Roberto
Lozano
me
pregunta
por
el
origen
del
latín.
Me
remito
para
los
detalles
al
Diccionario
Lenguas
del
mundo
de
Rafael
del
Moral
(Espasa).
Es
una
lengua
indoeuropea
(muy
distinta
del
etrusco)
que
proviene
de
una
tribu
del
Norte
de
Italia
que
se
instala
en
el
Lacio
(centro
de
Italia).
Durante
siglos,
antes
de
Cristo,
el
latín
fue
una
lengua
popular
que
convivió
en
Italia
con
el
griego,
la
lengua
de
la
gente
culta
y
también
la
de
los
esclavos.
En
torno
a
la
época
de
Cristo
el
latín
se
constituye
en
una
lengua
universal.
Por
eso
dijo
Nebrija,
refiriéndose
al
latín
y
no
al
español,
que
“la
lengua
fue
siempre
compañera
del
imperio”.
El
latín
se
dividió
en
la
forma
culta,
que
ha
seguido
hasta
hoy
como
un
idioma
estrictamente
literario,
y
el
latín
vulgar
que
dio
lugar
a
los
idiomas
romances.
El
latín
y
el
griego
fueron
los
dos
grandes
instrumentos
de
difusión
del
Cristianismo.
Hoy
el
latín
es
solo
un
idioma
litúrgico
o
ceremonial
en
la
Iglesia
Católica.
Ha
sido
la
lengua
más
influyente
en
la
cultura
occidental.
Es
una
barbaridad
(nunca
mejor
dicho)
que
se
haya
prescindido
del
latín
en
la
enseñanza
obligatoria.
No
es
de
extrañar
que
una
ministra
de
Cultura
crea
que
dixit
(=
dijo)
es
el
nombre
de
un
ratoniche.
He
recibido
multitud
de
imeils
con
la
justa
reprimenda
de
haber
confundido
el
portazgo
con
el
pontazgo.
El
primero
es
el
impuesto
ante
una
puerta
o
entrada
de
las
murallas.
El
segundo
significa
el
pago
para
pasar
por
un
puente.
Jorge
Perelli
es
uno
de
los
que
precisan
la
distinción.
Me
pregunta,
además,
el
significado
de
pontífice.
Veamos.
En
la
antigua
Roma
el
pontifex
era
el
que
cuidaba
del
puente
Sublicio
sobre
el
Tiber
para
controlar
el
peaje
(pontaticum
o
pontazgo).
Fue
el
primer
puente
que
hubo
en
Roma,
naturalmente
era
de
madera.
Pero
puede
que
pontus
(=
puente)
venga
de
pontifex
(=
alto
funcionario
y
no
al
revés).
El
pontifex
no
era
tanto
“el
que
hacía
el
puente”
(el
constructor,
después
de
todo,
un
oficio
vulgar)
como
el
que
“hace
sobre
el
puente”
(facere
in
ponte).
Lo
que
hacía
era
“sacrificios”,
al
ser
los
puentes
lugares
sagrados.
El
pontífice
para
los
romanos
era,
pues,
un
alto
funcionario
pero
con
funciones
sagradas.
Hoy
diríamos
un
sacerdote.
Los
pontífices
eran
varios,
normalmente
ocho
velaban
por
la
celebración
de
los
ritos
religiosos.
El
jefe
de
todos
ellos
era
el
pontífice
máximo.
Es
evidente
que
la
Iglesia
primitiva
toma
esos
nombres
para
los
obispos
(pontífices)
y
el
Papa
como
pontífice
máximo.
De
todas
formas,
siempre
queda
en
el
origen
de
esa
expresión
la
idea
de
que,
para
los
romanos,
el
asunto
de
los
puentes
era
algo
fundamental,
sagrado.
El
pons
latino
procede
del
sánscrito
panta
(=
vía,
camino).
En
griego
pateo
(=
caminar).
El
puente
era
así
lo
que
permitía
caminar
sin
rodeos,
esto
es,
comerciar
y
conquistar
pueblos.
Gonzalo
Díaz
Granda
(Valencia)
defiende
que
la
frase
del
encierro
del
cónclave
es
exeant
omnes
y
no
extra
omnes.
No
soy
un
experto
ni
en
latinicos
ni
en
ceremonias
vaticanas.
Pero
me
parece
que
las
dos
expresiones
significan
cosas
parecidas
(que
salgan
todos,
todos
fuera)
y
se
han
pronunciado
muchas
veces
con
el
mismo
sentido.
Don
Gonzalo
(notario),
cita
que
se
dice
exeant
omnes
para
que
se
quede
solo
el
notario
con
el
enfermo
para
recoger
su
última
voluntad.
Don
Gonzalo
critica
la
“famosa
negación”
de
un
titular
de
LD:
“Hasta
que
no
entre
junio
no
te
puedes
fiar…”
Precisa
el
notario
que
sería
mejor
“mientras
no
entre
junio…”.
Y
añade
“por
cierto,
junio
con
minúscula”.
Discuto
lo
último.
Los
días
de
la
semana
tradicionalmente
se
escriben
con
minúscula,
aunque,
al
aludir
a
los
planetas
y
otras
figuras
personalizadas,
bien
merecerían
la
mayúscula
inicial.
Pero
los
meses
también
aluden
a
deidades
o
personas
egregias,
por
lo
que
también
podrían
llevar
la
mayúscula.
Por
ejemplo,
es
claro
que
el
mes
de
junio
procede
de
la
diosa
Juno.
Aunque
otros
dicen
que
se
asocia
más
con
“el
tiempo
de
la
juventud”.
La
tendencia
es
la
de
poner
los
meses
con
minúscula.
Antonio
J.
Morata
(Almería)
anda
intrigado
con
la
denominación
de
présoles
que
se
da a
los
guisantes
de
Almería
y
Granada
(La
Alpujarra).
Muy
fácil.
Es
una
variante
de
pésoles
o
guisantes,
del
latín
pisum
o
pisulum
(=
guisante).
La
derivación
se
produjo
por
la
locución
corriente
pisum
sapidum
(=
guisante
sabroso).
En
Aragón
dicen
guisaltos,
bisaltos
o
pésules.