La
película
Alexander,
de
Oliver Stone,
es
una
más
de
las
tantas
versiones
conocidas
sobre
el
rey
de
Macedonia,
la
que
se
empeña
en
completar
un
puzzle
del
cual
se
tienen
muy
pocas
piezas.
Revisamos
someramente
la
última
historiografía
y le
pedimos
al
helenista
Miguel
Castillo
Didier
su
opinión.
El
Mundo
Antiguo
juega
un
papel
renovado
en
el Hollywood
de
los
últimos
años.
Primero
Gladiador,
luego
Troya
y
ahora
Alexander,
dirigida
por
Oliver
Stone
y
protagonizada
por
Colin
Farrell,
Sir
Anthony
Hopkins
y
Angelina
Jolie.
Épicas
batallas,
violencia,
bisexualidad
y
grandes
bacanales
se
muestran
en
las
tres
horas
de
superproducción.
Pero
no
es
la
primera
ni
será
la
última
que
muestre
las
hazañas
y
conquistas
del
rey
macedonio.
Alejandro
ha
hecho
proliferar
en
la
academia,
en
la
industria
editorial
y
cinematográfica
un
sinfín
de
papiros,
revistas,
ensayos,
biografías,
historias
noveladas
y
películas.
De
hecho,
30
años
atrás
el
profesor
Ernst
Badian,
de
Harvard,
clamó
por
una
moratoria
en
la
mayoría
de
las
publicaciones
sobre
Alejandro
Magno.
Se
lamentó,
entonces,
del
exceso
de
libros
para
todos
los
gustos,
que
deformaban
la
figura
del
conquistador.
Pero
lejos
de
disminuir,
la
lista
no
cesa.
En
idioma
inglés
en
los
últimos
5
años
las
publicaciones
han
aumentado
al
doble.
En
2003
fueron
publicados
7
grandes
trabajos.
Doce
en
2004
y ya
en
lo
que
llevamos
de
2005
se
anuncian
3
libros
más.
Estos
números
no
incluyen
novelas,
reimpresiones
o
trabajos
en
idioma
que
no
sea
inglés.
Esto
es
sólo
una
pincelada
de
los
cientos
de
artículos
sobre
Alejandro
que
aparecen
cada
década,
desde
las
más
prestigiosas
revistas
académicas
hasta
las
más
populares.
Pero
el
renombre
de
Alejandro
es
mucho
más
que
sólo
libros
y
periódicos.
El
rey
ha
provisto
de
una
buena
gama
de
campañas
publicitarias
de
automóviles,
relojes,
cigarrillos
y
jabones
en
distintas
partes
del
mundo.
Las
películas
no
se
han
quedado
atrás.
En
1964,
en
el
canal
ABC
de
Estados
Unidos,
William
Shatner
como
Alejandro,
fue
un
conquistador
heroico
y
lleno
de
virtudes.
La
película
comenzaba
con
un
redoble
de
tambores
y
una
estruendosa
voz
que
declaraba
que
la
antigua
Persia
estaba
sumida
en
la
opresión
hasta
que
"un
día
desde
Grecia,
desde
el
oeste,
vendría
un
hombre
que
traería
la
civilización
y la
paz".
Una
década
antes,
Richard
Burton
tuvo
la
divina
misión
de
civilizar
el
mundo
en
Alexander
the
Great,
de
Robert
Rossen
(1955).
Su
vida
Alejandro
nació
en
la
ciudad
de
Pella
(actual
Grecia)
en
el
356
a.C.,
hijo
de
Filipo
II,
rey
de
Macedonia,
y de
Olimpia,
hija
de
Neoptolomeo,
rey
de
Epiro.
Creció
como
príncipe,
fue
coronado
como
rey,
aclamado
como
héroe
y
proclamado
un
Dios.
Y
todo
esto
en
sólo
33
años.
Alejandro
es
aún
recordado
como
el
que
ensanchó
los
límites
del
mundo
e
hizo
realidad
lo
que
sólo
estaba
en
la
imaginación
de
sus
contemporáneos.
Él
aprendió
el
arte
de
la
guerra
de
su
brillante
padre.
Filipo
le
entregó
a su
hijo
el
mando
en
la
decisiva
batalla
de
Queronea
en
338
a.C.
venciendo
a
tebanos
y
espartanos,
cuando
Alejandro
sólo
tenía
18
años.
En
sus
años
de
formación
disfrutó
el
tutelaje
de
Aristóteles,
imprimiéndole
su
amor
por
la
filosofía
y la
cultura.
Más
que
un
asesino
profesional
(que
más
de
alguna
vez
ejerció;
por
ejemplo,
destruyendo
la
ciudad
griega
de
Tebas,
oportunidad
en
que
masacró
y
esclavizó
a
sus
habitantes),
Alejandro
rompió
las
barreras
entre
lo
griego
y lo
bárbaro.
Llevó
la
cultura,
el
arte
y la
religión
griega
tan
lejos
como
la
India,
adoptando
él
mismo
costumbres
orientales.
