20120103/cultura/literatura/romanos-viajeros-20120103.html