La
Caixa
abrirá
a
fin
de
año
el
local
de
la
plaza
de
la
Font
que
albergó
el
Café
Moka.
La
Caixa
abrirá
este
mismo
año
en
la
céntrica
plaza
de
la
Font
de
Tarragona
una
oficina
que
integra
enormes
muros
de
sustentación,
una
bóveda
y
gradas
del
circo
romano
de
la
ciudad.
El
local,
en
fase
de
restauración,
albergó
durante
décadas
el
Café
Moka
y
actualmente
estaba
cerrado.
La
adaptación
a
su
nuevo
uso
se
lleva
a
cabo
con
criterios
de
funcionalidad
y
respeto
a
los
elementos
del
monumento,
que
data
del
siglo
I
y
en
el
año
2000
fue
declarado
Patrimonio
de
la
Humanidad
por
la
Unesco.
La
obra
es
un
ejemplo
de
evolución
urbana
y
permite
al
visitante
contemplar
la
incorporación
de
dos
milenios
de
historia
al
presente
arquitectónico.
Este
proceso
es
la
esencia
de
la
historia
de
la
ciudad
y su
propia
materia
prima,
como
bien
lo
demuestra
una
ruta
por
el
barrio
de
la
Part
Alta
formada
por
edificios
y
establecimientos
modernos
que
contienen
vestigios
romanos.
OBSERVACIÓN
"No
hay
duda
de
que
la
oficina
de
La
Caixa
es
emblemática
porque
se
transforma
en
el
punto
en
que
es
más
fácil
observar
esta
característica
de
Tarragona",
explica
Joan
Aregio,
portavoz
del
equipo
de
gobierno
(CiU-PP).
Rafael
Gabriel,
presidente
de
la
Reial
Societat
Arqueològica
Tarraconense
(RSAT),
considera
esta
intervención
modélica
"porque
ha
salvaguardado
los
restos
valiosos
y,
aunque
sea
en
horario
laboral,
será
posible
contemplar
este
sector
del
circo",
afirma.
Gabriel
es
consciente
de
que
lo
mejor
es
que
estos
espacios
fueran
públicos,
aunque
reconoce
que
"no
existen
suficientes
recursos
económicos
para
hacer
frente
al
desembolso
que
representaría
la
compra
de
casas
y
solares".
A la
entidad
bancaria
el
proyecto
le
ha
salido
caro.
Una
portavoz
ha
explicado
que
el
presupuesto
inicial
de
la
reforma,
en
torno
a
1,2
millones
de
euros,
se
ha
disparado.
"Costará
mucho
más
dinero
porque
se
trata
de
una
obra
muy
compleja",
añade.
Los
trabajos
comenzaron
a
finales
del
2002.
SATISFACCIÓN
Una
de
las
personas
más
satisfechas
con
el
proceso
es
el
alcalde
de
Tarragona,
Joan
Miquel
Nadal
(CiU).
Él
convenció
en
1997
a
los
directivos
de
la
entidad
financiera
para
que
adquirieran
y
restauraran
el
viejo
edificio,
en
cuya
planta
baja
estuvo
el
desaparecido
café.