La
historia
de
la
forma
en
que
una
república
de
hombres
libres
se
transformó
en
dictadura
por
la
violación
de
la
ley
sirve
de
meditación
sobre
las
relaciones
del
Poder
con
el
hombre.
En
una
gélida
oscuridad
los
soldados
de
la
decimotercera
legión
aguardaban
una
orden.
Venían
de
someter
ochocientas
ciudades
y
trescientas
tribus.
Ante
ellos,
un
Hombre.
Aquel
que
les
había
guiado
como
el
primero
de
ellos
a
través
de
la
lluvia
y la
noche;
a
través
de
la
muerte
y la
sangre,
del
dolor
y la
resurrección.
Aquel
con
quien
vencieron
el
miedo
y
enemigos
muy
superiores
en
número,
contemplaba
ensimismado
en
silencio
un
arroyuelo.
Medita
si
someterse
a la
ley
y
con
ello
dejar
su
mando
o…cruzar
ese
arroyo,
el
Rubicón.
Son
muchos
los
que
han
empleado
el
nombre
de
aquel
cauce
de
agua
para
referir
un
momento
trascendental,
un
paso
sobre
el
que
no
cabe
retorno.
Pero
no
es
menos
cierto
que
se
desconoce
el
significado
profundo,
filosófico
y
político
que
el
paso
de
Rubicón
supuso
para
Occidente.
Antes
de
aquel
momento,
el
Mediterráneo
estaba
salpicado
de
ciudades
libres.
Tanto
en
Grecia
como
en
Roma,
los
habitantes
no
se
consideraban
súbditos
de
un
faraón,
ni
de
un
rey
de
reyes,
sino
ciudadanos.
Y
alardeaban
orgullosos
ante
el
resto
del
mundo
de
su
condición.
Ellos
tenían
libertad
de
expresión,
propiedad
privada
y
derechos
plasmados
en
leyes.
Pero
tras
la
decisión
de
Julio
César
aquella
noche
del
10
de
enero
del
año
49
a.C.,
ya
no
quedó
ninguna
ciudad
libre.
La
República
romana
se
vino
abajo.
Y
con
ello,
un
milenio
de
autogobierno.
Occidente
tardaría
mucho
en
recuperar
el
espíritu
de
la
antigua
República
Romana.
Se
puede
decir
que
desde
el
Renacimiento
se
lleva
intentando
cruzar
el
Rubicón
en
sentido
inverso.
Las
revoluciones
inglesa,
francesa
y
americana
son
ejemplos
de
esa
búsqueda
y
reinstauración
de
una
República
de
Hombres
Libres.
Tan
significativo
fue
aquel
instante
que
ha
quedado
para
la
eternidad
como
referencia.
En
los
años
30,
los
camisas
negras
del
Duce
imitaron
ese
espíritu
con
su
marcha
sobre
Roma.
Oswald
Spengler
nos
hablaba
en
Años
Decisivos
de
la
configuración
espiritual
de
aquellos
que,
para
superar
las
crisis
económicas
y
morales
del
primer
tercio
del
siglo
XX,
se
inspiraron
en
Julio
César:
"La
forma
previa
al
cesarismo
se
hará
muy
pronto
más
precisa,
más
consciente
y
desnuda.
Caerán
del
todo
las
máscaras
de
la
era
de
los
interregnos
parlamentarios.
(…)
El
Destino,
concretado
antes
en
formas
graves
de
significación
y
grandes
tradiciones,
hará
historia
en
figuras
de
poderes
individuales
amorfos.
Las
legiones
de
César
despiertan
de
nuevo".
Ha
sido
un
inglés,
muy
popular
por
sus
comentarios
de
radio
en
Gran
Bretaña,
Tom
Holland,
quien
nos
ha
hecho
entrega
en
fecha
muy
reciente
de
una
magnífica
obra
con
el
título
del
célebre
arroyo
que
las
legiones
de
César
cruzaron
aquella
noche.
El
autor
ha
escrito
prestigiosas
adaptaciones
radiofónicas
de
las
Historias
de
Herodoto
y de
la
Eneida
de
Virgilio,
a
las
que
siguieron
la
Iliada
y la
Odisea
de
Homero.
Es
licenciado
por
Cambridge
y
doctor
por
Oxford.
El
gran
magnetismo
que
ejerce
este
libro
no
es
tanto
por
ser
un
libro
de
Historia
que
se
lee
como
una
novela,
sino
por
el
paralelismo
que
constantemente
uno
va
realizando
con
la
actualidad.
Roma
fue
la
primera
República
que
devino
en
única
potencia
mundial,
y a
través
del
relato
de
las
pugnas
civiles,
de
estratégicas
batallas
en
puntos
clave
de
la
geografía,
vamos
adivinando
que
aquella
Roma
es
hoy
Estados
Unidos.
Todas
las
cuestiones
geopolíticas,
la
globalización,
la
influencia
de
la
expansión
sobre
la
cultura
propia
y el
espíritu
militar
que
tantas
veces
hemos
visto
en
los
cuerpos
de
marines,
los
vemos,
a
través
de
los
ojos
de
Holland
en
las
legiones
del
águila
invicta.
En
definitiva,
Holland
nos
muestra
la
relación
del
Poder
con
el
hombre.
La
creación
y
defensa
de
un
Estado
y
las
formas
de
gobierno.
Pero
lo
más
grave
de
esta
obra
es
su
reflexión
por
la
Libertad.
Nos
recuerda
las
palabras
de
Cicerón:
"El
fruto
de
la
libertad
excesiva
es
la
esclavitud".
Y
nos
deja
flotando
–y
sin
responder–
la
pregunta
inversa:
"¿Cuál
sería
el
fruto
de
la
esclavitud?".
Quede
la
respuesta
sin
contestar
y
que
cada
lector
de
la
obra
de
Holland
busque,
tras
la
gloria
de
las
legiones,
qué
fue
de
aquella
sociedad
de
hombres
libres.
Ante
nuestros
ojos
hay
en
Occidente
–de
nuevo–
muchas
amenazas
que,
bajo
formas
amables,
nos
traen
la
Dictadura.
Sin
duda,
Orwell
y
Huxley
debieron
leer
también
la
historia
de
la
República…
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