El drama, en
su sentido
etimológico de
“acción
representada”,
es la creación
más original
que nos ha
dejado en
herencia el
pueblo griego.
A través del
teatro los
griegos
reflexionaron
sobre la
existencia y
la condición
humanas.
Desde el punto
de vista
formal, las
representaciones
de los textos
clásicos han
sido a lo
largo de los
tiempos objeto
de una
constante
búsqueda de
nuevos
lenguajes
expresivos y
de adaptación
de los
mensajes a
cada momento
histórico,
proponiendo
interpretaciones
que van desde
el recurso a
la retórica
más
grandilocuente
al intento de
recuperar, con
una mirada
formal y
conceptual
contemporánea,
los elementos
fundamentales
que tenían en
la Antigüedad.
Han cambiado
públicos y
estructuras
pero los temas
y los
personajes del
teatro
antiguo, su
capacidad
agitadora y
activa, de
expresión
dialéctica del
conflicto del
ser humano han
seguido
vigentes. Las
obras clásicas
siguen
ejerciendo un
enorme poder
de atracción y
producen un
impacto que
emociona a las
gentes de hoy,
porque
seguimos
teniendo los
mismos
problemas
políticos y
existenciales
que hace 2500
años, pero no
tenemos un
teatro
político de
nuestro tiempo
comparable al
que
escribieron
los griegos en
su propia
época.
Son las
compañías
amateurs,
creadas en la
Escuela, las
que, a través
de los
Festivales de
Teatro
Grecolatino,
de los que el
de Itálica se
ha convertido
en referente,
están
contribuyendo
más al auge
del teatro
clásico.
También en
la Escuela
debe encontrar
el teatro un
espacio en el
que sus
significados y
sus técnicas
puedan
transformarse
en elementos
de evolución y
maduración.
En estas
Jornadas sobre
La vigencia
del teatro
antiguo en el
siglo XXI
queremos
volver una vez
más la mirada
al teatro,
tratando de
encontrar el
equilibrio
entre
antigüedad y
modernidad. |