Fecha: Del 6 de Junio al 28 de Agosto de 2005
Lugar: Museo de Almería. Carretera de Ronda, 91 04005 Almería
Horario: De martes a domingo de 10 a 14 y de 18 a 21 horas.
Comisarias: Paloma Cabrera y Ángeles Castellano
Organiza: Ministerio de Cultura.
Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales.
Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes
Colabora: Caja de Ahorros del Mediterráneo
DESCRIPCIÓN:
Apolo, el dios joven y atlético, modelo para la juventud, patrono de los juegos deportivos que en su honor se celebraban en el santuario de Delfos, encarna la más alta expresión de la excelencia física y moral, sublime ideal que caracteriza al espíritu de la Grecia antigua. Reflejos de Apolo, reflejos del dios, los atletas griegos buscaron a través del ejercicio gimnástico y de la competición deportiva, del esfuerzo y del triunfo participar de la inmortalidad del espíritu divino.
La exposición recorre diversos ámbitos espaciales y temáticos. Nos adentramos en el espíritu competitivo, encarnado en los dioses y héroes míticos, y en los espacios agonales, como la guerra, la caza o la arena deportiva. El gimnasio, símbolo de la cultura griega, es el lugar donde los jóvenes adquieren el entrenamiento físico necesario para desarrollar sus cuerpos y el aprendizaje intelectual que modelará su espíritu y su mente. Allí se forman los futuros ciudadanos, los que combatirán en la falange hoplítica en defensa de su patria, los que gobernarán la ciudad y regirán la vida política.
Las pruebas atléticas y deportivas –agones- se cuentan entre los más importantes acontecimientos religiosos de la antigua Grecia. Celebradas en las fiestas en honor de un dios, marcan rítmicamente el calendario religioso de las ciudades griegas. Los Juegos Olímpicos, Píticos, Ístmicos, o Panatenaicos eran los más famosos e importantes festivales atléticos de Grecia. Fueron numerosas las disciplinas deportivas desarrolladas con ocasión de los grandes juegos panhelénicos. Las principales se enmarcaban en dos grandes grupos: el gymnikos agon que reunía todas las pruebas celebradas en el estadio –carrera a pie, con o sin armas, lanzamiento de disco y de jabalina, salto de longitud, lucha y boxeo- y el hippikos agon, celebradas en el hipódromo. Las pruebas ecuestres eran prestigiosas, espectaculares y variadas: carreras de caballos, carreras de carros tirados por dos o cuatro caballos, carreras de mulas o de potros. En todas ellas la noción de competición se conjuga con la de espectáculo. Los vencedores no sólo obtenían una corona vegetal o un ánfora de aceite como premio, símbolos sagrados otorgados por el mismo dios, sino, sobre todo, el reconocimiento y la gloria públicas que se extendían a su familia y a su ciudad.
La competición como motor social y político fue práctica e ideal arraigado en otras sociedades mediterráneas. La exposición muestra también la práctica de competiciones o agones en Iberia, ligados a celebraciones funerarias, a victorias guerreras y a rituales de iniciación de los jóvenes en la sociedad de los adultos. Si la imagen deportiva griega llegó a Iberia a través de vasos importados y se convirtió en elemento prestigioso adoptado por la aristocracia ibérica, pronto surgen creaciones propias donde se incorporan figuraciones de pugilistas o de combates.
Los juegos romanos –ludi- tuvieron también un carácter religioso. Los más antiguos e importantes eran los Ludi Magni, celebrados durante la República en honor de Júpiter Óptimo Máximo con motivo de alguna victoria militar, aunque luego tuvieron un carácter anual. Las competiciones atléticas y gimnásticas se añadían a los programas del festival. Las carreras más habituales eran las de bigas y cuadrigas. Los aurigas eran verdaderos profesionales que contaban con un gran séquito de admiradores. Los premios consistían en palmas, coronas y dinero. Aunque nunca llegaron a perder sus raíces religiosas, paulatinamente incrementaron su dimensión festiva y política, hasta convertirse en instrumento propagandístico en manos de la aristocracia y del poder imperial. Lejos, por tanto, del concepto griego del deporte, donde se busca la excelencia física y moral individual, en Roma se concibe como un espectáculo de masas, como divertimento utilizado por las clases dirigentes para afianzar su poder.
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