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23/03/2005

Patricio Downes /Clarín● www.periodistadigital.com

Los códices de la Colonia, relatos de corrupción y picardías
Investigadores argentinos hallan y traducen documentos en latín, escritos en los siglos XVII y XVIII. Narran episodios de la vida eclesiástica y cotidiana en las regiones de Córdoba, Tucumán y Santiago.

"La tinta se pondrá colorada de vergüenza", escribió en 1701 el jesuita José Mazó al Consejo de Indias para denunciar la conducta sexual del obispo de Tucumán. La carta está guardada en la Biblioteca Nacional de Madrid, fue escrita en latín y es uno de los textos de los siglos XVII y XVIII —previos a la Independencia argentina— que se encuentran en pleno proceso de traducción y edición a cargo de un equipo de investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA), encabezado por Alfredo Fraschini.

El escenario de tanta metralla postal fue la diócesis del Tucumán que abarcaba Córdoba, Tucumán y las demás provincias del Noroeste argentino. El obispo Manuel Juan Mercadillo tenía su sede en Santiago del Estero y luego se trasladó a Córdoba en 1699. El jesuita Mazó estaba escandalizado por la vida licenciosa de Mercadillo (que tuvo una hija con una criada mulata) y su manejo irregular de las rentas eclesiásticas.

Estas cartas y códices, que ahora se editarán en CD y papel, fueron escritos en latín en un 70% y comentan cuestiones científicas, filosóficas y de la vida cotidiana, además de los libros usados en la Universidad de Córdoba, fundada en 1614. Están guardados en diferentes archivos de España y Argentina.

Las notas que cruzaban caminos y océanos contienen numerosas denuncias de corrupción. Cuestionan, por ejemplo, la actuación del dominico portugués Francisco de Victoria, obispo de Tucumán desde 1582, quien usó una falsa credencial de inquisidor para amenazar con "cárcel y hoguera" a quienes le desobedecieran.

También su sucesor, el ya mencionado Mercadillo, quien utilizó una bula papal apócrifa para crear su propia universidad en competencia con los jesuitas.

Códice Escurialense

La investigación que dirigió Fraschini, titular de Lengua y Cultura Latinas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, será presentada en el Simposio Internacional sobre Cultura Colonial, los días 23, 24 y 25 de noviembre en la Biblioteca Nacional. Ya confirmaron su presencia lingüistas de España, Alemania, México y Perú.

Una gran parte del estudio abarca el Códice Escurialense, 266 hojas de papel de trapo, escritas de ambos lados, cosidas y con tapas de pergamino. Las copias digitales fueron hechas en el monasterio de El Escorial por Fraschini y su equipo.

En estos documentos aparece una crítica social a la Córdoba de mitad del siglo XVIII realizada por Francisco Javier Miranda, quien fue rector del Colegio de Monserrat.

Branca Tanodi, directora del Archivo Histórico de la Universidad de Córdoba, explicó que el uso del latín era parte de la vida clerical, mientras que la corona y el Consejo de Indias escribían en español. También los protocolos notariales de los escribanos se redactaban en esa lengua. "Allí hay mucho de la vida cotidiana —señaló—. Nos permite saber que en 1604, mientras la mayoría de los hombres sabía escribir, el 80% de las mujeres eran analfabetas".

Otro personaje notable hallado por Fraschini es el santafesino Buenaventura Suárez, cuyos hallazgos de astronomía y meteorología fueron traducidos al latín y guardados en la Universidad de Bolonia, Italia. Sin salir nunca de Santa Fe, Suárez predijo en 1743 los eclipses de Luna que ocurrirían en los próximos 100 años, además de algunos eclipses de Sol con datos útiles para la agricultura. También calculó la hora de las principales ciudades del mundo, según el meridiano de Santa Fe.

Los estrictos colegios del siglo XVIII

Más melancólico es el relato de José Peramás, quien en "Laudationes quinque" (Cinco alabanzas) recordó que los estudiantes pasaban hasta diez años "sin sacar el pie fuera del colegio" Monserrat, de Córdoba. La investigadora Marcela Suárez, traductora del texto, señaló a Clarín que es "un documento insoslayable acerca del diálogo entre la tradición clásica y nuestra literatura colonial", resuelto por Peramás con estilo elegante.

Recordó la "túnica negra hasta los pies" de los estudiantes, adornados con una estola púrpura y el nombre de Jesús en un escudito de plata. Según Peramás, el aislamiento ayudaba a formar a los chicos con letras como las del Olimpo, que "no pueden ser destruidas ni por la violencia de los vientos ni por la lluvia".

Así de estrictos eran los claustros estudiantiles, con clases y debates en latín, porque muchos de los profesores eran extranjeros y así salvaban la diferencia de idiomas. El nivel de "Laudationes", impreso en el Monserrat, contrasta con los relatos de principios del 1700 donde se denuncia a un prelado por negocios realizados en "la tienda del obispo" o prohibir que en el confesionario las mujeres contaran al cura temas ajenos a sus pecados, para que no revelaran "las llanezas (del religioso) que no son poco escandalosas".

Los sucesos de la vida clerical, relatados en cartas de la época, nada tienen que envidiarle a la difusión mediática de nuestros días. Por ejemplo, en cartas al Consejo de Indias o en recoletos mensajes en latín y español, con citas de Horacio, Cicerón o Virgilio, toda la diócesis comentaba el juicio al obispo Melchor Maldonado, fallecido en 1661, quien fue acusado de dilapidar el tesoro eclesiástico.

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