La
ciudad
romana,
la
legendaria
Astúrica
Augusta,
yace
dormida,
que
no
muerta,
en
las
entrañas
de
la
actual
Astorga.
Su
latido,
leve
a
los
ojos
de
la
calle,
pero
imperturbable,
se
siente
en
los
restos
conservados
en
varios
sótanos
y
solares
de
la
ciudad,
en
la
labor
divulgativa
y de
estudio
del
Museo
Romano
y en
las
investigaciones
de
Angeles
Sevillano
Fuertes,
arqueóloga
municipal
y
directora
del
centro
museístico.
Los
cimientos
de
la
villa
que
hoy
contempla
las
vegas
de
los
ríos
Jerga
y
Tuerto
hunden
sus
raíces
un
mítico
pasado
de
21
siglos
atrás.
Como
un
mosaico
dispar
y
caprichoso,
Astúrica
se
ha
ido
desvelando
en
restos
de
domus
(casas
lujosas),
ínsulas
(edificios
de
viviendas
en
pisos),
termas
(mayores
y
menores),
calles,
tabernae
(tiendas)
y
especialmente
en
el
soberbio
foro
de
30.000
metros
cuadrados
que
se
despliega
desde
la
ergástula
(pórtico
abovedado
en
el
centro
del
forum)
y
supera
ampliamente
la
actual
Plaza
Mayor.
Lentamente
ha
ido
desperezándose,
en
15
años
de
excavaciones
y
otros
tantos
de
estudios
y
debate
de
teorías,
hasta
ofrecer
una
trama
completa
ensamblada
por
la
investigadora
Angeles
Sevillano.
La
declaración
de
conjunto
histórico,
que
ampara
a
Astorga
desde
la
década
de
los
70,
ha
permitido
una
doble
vía
de
intervención.
Tal
protección
obliga
a la
excavación,
previa
a la
construcción
de
cualquier
edificio,
de
todo
solar
contenido
en
el
conjunto
abrazado
por
la
muralla
tardorromana.
Además,
se
practica
una
supervisión
arqueológica
en
el
perímetro
de
protección
y,
si
aparecen
evidencias,
se
procede
a
excavar.
La
conservación
de
los
hallazgos
también
ha
sido
posible
gracias
a
los
acuerdos
instados
por
el
Ayuntamiento
para
que
algunos
restos
se
preserven
in
situ
en
los
sótanos
de
los
nuevos
edificios,
a
cambio
de
ofrecer
compensaciones
volumétricas
(una
altura
más,
en
algunos
casos)
a
los
constructores.
Pero
Astúrica
tiene
ante
sí
un
reto
de
mayor
envergadura,
aplazado
en
esa
perniciosa
laxitud
administrativa
que
condena
a
tantos
proyectos
culturales.
En
1998,
la
Junta
de
Castilla
y
León
y el
Ayuntamiento
de
Astorga
firmaron
un
protocolo
de
colaboración
que
tenía
por
objeto
desarrollar
un
proyecto
de
musealización
del
pasado
romano,
en
definitiva,
dar
testimonio
de
la
ciudad
imperial.
En
la
actualidad
y a
excepción
de
la
ruta
romana,
abierta
a
los
visitantes
en
la
temporada
de
verano,
la
musealización
no
ha
superado
los
estudios
previos,
es
decir,
los
encargos
de
proyectos,
la
topografía
de
los
conjuntos
excavados
y la
redacción
de
un
plan
de
restauración
y
consolidación.
Pero
no
existen
obras
ni
se
puede
ofrecer
al
público
una
recreación
aproximada
de
tan
rancio
pasado.
La
mirada
codiciosa
del
Imperio
se
dirigió
a
estos
lares
seducida
por
el
oro
de
Las
Médulas
y
otros
yacimientos
auríferos
existentes
en
Maragatería
y
Valduerna.
Astúrica
fue
izada
sobre
distintos
recintos
defensivos,
cuyo
primer
antecedente
es
el
campamento
militar
levantado
por
la
Legio
X
Gémina,
hacia
los
años
15-10
antes
de
Cristo.
Como
si
de
un
sepulcro
se
tratara,
un
sótano
custodia
en
sombría
frialdad
dos
trincheras
paralelas
que
dan
testimonio
de
la
presencia
del
aquel
ejército
imperial.
Tal
como
señala
Angeles
Sevillano,
después
de
las
guerras
contra
los
pueblos
cántabros,
Augusto
lleva
a
cabo
la
pacificación
y
romanización
del
territorio.
Y en
ese
contexto,
en
un
tiempo
determinado
entre
finales
del
reinado
de
Tiberio
y
principios
del
de
Claudio,
se
funda
la
ciudad
emplazada
sobre
el
escarpe
mesetario
que,
a
868
metros
de
altitud,
se
señorea
en
el
interfluvio
del
Jerga
y el
Tuerto.
Aquella
ciudad
magnífica,
capital
de
conventus
asturum
en
el
Alto
Imperio,
tenía
el
poder
administrativo,
judicial
y
religioso
sobre
un
territorio
que
hoy
se
correspondería
con
Asturias,
León
y el
norte
de
Palencia.
Astúrica
se
desplegaría
en
un
recinto
de
26
hectáreas
de
superficie,
fortificado
con
una
muralla
de
2.200
metros
de
longitud,
provista
de
24
torres
o
bastiones
semi-circulares.
El
esplendor
que
irradiaba
Roma
prendía
en
estas
tierras
septentrionales.
