Paula Juan | Madrid www.elmundo.es 26/11/2010
‘Sexo y poder en Roma’, de Paul Veyne.
Pese a que a nuestros días nos ha llegado una imagen de Roma un tanto erótica y liberal, la ‘verdadera’ historia no es lo que parece. Los romanos fueron un pueblo lleno de tabúes donde «el derecho del más fuerte se ejercía sin límites». De estas premisas parte el libro ‘Sexo y poder en Roma’ (Paidós) de Paul Veyne, historiador francés especialista en la historia de la Roma antigua.
Era una ciudad desconocida, un lugar donde «el imperio romano era una mafia» o donde la esposa «no era nada más que uno de los elementos de la dotación de la casa». En Roma, la violencia y la muerte eran vistas como un espectáculo. El orgullo del vencido (en los ‘juegos’ de gladiadores) «estaba en mantenerse con dignidad y valor delante de su verdugo» y, lo más importante, «no mostrar temor ante la muerte y dejarse sacrificar honorablemente». Así Roma «se convirtió en una civilización ‘mundial'» y en «la mayor de las ciudades etruscas».
Una sociedad, por tanto, llena de tabúes. Los romanos magnificaban tanto el amor como la sexualidad pero que luego no eran «tan libres» como explican sus poemas eróticos y sus estatuas. Conforme pasan los capítulos el lector se introduce de lleno en la vida romana, una sociedad donde se podía ser ser mujer sin apenas dificultades sociales (a diferencia de en Grecia donde «sólo se invitaba al señor» a las cenas, por ejemplo). La continúa ‘lucha’ entre griegos y romanos también tiene cabida en ‘Sexo y poder en Roma’: «la civilización romana es la civilización griega expresada en latín».
Aunque ser la mujer en el matrimonio también era difícil: «La esposa no era más que uno de los elementos de la dotación de la casa», explica Veyne en las páginas de su obra. Pero, ¿porqué «seguía siendo una subalterna»? El motivo, según el autor, es que «no poseía otras capacidades que las propias de su función».
La política del imperio romano Veyne la considera «una mafia». ¿Cómo podía funcionar una sociedad donde ni el robo ni la violencia estaban considerados delitos? Pues el autor tiene la respuesta: «Es evidente que funcionó. El derecho del más fuerte se ejercía sin límites». Una «lucha de clases» donde el poder «se hacía respetar cuando se atacaba a las fuerzas vivas».
En Roma «el deporte nacional era el derecho privado». Los ricos contaban «con una buena ‘clientela'» y, «por increíble que pueda parecer, no existía una verdadera polícia en el mundo romano». La política iba unida al dinero y, en consecuencia, con la corrupción.
La homosexualidad no era un problema para la sociedad romana. De hecho «establecieron tres distinciones»: «libertad amorosa o conyugalidad exclusiva; actividad o pasividad; hombre libre o esclavo». La homofilia era considerada «normal» por la inmensa mayoría pero los «moralistas políticos a veces la consideraban artifical» pero al mismo nivel que consideraban «cualquier placer amoroso».
Veyne, profesor honorario del Collège de France, ha escrito diversos libros sobre la antigüedad clásica como ‘Foucalt. Pensamiento y vida’. En esta ocasión el prólogo está escrito por el miembro de la Academia de Atenas, Lucien Jerphagnon. Siendo algunos capítulos extraídos de diversas entrevistas al autor en ‘L’Histoire’ (la primera data de 1978).
Es el propio Jerphagnon el que plantea las preguntas que a lo largo de la obra el profesor Veyne contestará: «¿Qué derecho rige en esos mundo?», «¿Qué relaciones mantienen con los dioses?», «¿Qué ocurre con la política?», «¿Y la homosexualidad y el aborto?». Bien, todos estos temas se desgranan en las páginas de esta pequeña obra. Un libro que aborda la parte más desconocida, esa historia que nunca nos contaron en la escuela.