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03/06/2005 |
P. Alvear
/ Oviedo
●
www.elcomerciodigital.com |
Cumpleaños
minoritario |
Filología Clásica celebra su 25 aniversario con sólo medio centenar de alumnos, quienes deberán «dejar Asturias para encontrar trabajo»
Hace
25
años,
la
Facultad
de
Filología
Clásica
abría
sus
puertas
en
la
ovetense
plaza
de
Feijoo.
Significó
«una
gran
oportunidad»
para
los
amantes
de
esta
especialidad
que,
por
fin,
podían
«quedarse
a
estudiar
en
Asturias».
Pocas
universidades
contaban
con
esta
carrera
y
la
de
Oviedo
apostó
por
ella.
Ólga
Álvarez
fue
una
de
las
nueve
alumnas
que
integraron
la
primera
promoción.
Hoy,
profesora
de
Latín,
celebra
con
entusiasmo
el
aniversario
de
Filología
Clásica,
que
prosigue
su
andadura
en
el
campus
del
Milán.
Un
cuarto
de
siglo
después,
la
especialidad
continúa
siendo
«vocacional
y
minoritaria».
Sus
cinco
cursos
cuentan
con
tan
sólo
54
matriculados.
A
pesar
de
ello,
su
futuro
está
garantizado
en
la
próxima
reforma
de
titulaciones.
Previsiblemente,
la
Universidad
perderá
19
de
sus
58
titulaciones,
pero
la
Filología
Clásica
«continuará».
Con
esta
certeza,
el
bajo
número
de
estudiantes
se
convierte
en
una
ventaja,
«un
lujo».
Las
clases
universitarias
se
tornan
de
corte
particular
y
la
relación
entre
el
docente
y
el
estudiante
es
muy
cercana,
aunque
estos
últimos
soportan
«un
mayor
control».
El
quinto
curso
es
el
que
menos
estudiantes
tiene.
Son
seis
y
con
regularidad
asisten
cuatro
a
las
lecciones.
Así
que,
como
dijo
Manuel
Álvarez,
«si
yo
falto
a
clase
es
como
si
no
se
presentasen
veinticinco
en
una
de
Derecho».
La
profesora
de
Lingüística
Griega
y
Filología
Griega,
Manuela
Álvarez,
defiende
que
el
«número
de
estudiantes
se
ha
ido
manteniendo
a
lo
largo
de
los
años».
El
ser
pocos
facilita
la
formación.
Los
alumnos
salen
«muy
bien
preparados».
Pero,
¿qué
futuro
laboral
les
espera?
La
enseñanza
o
la
investigación.
La
mayoría
apuesta
por
lo
primero
y
lo
tienen
difícil.
«Desde
hace
unos
diez
años
echamos
en
falta
la
salida
a
concurso
de
plazas»
para
profesores,
explica
Manuela.
Las
oposiciones,
para
impartir
en
Secundaria
Latín
o
Griego,
están
congeladas.
La
solución
es
emigrar.
«Aquí,
en
Asturias,
es
imposible
encontrar
trabajo.
Cuando
acabe
estudiaré
las
oposiciones
y
me
iré
a
otra
comunidad
autónoma»,
avanza
Manuel.
A
Natalia
Álvarez,
también
de
quinto
curso,
le
preocupan
la
salida
laboral.
Aun
así,
afirma
que
la
dificultad
de
encontrar
en
el
Principado
un
puesto
de
docente
«ya
la
conocía»
cuando
decidió
estudiar
esta
especialidad.
«Nadie
me
engaño»,
dice.
Comparando
esta
carrera
con
otras
«es
como
si
estuvieras
aparte,
pero
siempre
encuentras
una
recompensa»,
continúa.
Lo
que,
en
realidad,
molesta
a
esta
alumna
«son
los
comentarios
de
gente
que
dicen
que
esta
titulación
no
sirve
para
nada».
La
promoción
de
quinto
será
una
de
las
últimas.
La
reforma
universitaria
dejará
reducida
la
carrera
a
cuatro
años.
Cuando
esta
medida
sea
efectiva,
Carolina
Merino
estará,
con
suerte,
trabajando.
Sin
embargo,
desde
su
experiencia,
lamenta
la
reducción:
«Se
acabará
un
año
antes,
pero
a
los
que
les
toque
deberán
estudiar
las
mismas
materias
condensadas».
Un
mayor
sacrificio
que,
como
premio,
tendrá
el
dejar
Asturias
un
año
antes.
El
profesor
de
Filología
Latina,
Pedro
Manuel
Suárez,
tiene
claro
que
con
esta
medida
«perderemos».
«No
es
bueno
que
un
Gobierno
renuncie
a
las
cosas.
Tiene
que
estar
en
todo
si
queremos
que
las
especialidades
de
ciencias
y
letras
estén
en
la
primera
fila
de
reconocimientos
nacionales
e
internacionales».
Celebraciones
El
catedrático
de
Latín
y
uno
de
los
principales
impulsores
de
la
puesta
en
marcha
de
la
especialidad,
José
Luis
Moraviejo,
pronunció
ayer
la
conferencia
'Una
lectura
de
las
Odas
Romanas'.
Fue
el
eje
de
las
celebraciones
del
XXV
aniversario.
En
la
facultad
del
Milán
se
reunieron
los
profesores
y
estudiantes,
incluídos
los
de
la
primera
promoción.
Todos
cumplieron
ayer
25
años.
Sobre
todos
aquellos
que,
como
Olga
Álvarez,
continúan
su
periplo
profesional
en
la
facultad.
«En
este
tiempo
no
ha
cambiado
nada.
Los
mismos
docentes
que
comenzaron
dando
clase
siguen
en
activo»
y
se
han
convertido
en
una
gran
familia.
No
es
para
menos,
Olga
da
clases
de
Latín
en
cuarto
curso.
Tiene
12
alumnos
a
su
cargo.
El
«interés
y
la
motivación»
es
lo
que
les
mueve,
por
lo
que
aleccionarles
«también
es
un
lujo»
para
el
profesorado,
que
no
sufre
el
estrés
de
otros
compañeros
integrantes
del
colectivo.
Clásica
está
de
enhorabuena,
mientras
que
Románica
está
herida
de
muerte.
Los
responsables
de
la
primera
especialidad
no
entienden
su
posible
desaparición.
Sería,
dicen,
«una
gran
merma
para
la
propia
Universidad».
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