El
descubrimiento
de
la
legendaria
cripta
sigue
siendo
uno
de
los
principales
desafíos,
ya
que
los
propios
expertos
discrepan
respecto
a su
ubicación.
La
ubicación
exacta
en
Egipto
de
la
tumba
de
Alejandro
Magno
desconcierta
a
historiadores
y
arqueólogos,
tal
y
como
siguen
fascinando
en
todo
el
mundo
sus
conquistas
y
hazañas.
Los
primeros
relatos
sobre
la
búsqueda
del
mausoleo
del
mítico
general
macedonio
se
remontan
al
siglo IV
d.C.,
poco
después
de
que
se
perdiera
la
pista
de
su
cripta
que,
al
parecer,
fue
destruida
en
la
furia
que
se
desató
contra
los
lugares
paganos
de
Alejandría,
cuando
el
Cristianismo
se
impuso
como
credo
oficial
en
Egipto.
Desde
entonces,
se
han
organizado
centenares
de
expediciones
arqueológicas
para
localizar
la
tumba
del
legendario
rey,
que
conquistó
un
imperio
que
se
extendió
desde
Grecia
a la
India
y
cuyas
hazañas
han
vuelto
al
candelero
con
la
reciente
superproducción
de
Hollywood.
En
Egipto,
la
mayoría
de
expertos
coincide
en
que
la
codiciada
cripta
se
encontraría
en
algún
lugar
de
la
actual
ciudad
de
Alejandría,
metrópolis
que
heredó
el
nombre
del
célebre
conquistador
que
la
convirtió
en
el
año
331
a.C.
en
el
centro
político,
económico
y
cultural
del
mundo
antiguo.
"Los
emperadores
romanos
Julio
Cesar,
Caracalla
y
Augusto,
entre
otros,
visitaron
Alejandría
para
contemplar
su
momia",
explicó
a
Efe
el
ex
director
del
Museo
Grecorromano
de
Alejandría,
el
arqueólogo
Ahmed
Abdel
Fatah.
"Hasta
la
época
romana,
su
cuerpo
aún
reposaba
en
una
tumba
situada
en
el
cementerio
de
la
realeza
ptolomea,
en
un
sarcófago
de
cristal,
en
el
que
fue
puesto
por
el
rey
Ptolomeo
XI
después
de
robar
el
ataúd
de
oro
para
poder
pagar
los
salarios
a
sus
soldados",
precisó
Fatah.
Sin
embargo,
existen
manuscritos
históricos
que
indican
que
Alejandro
pidió
ser
sepultado
en
el
templo
del
dios
faraónico
Amon
(entonces
famoso
por
su
oráculo),
en
el
oasis
de
Siwa,
en
el
desierto
egipcio
del
Oeste,
próximo
a la
frontera
libia.
Finalmente,
otros
historiadores
sostienen
que
el
héroe
macedonio
pudo
haber
sido
inhumado
en
Menfis,
la
capital
del
Imperio
Antiguo
faraónico,
que
estuvo
situada
a
unos
22
kilómetros
al
suroeste
de
El
Cairo,
dado
que
los
dioses
de
esa
metrópolis
eran
de
más
alto
rango
que
Amon.
El
ex
jefe
del
Consejo
Supremo
de
Antigüedades
(CSA)
,Abdel
Halim
Nuredin,
aseguró
por
su
parte
que
el
mausoleo
estuvo
primero
en
Alejandría
y,
probablemente,
fue
trasladado
a
Menfis,
después
a
Siwa,
y,
finalmente,
retornó
a
Alejandría.
"Creo
que
su
cripta
está
en
algún
lugar
del
cementerio
latino
de
Alejandría",
afirmó
Nuredin,
que
tampoco
descartó
la
posibilidad
de
que
se
encuentre
en
Siwa.
Decisión
paradójica
Mientras
que
Fatah
sostuvo
que
la
tumba
debería
buscarse
en
la
zona
de
la
intersección
de
las
dos
principales
avenidas
de
Alejandría,
en
la
plaza
de
Az
Zoma,
y,
quizá,
entre
un
lugar
conocido
como
Tel
Kom
El
Deka
y la
mezquita
del
Profeta
Daniel.
Precisamente
algunos
arqueólogos
buscaron
sin
éxito
durante
el
siglo
XX
el
mausoleo
en
los
subterráneos
de
la
mezquita
de
Daniel.
El
descubrimiento
de
la
legendaria
cripta
seguirá
siendo
uno
de
los
principales
desafíos
para
la
arqueología,
al
menos
en
Alejandría,
debido
a
que
los
lugares
en
que
podría
hallarse
se
encuentran
en
el
subsuelo
de
los
más
importantes
edificios
de
la
urbe.
"No
podemos
demoler
esas
construcciones
para
realizar
excavaciones.
Deberemos
esperar
a
que
alguna
de
ellas
se
desplome",
concluyó
Fatah,
que
en
todo
caso
cree
que
la
tumba
también
debería
buscarse
en
el
templo
de
Amon
de
Siwa.
En
ese
mismo
templo
se
registró
hace
diez
años
el
último
anuncio
del
hallazgo
del
mausoleo,
cuando
un
equipo
de
arqueólogos
encabezados
por
la
experta
griega
Iliana
Sulavetzi
aseguró
que
lo
había
encontrado.
El
revuelo
que
causó
el
anuncio
en
el
mundillo
arqueológico
llevó
al
gobierno
egipcio
a
una
decisión
paradójica:
revocó
el
permiso
de
excavación
de
la
griega,
clausuró
la
misión
y
nunca
ha
podido
saberse
cuánto
había
de
verdad
en
sus
afirmaciones.
De
acuerdo
con
relatos
históricos,
Alejandro
Magno
murió
a
los
33
años,
el
323
a.C.,
en
Babilonia,
donde
sus
restos
mortales
permanecieron
dos
años
debido
al
desacuerdo
entre
sus
cuatro
generales
sucesores
sobre
dónde
debía
ser
sepultado
y
cómo
debía
celebrarse
el
funeral
de
un
hombre
de
su
talla. |