¿Se
puede
identificar
el
mítico
Tarteso
de
los
griegos
y
el
Tarsis
de
la
Biblia
con
el
hábitat
protohistórico
que
yace
bajo
lo
que
hoy
es
la
ciudad
de
Huelva?
La
respuesta
es
sorprendente.
Uno
de
los
enigmas
de
nuestro
pasado
remoto
que
más
ríos
de
tinta
ha
hecho
correr
es
el
del
mítico
Tarteso
de
las
fuentes
griegas,
en
ocasiones
identificado,
a
su
vez,
con
el
Tarsis
de
la
Biblia.
Hay
una
vieja
tradición
que
sitúa
a
este
Tarsis-Tarteso
en
la
zona
suroccidental
de
la
Península
Ibérica,
de
manera
que
sería
la
primera
civilización
propiamente
dicha
en
surgir
sobre
nuestro
suelo.
Sin
embargo,
estas
interpretaciones
no
siempre
se
han
construido
con
el
rigor
deseable,
y
frecuentemente
no
son
otra
cosa
que
fantasías
sobre
lo
que
en
su
origen
ya
eran
noticias
de
un
tiempo
lejano
transformadas
en
mitos.
Fernando
González
de
Canales,
miembro
del
Centro
de
Estudios
Fenicios
y
Púnicos
de
la
Universidad
Complutense
de
Madrid,
emprende
en
la
presente
monografía
una
revisión
de
la
cuestión
a
la
luz
no
sólo
de
la
exégesis
de
las
fuentes
griegas
y
bíblicas
ya
conocidas,
sino
también
de
los
últimos
hallazgos
arqueológicos.
La
suya
es
una
obra
de
tesis,
que
sostiene
la
existencia
histórica
de
Tarsis-Tarteso
y
lo
ubica
en
un
lugar
concreto,
el
que
ocupa
en
la
actualidad
la
ciudad
de
Huelva,
pero
lo
hace
con
la
debida
prudencia
y
respeto
del
método
científico.
González
de
Canales
analiza
en
primer
lugar
los
mitos
griegos
relativos
a
occidente
y
lo
que
de
ellos
se
puede
deducir
sobre
el
conocimiento
que
los
primeros
helenos
pudieron
tener
de
la
geografía
de
aquellas
regiones,
así
como
los
vestigios
arqueológicos
que
han
dejado
las
conexiones
que
la
Península
Ibérica
mantuvo
con
oriente
durante
los
siglos
oscuros
de
Grecia. En
un
segundo
capítulo,
se
ocupa
del Tarsis
bíblico,
lo
que
plantea
especiales
dificultades
en
un
momento
como
el
actual
en
el
que
vuelve
a
estar
sometida
a
profunda
revisión
y
debate
la
historicidad
del
Antiguo
Testamento.
Por
último,
la
tercera
parte
de
la
obra
se
centra
en
el Tarteso
de
los
griegos,
tal
como
aparece
en
las
fuentes
que
nos
han
llegado,
y
en
las
trazas
que
la
presencia
griega
ha
dejado
en
la
zona
a
la
que
apuntan
las
mencionadas
fuentes,
el
suroeste
de
la
Península
Ibérica.
No
se
elude
siquiera
el
tema
de
la
Atlántida
de
Platón
y
su
relación
con
Tarteso;
sin
llevar
las
cosas
más
allá
de
lo
racionalmente
admisible,
se
estudia
la
posibilidad
de
que
el
continente
imaginado
por
el
filósofo
ateniense
sea
una
lejana
reminiscencia
tartésica.
La
riqueza
del
hábitat
protohistórico
de
Huelva,
además
de
las
coincidencias
de
la
configuración
del
estuario
de
los
ríos
Tinto
y
Odiel
en
aquella
época
con
las
descripciones
que
las
fuentes
nos
han
transmitido
del
entorno
de
Tarteso,
inclinan
al
autor
por
esta
hipótesis
de
localización
de
la
ciudad
frente
a
otras
propuestas
muy
difundidas,
como
la
que
la
situaría
en
la
desembocadura
del
Guadalquivir,
donde
hoy
se
encuentra
el
Parque
Nacional
de
Doñana.
Los
especialistas
juzgarán
la
viabilidad
de
la
tesis
de
González
de
Canales;
a
los
lectores
comunes
nos
basta
con
haber
aprendido
un
poco
más
sobre
nuestro
pasado
y
saber
que
sigue
vivo
el
interés
científico
por
desentrañarlo.
Fernando
González
de
Canales
Cerisola.
Del
Occidente
mítico
griego
a
Tarsis-Tarteso.
Fuentes
escritas
y
documentación
arqueológica.
Biblioteca
Nueva.
Madrid,
2004.
427
pp.
35
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