Los
expertos
creen
que
la
biblioteca,
sepultada
por
la
erupción
del
Vesubio,
podría
cambiar
la
historia
de
la
literatura.
La
Villa
de
los
Papiros
en
Herculano
oculta
obras
maestras
de
los
autores
clásicos.
Las
ruinas
de
Herculano,
en
peligro
por
la
urbanización
salvaje
de
su
entorno.
Cuando
el
24
de
agosto
del
año
79
d.C.
una
violenta
erupción
del Vesubio
destruyó
las
ciudades
romanas
de
Pompeya
y
Herculano,
la
lava
y
las
cenizas
abrasaron
no
sólo
a
quienes
huían
despavoridos,
sino
también
un
pedazo
de
la
literatura
universal,
que
podría
recuperarse
y
estudiarse
si
prosiguieran
las
excavaciones
en
la
villa
de
cierto
patricio
erudito.
Hace
veinte
siglos,
un
cónsul
romano
amante
de
las
letras
atesoró
en
su
lujosa
casa
de
Herculano,
ahora
denominada
Villa
de
los
Papiros,
una
biblioteca
con
lo
mejor
del
saber
de
su
tiempo,
con
especial
atención
a
la
filosofía
epicúrea.
La
lava
del
volcán
sepultó
esa
villa,
y
con
ella
los
rollos
de
papiro,
que
no
fueron
descubiertos
hasta
1752,
carbonizados,
amalgamados
entre
sí,
y
tan
frágiles
que
se
deshacían
en
pedacitos
al
intentar
desenrollarlos.
Una
sección
especial
de
la
Biblioteca
Nacional
de
Nápoles
custodia
1.800
de
esos
papiros
o
fragmentos
de
papiro,
la
mayoría
escritos
en
griego
-lo
cual
prueba
cuán
helenizada
estaba
la
Roma
del
momento-,
pero
también
algunos
en
latín.
La
Villa
de
los
Papiros,
que
tras
las
excavaciones
de
mitad
del
siglo
XVIII
fue
parcialmente
sacada
a
luz
en
trabajos
en
1985,
languidece
ahora
semienterrada
a
pocos
pasos
de
Herculano,
mientras
quienes
la
aman
por
igual
polemizan
sobre
la
urgencia
de
volver
a
excavar
o
esperar
un
poco
más.
El
escritor
británico
de
best
sellers
Robert
Harris
-cuya
última
novela
se
titula
precisamente
Pompeya-abrió
la
brecha
el
pasado
enero
con
un
artículo
en
el
Sunday
Times
en
el
que,
en
nombre
de
la
Herculaneum
Society,
un
lobby
cultural
con
base
en
Oxford,
ofrecía
20
millones
de
dólares
para
excavar
de
nuevo.
Argumento:
el
propietario
de
la
Villa
de
los
Papiros
-posiblemente,
el
cónsul
Lucio
Calpurnio
Pisón
Cesonino,
suegro
de
Julio
César,
que
vivió
un
siglo
antes
de
la
erupción,
o
tal
vez
el
cónsul
Apio
Claudio
Pulcro-
era
persona
muy
culta,
así
que
es
lógico
presumir
que
su
biblioteca
albergaba,
además
de
textos
epicúreos,
otras
obras
de
la
antigüedad,
que
quizá
siguen
allí
sepultadas
y
protegidas
por
las
cenizas
del
volcán.
"Si
se
excavara
otra
vez,
quizá
podríamos
recuperar
capítulos
enteros
de
la
historia
de
la
literatura
latina
-dice
el
profesor
Mario
Capasso,
director
del
Centro
de
Estudios
Papirológicos
de
la
Universidad
de
Lecce-.
Tenemos
textos
de
esa
época,
como
los
de
Virgilio
o
Lucrecio,
pero
los
tenemos
por
tradición
medieval,
y
excavando
podríamos
tener
las
versiones
originales,
e
incluso
dar
con
textos
desconocidos.
Sería
un
hallazgo
de
impacto
similar
al
descubrimiento
de
la
tumba
de
Tutankamón".
Mario
Capasso
-que
ha
estudiado
durante
30
años
los
papiros
de
Herculano
y
que
fue
alumno
del
fallecido
Marcello
Gigante,
insigne
estudioso
napolitano
convencido
de
que
los
1.800
papiros
hallados
son
sólo
la
mitad
de
la
biblioteca
de
la
villa-
admite
que
"no
sabemos
con
seguridad
si
hay
papiros
latinos
sepultados,
pero
por
lógica
debería
haberlos,
porque
se
halló
una
gran
biblioteca
griega,
y
sólo
unos
60
papiros
latinos".
Por
lo
pronto,
estudiar
los
papiros
extraídos
tras
la
primera
excavación,
realizada
por
el
ingeniero
suizo
Karl
Weber
entre
1750
y
1765
por
encargo
del
rey
de
Nápoles,
Carlos
VII
de
Borbón
-quien
después
reinó
en
España
con
el
nombre
de
Carlos
III-,
supone
todo
un
problema
técnico.
