Cuenta Estrabón
que
los
gaditanos
en
un
principio
vivían
en
una
ciudad
muy
pequeña;
"más
Bálbos
el
Gaditanós,
que
alcanzó
los
honores
del
triunfo,
levantóles
otra
que
llaman
Nueva;
de
ambas
surgió
Didym,
cuyo
perímetro,
aunque
no
pasa
de
veinte
stadios,
es
lo
suficientemente
grande
para
no
sentirse
agobiada
de
espacio".
Y
así
se
inició
la
construcción
de
la
Neápolis
y
la
de
un
teatro
que,
actualmente,
está
considerado
como
el
más
antiguo
y
de
mayores
dimensiones
de
Hispania,
después
del
de
Córdoba.
Todo
un
ejemplo
del
esplendor
que
vivió
Gades
en
la
Antigüedad
clásica.
El
Teatro
Romano
de
Cádiz
surgió
"dentro
de
los
planes
urbanísticos
de
una
familia
gaditana,
los
Balbo,
en
su
intención
de
dotar
a
su
ciudad
de
importantes
edificios
públicos,
a
imitación
de
su
capital,
Roma",
cuenta
el
arqueólogo
Ángel
Muñoz
Vicente.
Los
Balbo
proyectaron
ampliar
el
antiguo
asentamiento
fenicio
construyendo
otro
nuevo
junto
a
él.
Este
núcleo
urbanístico
es
conocido
como
Neápolis,
y
de
él
se
conocen,
además
del
teatro,
numerosos
restos
urbanos
excavados
en
los
últimos
años.
"Igualmente
tenemos
noticias
de
la
existencia
de
otro
importante
edificio
público,
el
anfiteatro,
en
el
barrio
adyacente
al
Pópulo,
el
de
Santa
María,
en
las
cercanías
de
las
actuales
Puertas
de
Tierra",
apunta
Muñoz,
para
quien
el
Teatro
Romano
es
"uno
de
los
pocos
edificios
antiguos
de
nuestra
Península
que
cuenta
con
referencias
directas
de
los
autores
importantes
de
la
época.
Así,
Cicerón,
refiriéndose
al
mandato
político
de
Balbo
en
Cádiz,
alude
a
ciertos
usos
del
edificio
por
este
personaje
en
beneficio
propio".
Si
los
restos
del
anfiteatro
fueron
visibles
al
menos
hasta
el
siglo
XVI
–su
perímetro
aparece
representado
en
un
grabado
de
esa
época–
el
Teatro,
por
el
contrario,
estaba
ya
cubierto,
o
sus
estructuras
reutilizadas
e
integradas
en
la
villa
medieval
erigida
por
Alfonso
X
en
el
siglo
XIII.
Y
aunque
desde
el
siglo
XVIII
existen
referencias
a
subterráneos
en
la
zona
–sin
duda
relacionadas
con
algunas
de
las
galerías
del
monumento,
y
que
hablan
de
pozos
que
permiten
acceder
a
una
rotonda
con
asientos
de
mármol–
hubo
que
esperar
a
octubre
de
1980
para
que,
de
una
manera
inesperada
y
casual,
afloraran
los
restos
del
Teatro.
Porque
la
casualidad
hizo
que
los
sondeos
arqueológicos
encargados
por
el
Ministerio
de
Cultura
al
entonces
director
del
Museo
de
Cádiz
para
delimitar
la
zona
de
expropiación
para
descubrir
la
alcazaba
medieval
deparara
el
hallazgo
del
monumento
romano.
Posteriores
sondeos
permitieron
localizar
las
gradas
superiores,
y,
poco
a
poco,
se
excavó
un
tramo
de
la
galería
y
del
graderío.
Hoy,
del
Teatro
Romano
perduran
un
buen
número
de
filas
de
gradas
de
la
summa
cavea
y
la
mayoría
de
las
correspondientes
a
la
media
cavea,
y
se
han
documentado
las
gradas
inferiores
y
parte
de
la
orchestra.
Hormigón
romano,
mortero
de
cal
con
piedras
y
un
revestimiento
de
cal
son
los
materiales
con
los
que
se
construyó
el
monumento.
Ángel
Muñoz
indica
que
el
sector
superior
de
la
summa
cavea
ha
desaparecido
tanto
por
la
utilización
de
sus
materiales
para
construir
inmueble
en
la
época
medieval
como
por
la
propia
acción
del
mar.
Pero
junto
a
este
sector
socavado
se
ha
conservado
"excepcionalmente",
dentro
de
otras
construcciones,
un
tramo
de
muro
curvo
que
corresponde
a
la
fachada
trasera
del
Teatro,
"así
como
parte
del
entramado
que
sostendría
el
graderío
y
el
inicio
de
un
pasillo
o
deambulatorio
tras
la
fachada".
Entre
esta
zona
y
la
primera
línea
de
gradas
conservadas
se
observa
también
una
hilada
de
sillares
de
piedra
ostionera
"que
quizás
corresponda
a
la
pared
lateral
de
mayor
radio
de
una
galería
superior,
perdida
en
su
mayor
parte
al
arrancar
la
misma
desde
la
cota
de
suelo
que
hoy
pisamos".
Por
el
oeste,
el
graderío
se
adentra
bajo
el
ábside
de
la
Catedral
Vieja,
la
Casa
de
Contaduría
eclesiástica,
la
Posada
del
Mesón
y
la
Casa
de
Estopiñán,
que
conserva
restos
en
la
planta
baja.
Y
por
el
extremo
oriental
el
graderío
entra
bajo
la
Guardería
Municipal
y,
por
consiguiente,
bajo
los
cimientos
del
castillo
medieval.
Un
sondeo
permitió
en
1999
comprobar
la
existencia
de
otra
bóveda
paralela
a
la
documentada
en
Estopiñán
y
permitía
establecer
la
orientación
del
monumento
y
su
diámetro:
120
metros.
Para
Muñoz,
el
futuro
del
Teatro
"pasa
por
un
replanteamiento
de
la
ordenación
urbanística
actual
de
un
grupo
de
inmuebles
de
escaso
o
nulo
valor
arquitectónico
e
histórico"
del
siglo
XIX,
"cuyo
derribo
permitiría
sacar
a
la
luz
el
resto
del
edificio,
pudiéndose
visualizar
totalmente
la
orchestra,
el
resto
del
graderío
y
la
scaena
del
Teatro
más
antiguo
y
el
segundo
más
grande
de
Hispania". |