El
periodista
Javier
Lorenzo
narra
en
su
primera
novela,
"El
último
soldurio",
las
aventuras
de
Corocotta,
un
guerrero
cántabro
que
llegó
a
pertenecer
al
ejército
de
Julio
César,
y
que
lideró
la
última
defensa
de
Cantabria
contra
el
imperio
de
Augusto.
Corocotta,
el
gran
protagonista
de
"El
último
soldurio"
(Planeta),
una
novela
histórica
y
de
aventuras,
es
para
su
autor,
como
bien
afirmó
hoy
en
la
presentación
de
la
obra,
"un
verdadero
héroe
que
sorprende
por
su
desfachatez
y
valentía,
y
también
por
el
amor
a
su
tierra".
En
un
momento
en
que
la
novela
histórica
goza
de
gran
éxito,
sale
a
la
luz
esta
narración,
que
recrea
un
período
convulso
y
agitado
para
Hispania,
en
torno
al
año
60
a.C.,
y
detalla
las
legendarias
peripecias
de
un
soldurio,
una
figura
característica
del
mundo
celta,
mezcla
entre
guardia
personal
y
mercenario.
"La
culpa
de
que
me
lanzara
a
escribir
esta
novela
la
tiene
el
historiador
Dión
Casio
que,
en
sus
escritos
sobre
la
historia
de
Roma,
dedica
tres
líneas
a
Corocotta",
comentó
Javier
Lorenzo
(Madrid,
1960),
que
actualmente
combina
sus
columnas
y
reportajes
en
El
Mundo
con
colaboraciones
en
la
COPE,
al
hablar
de
su
interés
por
este
héroe,
"una
suerte
de
Astérix
español".
Sólo
estas
tres
líneas,
que
mencionan
a
un
guerrero
que
quiso
cobrar
la
recompensa
que
se
pedía
por
su
propia
cabeza,
impulsaron
a
este
recién
estrenado
novelista
a
profundizar
en
los
más
importantes
textos
de
historiadores
de
la
antigüedad,
como
el
griego
Estrabón
o
el
romano
Casio.
El
destino
de
este
soldurio,
portador
de
una
enfermedad
sagrada,
la
epilepsia,
se
encuentra
marcado
desde
su
infancia,
cuando
su
padre,
el
jefe
Corontas,
es
derrotado
por
Julio
César.
Es
entonces
cuando
viaja
al
norte
para
convertirse
en
rehén
del
general
romano,
y
más
tarde,
en
su
protegido.
Tras
aprender
latín,
griego
y
otras
artes
como
las
de
la
guerra,
Corocotta
viaja
de
Galia
a
Britania,
a
Germania
y
más
tarde
a
Roma.
Allí,
cuando
Julio
César
le
ofrece
la
ciudadanía
romana,
decide
rechazarla
y
volver
a
su
tierra,
donde
además
de
conocer
el
amor,
se
ve
sumido
en
una
ardua
lucha
por
frenar
los
deseos
expansionistas
de
Augusto
y
defender
así
la
identidad
de
su
pueblo.
Para
el
académico
de
la
Real
Academia
de
la
Historia,
José
María
Blázquez,
que
acompañó
hoy
al
autor
en
la
presentación,
"una
de
las
virtudes
de
esta
obra
es
que
tiene
más
de
historia
que
de
novela,
ya
que
se
recrean
magníficamente
los
hechos
históricos
más
importantes,
y
se
describen
con
exactitud
costumbres,
ciudades,
personajes,
y
hasta
el
armamento
que
se
usaba
en
aquel
período".
"Quería
describir
con
detalle
los
usos
y
costumbres
del
pueblo
cántabro,
pero
no
se
trata
de
una
novela
localista,
ya
que
se
narran
episodios
que
afectan
a
toda
Hispania"
afirmó
el
autor,
que
se
ha
servido
de
una
extensa
documentación
para
subordinar
los
contenidos
ficticios
de
la
novela
a
los
hechos
históricos.
Los
rituales
de
madurez
y
de
matrimonio,
la
caza,
la
importancia
de
la
naturaleza,
y
muy
especialmente,
el
papel
de
la
mujer
son
aspectos
que
no
escapan
a
la
mirada
de
Lorenzo,
que
se
permite
además
introducir
en
la
novela
un
juego
con
Homero
y
la
Ilíada.
"Nadie
podrá
decirme
que
estos
hechos
nunca
sucedieron",
considera
el
autor,
que
además
cree
que
las
guerras
cántabras,
que
tuvieron
lugar
hacia
el
año
60
a.C.,
"sucedieron
en
tierra
cántabra,
y
no
en
territorio
vascón,
como
defienden
otras
teorías".
Para
el
escritor,
tras
este
relato
dedicado
a
la
figura
de
Corocotta,
"que
pasó
desapercibido
por
no
ser
galo
ni
romano",
se
esconde
"una
reflexión
sobre
España
y
sus
pueblos"
y
un
profundo
deseo
"de
que
esta
época
desconocida
sea
de
dominio
público".
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