En
la
disección
de
la
antigüedad,
la
ciudad
yaciente
no
sólo
se
ha
mostrado
por
los
restos
de
sus
domus
y
edificios
públicos,
sino
muy
especialmente
por
su
infraestructura
sanitaria,
sus
cloacas.
Las
alcantarillas,
abovedadas
o
adinteladas,
han
ido
componiendo
el
trazado
de
las
calles,
ya
que,
como
en
la
actualidad,
se
situaban
en
medio
de
las
vías
urbanas
para
dar
servicio
a
los
edificios.
Penetrar
en
la
cloaca
es
hundirse
en
un
tiempo
perdido
y
hallarse
ante
la
certeza
de
la
historia.
Es
aquí,
cuando
el
visitante
toma
conciencia
de
que
un
secular
pasado
se
encierra
entre
las
piedras
de
la
ciudad
que
hoy
vive.
Un
enigma
queda
por
resolver:
cómo
se
abastecía
de
agua
la
gran
ciudad.
Tal
como
apunta
Angeles
Sevillano,
es
de
suponer,
especialmente
por
la
configuración
topográfica
de
la
ciudad,
que
el
agua
vendría
de
la
zona
norte
de
la
población
y
esta
tesis
se
fundamenta
además
en
las
noticias
que
dejó
el
investigador
José
María
Luengo
sobre
la
existencia
de
grandes
tuberías
en
el
área
septentrional.
Al
suroeste
de
la
trama
urbana,
aparecen
la
termas
menores,
completadas
con
otras
mayores,
situadas
en
el
centro
del
casco
histórico.
El
disperso
conjunto
de
piedras
que
demarca
salas,
patios,
hornos
y
piscinas,
va
cobrando
vida
y se
prende
de
lejanos
sonidos
cuando
el
relato
de
la
arqueóloga
dibuja
sobre
estos
restos
aquellos
baños
públicos
donde,
a la
higiene,
se
sumaban
las
relaciones
sociales,
políticas,
culturales
y
las
intrigas
de
una
floreciente
urbe.
El
encuentro
del
visitante
con
la
llamada
aedes
augusti
—cuya
función
como
sala
de
culto
al
emperador
podría
ser
ahora
es
discutible,
aunque
es
indubitado
su
carácter
de
edificio
público
de
relevancia—
es
el
preámbulo
de
la
pieza
más
espléndida
y
singular
de
Astúrica:
el
foro.
Localizado
en
el
extremo
meridional
del
cerro
sobre
el
que
se
asienta
la
ciudad,
el
forum,
heredero
del
ágora
griega,
es
el
alma
de
la
civitas.
Con
la
pasión
de
quien
ha
modelado
el
pasado,
resuelto
algunas
de
sus
encrucijadas
y
construido
teorías
sobre
sus
vestigios,
Angeles
Sevillano
se
complace
hoy
en
haber
recreado
el
foro
de
Astúrica
y
confirmado
su
tesis
en
cada
excavación.
La
investigadora
concluye
que
el
foro,
apenas
desvelado
en
su
grandiosidad
a
través
de
los
restos
descubiertos
en
el
solar
del
antiguo
hospicio
y
otros
puntos,
era
cerrado,
de
planta
cuadrangular
y
orientado
en
el
norte-sur.
Su
aspecto
es
el
de
un
cuadripórtico
monumental,
cuyo
lado
mide
185
metros,
que
se
ajusta
a un
plan
original
y
unitario,
lo
que
induce
a
pensar
que
fue
realizado
en
un
único
momento,
con
modificaciones
puntuales.
En
este
teatro
de
la
s
ociedad
romana,
Astúrica
escenificó
su
gloria
imperial.
Y
aunque
el
pasado
quedó
desdibujado
por
la
sucesión
de
los
tiempos
y
otras
ciudades
superpuestas,
la
augusta
emerge
y
reclama
el
derecho
de
ser
la
urbe
primigenia.
Términos
y
libros
para
remontar
los
siglos
Aunque
la
herencia
del
latín
es
obvia
en
castellano,
al
remontar
el
pasado
encontramos
términos
que
pueden
resultar
confusos
o
desconocidos
para
la
generalidad.
—Aedes:
Templo
o
santuario.
—Domus:
Vivienda
familiar
urbana
y
lujosa.
Su
plano
tipo
se
corresponde
con
un
patio
abierto
porticado
o
peristilo,
a
cuyo
alrededor
se
distribuían
los
diferentes
espacios
nobles
de
la
casa.
Suelen
identificarse
el
triclinium
o
comedor,
los
cubicula
o
dormitorios,
y
los
baños
o
termas.
—Legio:
Unidad
del
ejército
romano
constituida
por
5.000
legionarios,
10
cohortes
de
500
hombres.
—Insulae:
Bloque
de
viviendas
en
alquiler
y
también
define
las
manzanas,
en
términos
urbanísticos.
—Conventus
Iuridicus:
Demarcación
territorial
de
carácter
administrativo,
propia
de
la
conquista
y
romanización
de
la
Península.
—Termas:
Baños
o
balnearios
público,
con
laconicum,
similar
a la
sauna,
baño
templado
o
tepidarium,
baño
caliente
o
caldarium
y
sala
fría
o
frigidarium.
BIBLIOGRAFIA:
'El
Forum
de
Astúrica'.
Cuadernos
municipales
nº
7,
de
Angeles
Sevillano.
2005.
'Urbs
Magnífica.
Una
aproximación
a la
arqueología
de
Astúrica
Augusta',
de
Angeles
Sevillano
y
Julio
Vidal
Encinas.
2002 |