Con
fervor
moldeó
una
civilización
que
nació
tanto
de
la
creación
como
de
la
destrucción.
Fue
uno
de
los
precursores
del
ecumenismo,
tan
en
boga
hoy
en
día.
Él
conquistó
porque
tenía
determinación,
habilidad,
carisma,
inteligencia
y
bravura.
Lideraba
las
batallas
al
frente
de
su
ejército,
jamás
perdiendo
una.
Además,
Alejandro
sobrevivió
a
heridas
en
su
cabeza,
cuello,
hombros,
pechos,
muslos
y
tobillos.
Incluso
fuera
del
campo
de
batalla
le
ganó
a la
muerte,
que
constantemente
lo
acechaba.
Pudo
ser
en
cualquier
momento
y
lugar
asesinado.
En
efecto,
cada
uno
de
los
familiares
de
Alejandro
fue
eventualmente
asesinado,
incluyendo
a su
padre,
madre,
hermana,
hijo
y
sus
dos
esposas.
Contra
todas
las
probabilidades,
Alejandro
reinó
por
13
años
(336-323
a.C.).
Invadió
al
poderoso
imperio
persa
a la
edad
de
22
años,
conquistó
el
territorio
de
10
modernas
naciones
cuando
tenía
26,
alcanzó
la
India
a
los
30,
y
murió
invicto
en
su
retorno
a
Babilonia
a
los
33
años.
Por
300
años
su
ley
fue
impuesta
a
través
de
sus
generales
en
Medio
Oriente.
Luego,
cuando
sobrevino
Roma,
algunos
poetas
le
dieron
el
título
de
"El
Grande",
con
el
cual
los
emperadores
lo
admiraron,
le
construyeron
estatuas,
alabaron
su
genio
y
trataron
de
ser
igual
a
él.
Pasadas
las
centurias,
la
leyenda
de
Alejandro
creció
más
elaborada
desde
Islandia
hasta
Indonesia.
Empezó
a
brillar
como
un
ejemplo
de
caballerosidad;
pero
para
otros
fue
un
espantoso
ejemplo
de
destrucción
y de
poder
corrupto.
A
través
de
los
años,
la
gente
buscó
en
la
vida
de
Alejandro
un
libro-guía
de
lo
bueno
y lo
malo.
Mito
e
interpretación
Estas
diferentes
caracterizaciones
del
mito
de
Alejandro
entregaron
a
los
escritores
modernos
y a
los
cineastas
una
riqueza
de
material
que
nos
muestran
muchos
Alejandros:
héroe,
monstruo,
déspota,
soñador,
santo,
un
asesino
de
pueblos,
genio.
Una
pequeña
verdad
está
al
acecho
detrás
de
cada
etiqueta,
aunque
ninguna
basta
por
sí
sola.
En
las
películas,
las
diferencias
entre
el
Alejandro
de
Burton,
de
50
años
atrás,
y el
de
Farrell
de
hoy
sólo
siguen
estas
tendencias
que
se
han
dado
por
siglos
y
que
distintos
historiadores
de
hoy
se
encargan
de
representar.
Oliver
Stone
sigue
la
vía
del
Alejandro
despiadado,
belicista,
tiránico
y
casi
demente.
El
Alejandro
de
Burton
representa
un
benigno
visionario
que
anhela
unir
a
toda
la
gente
en
un
estado,
un
"imperio
de
sabiduría"
que
levanta
a
las
oprimidas
masas
y
abriga
siempre
la
paz.
El
Alejandro
de
1955
era
activo
heterosexualmente,
llegando
casi
a
ser
un
chico
malo
por
tener
una
amante
llamada
Barsine,
asunto
que
la
historiografía
conservadora
de
la
época
rechazaba.
Después
de
50
años
la
condición
bisexual
está
en
el
corazón
de
la
película
de
Stone.
Muestra
una
íntima
y
erótica
relación
con
su
amigo
Hefestión,
y
las
mujeres,
por
otro
lado,
no
le
interesan
mucho.
En
1955
Hefestión
tiene
un
pequeño
papel
en
la
película
(y
ciertamente
no
sexual),
mientras
que
en
2004
Barsine
ha
desaparecido.
Además,
Stone
subraya
la
relación
casi
freudiana
de
Alejandro
con
su
madre,
antes,
una
fiel
"dueña
de
casa".
Estas
diferencias
se
originan
a
partir
de
distintas
imágenes
históricas
simplificadas
por
el
cine.
El
autor
británico
Sir
William
Tarn
se
convenció
a sí
mismo
y a
millones
de
personas
que
el
maravilloso
conquistador
fue
la
primera
persona
en
creer
en
la
humanidad
y la
fraternidad.
Pero,
por
otro
lado,
distintas
interpretaciones
destacan
las
atrocidades
que
describen
las
fuentes,
las
que
Tarn
sólo
atribuye
a
escritores
que
guardan
rencor
contra
el
gran
rey
macedonio,
esparciendo
mentiras
de
un
hombre
que
cimentó
la
paz,
la
armonía
y la
religión
universal.
