Los
servicios
de
arqueología
del
Gobierno
de
Navarra
realizaron
excavaciones
sistemáticas
en
este
yacimiento
desde
1985
a
2000
bajo
la
dirección
de
Mª
Ángeles
Mezquíriz
y en
la
actualidad
están
al
descubierto
las
ruinas
del
edificio
central,
que
ocupa
11.000
metros
cuadrados.
El
conjunto
está
declarado
bien
de
interés
cultural.
La
primera
de
las
dos
intervenciones
aprobada
ahora
por
la
Dirección
General
de
Patrimonio
Cultural
consiste
en
la
restauración
de
la
bodega
de
la
villa,
afectada
por
el
desplome
de
su
muro
oriental
y
por
problemas
de
conservación
en
el
resto
de
las
estructuras.
La
obra
se
ha
adjudicado
a la
empresa
Entorno
y
Vegetación
S.A,
con
un
presupuesto
de
104.238
euros.
La
segunda
intervención
es
una
restauración
del
mosaico
del
oecus
(estancia
de
respeto
que
a
veces
se
usaba
como
comedor)
de
la
villa,
descubierto
en
el
año
1996
y
que
constituye
una
de
las
piezas
más
valiosas
en
su
género
encontradas
en
Navarra.
Este
mosaico
fue
objeto
de
una
limpieza
en
1998,
y
entonces
se
determinó
que
permaneciera
en
el
mismo
lugar,
protegido
por
una
cubierta
practicable.
Sin
embargo,
se
han
detectado
daños
producidos
por
las
fluctuaciones
climáticas,
por
lo
que
se
ha
resuelto
su
restauración
y
traslado
provisional
a
las
dependencias
del
Servicio
de
Patrimonio
Histórico
del
Gobierno
de
Navarra
hasta
el
momento
de
su
reposición
en
el
lugar,
cuando
se
realice
el
museo
que
está
previsto
construir
para
que
el
yacimiento
sea
visitado
y
conocido
por
el
público.
La
Villa
de
las
Musas
de
Arellano
fue
descubierta
en
1882,
cuando
se
rescató
el
mosaico
que
le
ha
dado
nombre
y
que
se
encuentra
en
el
Museo
Arqueológico
Nacional
desde
1945.
Este
establecimiento
fue
en
su
primera
etapa,
entre
los
siglos
I y
III
d.
C.,
una
explotación
agrícola,
especialmente
dedicada
a la
producción
de
vino
y
aceite,
como
lo
prueban
las
excavaciones,
en
las
que
se
han
encontrado
estancias
dedicadas
a
plataformas
de
prensado,
lagares
y
bodega,
organizadas
en
torno
a un
patio
abierto,
así
como
un
gran
aljibe
de
suministro
de
agua
con
pilares
centrales
en
los
que
apoya
una
doble
bóveda.
Más
adelante,
siguiendo
una
corriente
generalizada
en
el
mundo
romano,
la
finca
acabó
convertida
en
lujosa
residencia
de
campo
de
una
familia
de
la
aristocracia
local,
entre
los
siglos
IV y
V
d.C.,
lo
que
supuso
un
cambio
en
la
estructura
del
edificio,
con
la
destrucción
de
algunas
zonas
y
construcción
de
otras
nuevas,
y en
su
funcionalidad.
En
este
periodo
fue
un
centro
religioso
en
el
que
destaca
un
taurobolium,
o
gran
edificio
en
forma
de U
con
un
altar
central
donde
se
encontraron
dos
aras
con
decoración
grabada
de
cabezas
de
toro,
relacionado
con
el
culto
a
Attis
y
Cibeles.
Este
carácter
sagrado
de
lugar
aparece
reforzado
por
las
representaciones
de
los
mosaicos
que
pavimentan
las
nuevas
estancias,
con
escenas
del
mito
de
Attis
y
Cibeles
en
la
estancia
principal;
en
el
dormitorio
del
señor
de
la
casa
y en
la
biblioteca
o
espacio
octogonal
de
donde
procedía
el
citado
mosaico
de
las
Musas.
El
Gobierno
de
Navarra
ha
elaborado
un
plan
director
de
este
yacimiento
que
contempla
la
construcción
de
una
estructura
que
proteja
en
su
interior
las
ruinas
del
núcleo
principal,
permitiendo
la
visita,
con
un
centro
de
interpretación
del
mundo
rural
romano
para
los
visitantes.