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11/03/2005

Ainoha Paredes ● www.diariosur.es

Del siglo IV al ciberespacio
La Biblioteca británica lidera un proyecto para digitalizar y actualizar el Codex Sinaiticus, la Biblia más antigua que se conserva.

La Biblia más antigua, el llamado Codex Sinaiticus, podrá ser accesible a cualquier ciudadano del mundo interesado en el icónico tesoro que data del siglo IV después de Cristo. La Biblioteca Británica anunció ayer en Londres un ambicioso proyecto internacional, que no sólo contempla la digitalización del códice, sino su reinterpretación y una explicación detallada y objetiva de cómo esta Biblia ha acabado repartida en cuatro lugares distintos del planeta: Sinaí (Egipto), Londres, Leipzig (Alemania) y San Petersburgo.

El Codex Sinaiticus fue escrito a mano en griego en la época en que el Imperio Romano se dividió y el emperador Constantino el Grande, que gobernaba el Imperio Romano de Oriente adoptó el cristianismo. La cultura griega dominaba esta parte del imperio y el documento fue producido como respuesta al deseo de juntar las versiones griegas de las principales escrituras judías y cristianas. El Codex Sinaiticus, cuyo formato es a modo de libro y contiene el Antiguo y el Nuevo Testamento, además de otras escrituras, marca también un cambio en la manera de transmitir los textos, que hasta ese momento se presentaban en pergaminos.

El nombre del manuscrito responde al lugar donde se preservó durante siglos: el Monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí (Egipto), donde, según la Biblia, Dios habló a Moisés y le entregó las tablas con los Diez Mandamientos. A mediados del siglo XIX un académico alemán, Constantine Tischendorf, se llevó del monasterio fragmentos del códice a su país, mientras que otros se los presentó al zar de Rusia. El Gobierno soviético vendió gran parte al Museo Británico en 1933, que lo traspasó a la Biblioteca Británica. Ésta es, a grandes rasgos, la historia de cómo este libro histórico acabó repartido entre la institución británica, la Biblioteca de la Universidad de Leipzig, la Biblioteca Nacional de Rusia en San Petersburgo y el monasterio.

Misterios sin resolver

Pero, según el arzobispo Damianos del convento de Santa Catalina, aún hay misterios por resolver. El monasterio perdió el rastro de las partes incautadas y, hasta hace poco, no tenía conocimiento de que algunos fragmentos se encontraban en Rusia. De hecho, los monjes de Sinaí siempre han lamentado la pérdida del manuscrito de su biblioteca. Ahora, para Damianos este proyecto permitirá reconstruir de manera objetiva las aventuras que ha vivido el códice.

La digitalización llevará cuatro años y su coste asciende a 974.000 euros. Hasta el momento se han recaudado unos 215.000 y se espera obtener el resto de los fondos antes del próximo diciembre. Una vez concluido, se piensa traducir al alemán, al griego moderno y al castellano.

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