Los
vestigios
de
norias
de
los
siglos
XVIII
y
XIX
constatan
la
riqueza
hídrica
del
paraje
motivo
de
la
construcción.
El
Saladar
de Xàbia
no
sólo
es
un
antiguo
marjal
que
se
inunda
cada
vez
que
llueve
con
cierta
intensidad.
Alberga
unas
salinas
romanas
cuyo
vestigio
más
notable
es
la
Sèquia
de
la
Nória,
una
estructura
excavada
en
la
piedra
tosca
del
Primer
Muntanyar
que
inundaba
de
agua
de
mar
el
Saladar
(de
ahí
también
su
nombre).
De
estas
salinas
hay
referencias
documentales
del
siglo
XVII.
El
Marqués
de
Dénia
en
su
testamento,
que
es
de
1620,
aproximadamente,
las
cita.
También
el
botánico
Josep
Cabanilles,
a
finales
del
XVIII,
dejó
referencia
escrita
de
estas
salinas,
que
ya
entonces
no
se
utilizaban,
y
las
describió
como
una
«obra
antigua».
Hasta
ahora
el
Saladar,
que
el
Plan
General
de
Xàbia
califica
como
suelo
urbanizable,
se
ha
salvado
de
la
vorágine
urbanística.
El
proyecto,
presentado
esta
semana
ante
propietarios
y
grupos
políticos
y
sociales
contempla
hacer
un
gran
lago
artificial
de
36.100
metros
cuadrados.
Este
lago
es
la
solución
que
proponen
las
promotoras
a
las
inundaciones
que
periódicamente
sufre
el
Saladar.
Esta
zona
recoge
el
agua
de
lluvia
de
los
barrancos
de
Toscal,
Tossalet,
la
Guàrdia
y
Cala
Blanca.
Las
antiguas
salinas
del
Saladar
es
muy
probable
que
funcionaran
durante
época
medieval
y
moderna.
Estaban
vinculas,
así
como
la
Sèquia
de
la
Nória,
a la
villa
romana
de
la
Punta
de
l'Arenal,
de
los
siglos
I y
II.
Hasta
ahora
se
había
considerado
que
en
la
Punta
de
l'Arenal
hubo
en
época
romana
una
factoría
de
salazones
(garum).
Sin
embargo,
ahora
se
ha
cuestionado
esta
teoría
y
los
expertos
apuntan
a
que
más
que
pertenecientes
a
una
piscifactoría
las
piscinae
excavadas
en
la
tosca
serían
estructuras
que
realzaban
el
lujo
de
la
villa
romana
existente
en
el
litoral
de
Xàbia.
En
cualquier
caso,
hay
otros
elementos
que
constatan
que
en
el
Saladar
hubo
unas
antiguas
salinas.
Al
menos
desde
el
XV y
hasta
mediados
del
pasado
siglo
XX,
funcionó
en
el
cercano
litoral
de
la
Caleta
y la
Sardinera
una
almadraba.
Las
necesidades
de
sal
de
la
almadraba
estarían
cubiertas
por
la
producción
de
las
salinas.
El
Saladar,
además,
ofrece
unas
condiciones
naturales
excepcionales,
ya
que
se
trata
de
una
zona
deprimida.
La
Sèquia
de
la
Nória
es,
con
todo,
la
evidencia
arqueológica
que
confirma
la
existencia
de
las
antiguas
salinas.
Este
canal
llega
hasta
el
Saladar
y su
tramo
final
está
cubierto
por
tierra.
El
valor
arqueológico
del
Saladar
no
se
agota,
sin
embargo,
en
las
salinas.
Esta
partida
de
Xàbia
históricamente
se
ha
utilizado
para
el
cultivo
de
huertos
de
hortalizas.
Al
desaguar
aquí
varios
barrancos
tiene
una
gran
riqueza
hídrica.
Hay
muchos
pozos
tradicionales
que
así
lo
atestiguan,
así
como
restos
de
norias
de
los
siglos
XVIII
y
XIX.
También
hay
casups
y
diversas
acequias.
En
Xàbia,
donde
en
los
siglos
citados
hubo
muchas
norias,
en
la
actualidad,
se
han
conservado
muy
pocas;
en
la
partida
de
Les
Mesquides
queda
una
bien
conservada
y
que
mantiene
intacta
la
balsa.
Con
esta
nueva
iniciativa
urbanística
el
Ayuntamiento
de
Xàbia
deberá
pronunciarse
en
los
próximos
quincedías.
En
el
año
2004
el
consistorio
rechazó
otro
proyecto
de
otras
características
que
pretendía
urbanizar
el
Saladar.
|