en culturaclasica.com

en toda la Web

Practica el latín vivo (descárgate las dos revistas en latín. formato pdf)

 

Chat en latín

 

14/03/2005

J. García Bernal www.diariodesevilla.com

Claude Mossé: 'Memoria del Mediterráneo'
Como afirma Claude Mossé al final de esta brillante biografía, "estudiar el mito de Alejandro es una manera de comprender mejor cómo funciona la memoria histórica". Su condición liminar, fronteriza, permite además contrastar la elaboración de este mito en las tres grandes tradiciones culturales del Mediterráneo: la griega, la judía y la musulmana.

La idealización de Alejandro, sobre la que ha escrito bellas páginas Paul Goukowsky, comienza, en realidad, tras su muerte cuando Tolomeo que había participado en las campañas de Asia busca su protección y levanta un mausoleo en su honor en Alejandría. Poco después empieza a identificarse con Dioniso (divinidad que habría cohabitado con su madre, Olimpia, según una de las leyendas sobre su nacimiento que recoge Plutarco) y se instituye la fiesta de las tolemeas. En este ambiente helenístico surgen también las primeras historias que narran su vida y sus hazañas.

Antonio de Pereda. 'La familia de Darío ante Alejandro' (siglo XVII)

No todas, en cambio, adoptan la visión épica del personaje predestinado que trazó Clitarco y que fue la base de la redacción de las famosas historias de Diodoro o Quinto Curcio. La filosofía estoica y peripatética adoptó desde el principio una postura crítica respecto del personaje que retrató como rey brutal, disoluto y despótico. Los episodios de Parmenión y de Clito, acusados injustamente de traición y violentamente ejecutados, dieron argumentos a Trogo Pompeyo y Séneca para subrayar el perfil ambicioso y colérico del aqueménida que se convertía, así, en la encarnación de la desmesura y de la hybris. Aunque fueron muchos más los autores romanos que destacaron sus virtudes como gobernante y su clemencia con los pueblos conquistados.

La literatura árabe ofreció también una visión matizada del conquistador de la India. La autora resume este contraste en la obra de Masudi Las praderas de oro. Alejandro es, por un lado, el usurpador de los persas; por otro, el protector de los sabios (griegos). Pero el mayor interés de éste y otros textos medievales reside en la reutilización del fondo histórico antiguo para la elaboración de relatos míticos con un notable componente de fantasía y maravilla. Alejandro es, en estos textos, el héroe que construye un muro para proteger a los justos de los enemigos de Dios y el viajero celeste que llega a las puertas del Paraíso. Estos temas aparecen en la tradición talmúdica de la comunidad hebrea de Persia, se repiten en los escritores árabes y en las distintas versiones del Libro de Alejandro, atribuido a Calístenes, que circularon en las cortes critianas.

En este último texto (modelo de la literatura caballeresca de los siglos XII y XIII) Alejandro ya no es hijo de Filipo, sino de Nectanebo, funda Alejandría después de consultar el oráculo de Amón, y su hybris adquiere dimensión trascendente en el episodio del ascenso a los cielos.

Claude Mossé dedica la segunda parte de su libro a repasar esta larga herencia de la memoria común del Mediterráneo que hasta aquí hemos resumido. Pero ¿qué relación hubo entre la imagen del macedonio labrada en el imaginario colectivo de los pueblos del Mediterráneo y las circunstancias históricas de su vida? Claude Mossé aventura algunas hipótesis de trabajo tras una cuidadosa revisión de las dos tradiciones de fuentes que nos han llegado del conquistador de Persia: la más realista y directa de Arriano, que utilizó las memorias de Aristóbulo de Casarea (compañero de Alejandro) y el relato de Tolomeo; y la citada de Clitarco de Alejandría, responsable en gran medida de la imagen idealizada que explotaron Diodoro de Sicilia y Quinto Curcio.

Por un lado, es difícil negar las ilusiones que despertó el hijo de Filipo en la Hélade en una época de crisis y fragmentación política tras la victoria de los persas. El joven Alejandro fue recibido como el liberador (hegemon) que restablecería la confianza de la cultura griega frente a Darío, dueño de Asia. Por otro lado, la imagen del rey déspota, de conducta destemplada y decisiones arbitrarias parece que nace en los propios campamentos del lacedemonio. Muchos soldados y generales quedaron decepcionados por la forma de proceder de su monarca. El rey de Macedonia que no supo respetar la costumbre de someter a la asamblea de la tropa sus decisiones, quebraba la vieja ley del pueblo macedonio. Es posible que de este ambiente de descontento surgiera el traidor que provocó la súbita muerte del héroe tras un banquete en Ecbatana.

Alejandro, fascinado por la soberanía de Darío y de sus sátrapas de Oriente, se orientalizó en costumbres y actuaciones conforme penetraba en las regiones más alejadas del Imperio Persa. Sus soldados se negaron a reverenciarle como hacían los nuevos súbditos del Indo y el Hifaso, y nunca aceptaron ser tratados como serviles, cuando eran hombres libres. El Alejandro histórico no tuvo, pues, la prudencia política que esperaban los griegos y labró ya en vida la obcecación y la ceguera que encendería las leyendas medievales sobre su desafío a los límites de la condición humana.

 

Current Date/Time 2

Enlaces relacionados

 
 


quienes somos| colaborar | publicidad | estadísticas | contactar | patrocinadores

©Agamador & Tiresias. Asociación cultural CULTURACLASICA.COM
asociacion@culturaclasica.com