Siempre
se
ha
atribuido
el
origen
de
esta
urbe
al
asentamiento
allí
de
la
“Legio
VII
Gemina”,
a
finales
del
siglo
I
d.C.,
pero
el
resultado
de
recientes
excavaciones
prueba
que
su
función
de
capital
militar
de
la
Hispania
romana
fue
anterior.
Tradicionalmente
se
ha
considerado
a
León
como
una
ciudad
surgida
de
un
campamento
establecido
por
la
Legio
VII
Gemina
hacia
el
74
d.C.,
en
un
suave
altozano
situado
en
el
interfluvio
constituido
entre
los
ríos
Bernesga
y
Torío,
en
un
lugar
estratégico
que
constituía
una
auténtica
encrucijada
entre
la
Meseta
y la
Montaña
Central
leonesa.
Ya
el
padre
Risco,
en
la
segunda
mitad
del
siglo
XVII,
eliminó
el
falso
intento
de
derivar
el
nombre
de
la
ciudad
de
León
a
partir
de
su
supuesto
fundador,
Leovigildo,
estableciendo
por
primera
vez
la
relación
directa
entre
León
y la
Legio
VII
Gemina,
su
fundadora,
identificación
que
se
ha
mantenido
sin
cambios
casi
hasta
nuestros
días.
Durante
la
restauración
de
la
catedral,
dirigida
por
el
arquitecto
D.
de
los
Ríos,
entre
1884
y
1888,
se
documentaron
restos
constructivos
de
gran
envergadura
en
el
subsuelo,
identificados
como
un
complejo
termal
de
época
romana.
A
finales
del
siglo
XIX,
se
derribaron
los
cubos
de
un
gran
sector
del
lienzo
septentrional
de
la
muralla
para
abrir
la
actual
calle
Carreras,
una
grave
agresión
al
patrimonio
arqueológico
de
la
ciudad
que
permitió,
sin
embargo,
recuperar
una
gran
colección
epigráfica,
publicada
por
Fita
y
conservada
hoy
en
el
Museo
de
León.
En
1960
los
trabajos
de
consolidación
del
subsuelo
de
la
catedral
provocaron
el
descubrimiento
de
nuevos
restos
de
las
termas
romanas.
García
y
Bellido
fue
llamado
para
ocuparse
de
su
interpretación.
Tal
vez
éste
fue
el
motivo
desencadenante
de
que
en
1961
y,
más
tarde,
en
1967,
realizara
varios
sondeos
arqueológicos
en
diversos
lugares
de
la
ciudad
(Puerta
de
Renueva,
Huerto
de
San
Isidoro,
Jardín
del
Cid…).
Un
año
más
tarde
se
conmemoró
el
XIX
Centenario
de
la
Fundación
de
la
Legio
VII
con
un
gran
Congreso
Internacional
bajo
su
dirección.
Las
excavaciones
desarrolladas
por
García
y
Bellido
en
diversos
puntos
de
la
ciudad
constituyeron
el
punto
de
partida
de
la
moderna
arqueología
romana
en
León.
Sus
resultados
apenas
se
han
visto
contestados
a lo
largo
del
tiempo
y
las
recientes
excavaciones
han
corroborado,
en
lo
sustancial,
las
hipótesis
ya
apuntadas
por
el
investigador.
Este
panorama
cambió
sustancialmente,
al
transferirse
las
competencias
sobre
el
Patrimonio
Cultural
a la
Comunidad
Autónoma
de
Castilla
y
León
en
1985.
A
partir
de
aquel
momento
se
sucederían
las
intervenciones
arqueológicas
dentro
del
conjunto
histórico
y en
sus
cercanías.
La
aprobación,
a
comienzos
de
los
noventa,
por
el
Ayuntamiento,
de
las
Normas
Urbanísticas
de
Protección
del
Patrimonio
Arqueológico
de
la
Ciudad
Antigua
de
León
supuso
un
nuevo
impulso,
pues
se
estableció
la
obligatoriedad
de
realizar
intervenciones
arqueológicas
en
las
obras
que
supongan
alguna
alteración
del
subsuelo
y se
nombró
a un
arqueólogo
municipal.
En
consecuencia,
durante
los
últimos
quince
años
se
ha
generado
un
enorme
volumen
de
información
arqueológica,
que
permite
renovar
y
completar
sustancialmente
la
visión
histórica
sobre
el
pasado
romano
de
la
ciudad,
acuñada
a
partir
de
los
trabajos
de
García
y
Bellido.
Ángel
Morillo
Cerdán
y
Victorino
García
Marcos
actualizan
en
este
número
el
resultado
de
las
últimas
investigaciones,
que
prueban
que
la
función
de
la
actual
León
como
capital
militar
de
la
Hispania
romana
fue
anterior.