Un
escolapio
llamado
Antonio
Piaggio
inventó
en
esa
época
un
artilugio
para
desenrollarlos,
en
el
cual
se
basa,
en
parte,
el
sistema
más
usado
actualmente,
pues
quedan
aún
unos
800
papiros
por
abrir.
"Custodiamos
unos
1.800
papiros
o
trozos
de
papiro,
y
los
que
estaban
en
mejores
condiciones
ya
han
sido
desenrollados,
y
algunos
centenares
han
podido
ser
estudiados
-explica
Agnese
Travaglione,
responsable
de
la
Oficina
de
Papiros
de
Herculano,
sección
de
la
Biblioteca
Nacional
de
Nápoles-.
Ahora
se
estudian
con
nuevas
tecnologías,
como
la
lectura
al
microscopio
y
la
fotografía
digital."
La
espectroscopia
de
imagen,
creada
para
fotografiar
superficies
planetarias,
se
está
usando
para
sacar
a
la
luz
"imágenes
multiespectrales"
de
escritura
de
los
papiros,
que
en
algunos
casos
era
totalmente
invisible.
Sin
embargo,
a
quienes
sueñan
con
nuevas
excavaciones
que
saquen
a
la
luz
antiguos
textos
perdidos,
responde
otro
patrocinador
de
Herculano,
la
multinacional
Hewlett-Packard,
señalando
que
existen
urgencias
mayores.
En
una
carta
abierta
a
la
revista
de
arte
The
Art
Newspaper
publicada
el
pasado
febrero,
el
millonario
estadounidense
David
W.
Packard,
presidente
de
una
fundación
que
financia
iniciativas
arqueológicas
en
todo
el
mundo,
entre
ellas
las
del
yacimiento
de
Herculano,
argumentó
que,
tras
una
inspección
en
el
2000,
vio
claramente
que
"la
conservación
a
largo
plazo
y
el
mantenimiento
de
lo
ya
excavado
en
Herculano
son
la
prioridad
absoluta,
y
que
hasta
que
la
situación
no
haya
mejorado,
acometer
nuevas
excavaciones
parecería
una
búsqueda
irresponsable
de
tesoros".
De
hecho,
tanto
la
porción
visible
de
Herculano
como
la
Villa
de
los
Papiros,
distante
unos
cientos
de
metros,
sufren
grave
peligro
físico:
urbanización
salvaje
en
los
alrededores,
tráfico
contaminante,
infiltraciones
de
agua,
protección
exigua...
y
cacas
de
pichón,
muy
corrosivas
para
los
mármoles,
las
columnas
y
los
muros.
De
momento,
han
sido
soltados
tres
halcones
en
la
zona
para
darles
caza.
La
villa,
que
al
visitarla
da
la
impresión
de
ser
una
cantera
de
fondo
anegado
y
paredes
cortadas
a
cuchillo,
era
un
edificio
suntuoso,
de
250
metros
de
largo,
con
dos
peristilos,
una
gran
piscina
y
unas
termas;
la
lava
la
sepultó
dejándola
a
unos
30
metros
por
debajo
del
nivel
actual
del
terreno
circundante.
Proteger
el
complejo
actual
del
recinto
arqueológico
de
Herculano
es
la
prioridad,
según
la
italiana
Superintendencia
Arqueológica
de
Pompeya
y
según
la
British
School
de
Roma,
también
implicada
en
los
trabajos.
"La
tensión
es
de
carácter
práctico
-concluye
el
profesor
Mario
Capasso-.
los
papirólogos
quieren
que
se
excave
de
nuevo
en
la
villa,
para
encontrar
esos
papiros,
y
los
arqueólogos
por
su
parte
recuerdan
que
las
ruinas
necesitan
mantenimiento.
No
ha
habido
armonía
entre
estos
dos
colectivos,
pero,
más
allá
de
las
dificultades,
creo
yo
que
bastaría
sólo
un
poco
de
voluntad
para
hacerlo".
Un
tesoro
de
la
cultura
grecolatina
enterrado
Entre
lo
ya
recuperado
figuran
textos
de Filodemo
de
Gadara,
un
epicúreo
del
siglo
I
a.C.,
maestro
del
poeta
latino
Virgilio
y
quizá
también
de
Horacio,
y
muchas
obras
de
filosofía
griega,
entre
ellas,
la
mitad
de
la
producción
de
Epicuro,
y
el
único
tratado
jamás
hallado
de
Zenón
de
Sidón.
El
escritor
Robert
Harris
se
exalta
al
recordar
que
sólo
han
llegado
hasta
nuestros
días
siete
tragedias
de
Sófocles,
cuando
escribió
unas
120;
de
las
90
obras
de
Eurípides,
sólo
han
sobrevivido
19,
y
se
cree
que
Esquilo
escribió
entre
70
y
90
piezas,
pero
sólo
se
conservan
siete.
¿Y
si
algunas
de
esas
obras,
junto
a
otras
desconocidas,
griegas
y
latinas,
estuvieran
atrapadas
en
esa
villa
de
Herculano? |