Historiografía
en
pugna
Esta
idílica
perspectiva
cambió
por
lo
que
se
ha
llamado
la
"nueva
ortodoxia",
en
que
el
Alejandro
visionario
empezó
a
ser
visto
como
un
vicioso,
un
megalomaníaco
manejado
por
la
paranoia
y el
alcoholismo.
Un
individuo
que
destruyó
el
mundo
y
que
detrás
de
él
no
dejó
nada
bueno,
sino
una
herencia
de
sangre
y de
amargura.
Éste
es
el
Alejandro
que
se
encuentra
en
los
recientes
libros
y
publicaciones.
Uno
de
éstos
es
de
Paul
Cartledge,
de
la
Universidad
de
Cambridge,
que
en
su
libro
Alexander
the
Great:
The
Hunt
for
a
new
past
(2004)
retrata
a
Alejandro
como
un
fanático,
místico,
supersticioso
y
cruel,
características
que
están
por
sobre
su
genio
militar
y
pragmatismo
administrativo.
Más
desmitificadora
es
la
biografía
de
Norman
Cantor:
Alexander
the
Great:
Journey
to
the
End
of
the
Eartht
(2005).
Este
historiador
piensa
que
de
las
fuentes
no
se
puede
extraer
la
idea
de
que
Alejandro
fuera
un
hombre
genial.
Propugna
que
las
fuentes
de
que
disponemos
en
la
actualidad,
como
son
Quinto
Curcio,
Diodoro
de
Sicilia
y
Justino,
son
falsas.
Concluye
finalmente
que
Alejandro
fue
clínicamente
demente.
Un
libro
en
otra
línea,
escrito
por
John
Prevas
(Envy
of
the
Gods,
2004),
destaca
por
su
conocimiento
acucioso
de
las
costumbres
y
creencias
persas.
Relata
que
el
conquistador,
al
final
de
su
vida,
había
comenzado
a
ser
excéntrico
y
bizarro,
si
es
que
no
estaba
ya
loco.
Curiosamente,
un
trabajo
de
ficción
más
que
histórico,
The
Virtues
of
War
(2004),
de
Steven
Pressfield,
captura
el
genio
militar
de
Alejandro,
al
menos
en
materia
castrense.
Rescata
de
manera
muy
evocadora
y
auténtica
los
sonidos,
gustos
y
olores
del
mundo
en
que
vivía
el
monarca.
Dentro
de
este
mismo
grupo
no
podemos
dejar
de
mencionar
a
Robin
Lane
Fox,
de
la
Universidad
de
Oxford,
quién
escribió
Alexander
the
Great:
A
Biography
(1994),
un
libro
muy
documentado
que
muestra
las
complejidades
del
rey.
Como
es
bien
conocido,
este
prestigiado
historiador
(que
además
es
experto
en
jardinería
y
eximio
jinete)
asesoró
a
Oliver
Stone,
sin
buenos
resultados
al
parecer,
a
cambio,
para
sorpresa
del
director,
de
participar
en
las
batallas
montando
en
primera
línea
de
combate.
¿Por
qué
existen
estas
grandes
diferencias
en
la
apreciación
e
interpretación
de
la
vida
de
Alejandro?
Ninguna
de
las
fuentes
que
lo
conocieron
en
persona
y
que
relataron
su
vida
ha
llegado
hasta
nuestros
días.
Sólo
algunos
fragmentos
dispersos
citados
por
autores
que
vivieron
3 o
4
siglos
después
de
Alejandro.
Plutarco
(50-125),
Quinto
Curcio
(s.I),
Arriano
(95-175),
Diodoro
de
Sicilia
(80-20
a.C.)
y
Justino
(s.II)
son
considerados
los
historiadores
oficiales
del
genio
militar.
Se
cree
que
el
más
fidedigno
y
serio
es
Arriano,
por
el
hecho
que
cita
fuentes,
pero
aun
así
no
lo
podemos
considerar
un
historiador
como
Tucídides,
tanto
por
su
contemporaneidad
de
los
hechos
como
por
su
formación
histórica
rigurosa.
Plutarco
y
Diodoro
de
Sicilia
se
limitan
a
repetir
los
párrafos
de
Arriano,
pero
sin
citar.
Por
lo
tanto,
a
excepción
que
encontremos
una
fuente
directa
y
contundente,
no
vamos
a
poder
tener
un
resultado
certero
y
seguro,
tropezando
la
interpretación
y la
crítica
con
un
límite
insalvable.
Esta
última
película
no
es
más
que
un
eslabón
en
la
larga
cadena
de
interpretaciones
de
la
vida
de
Alejandro.
Su
mito,
que
se
ha
ido
acrecentando
a
través
de
los
siglos,
todavía
se
encarga
de
maravillarnos,
más
allá
de
los
tentáculos
de
lo
comercial
y el
sacrosanto
designio
de
hollywood.
Alejandro:
fusión
de
mundos
Para
Miguel
Castillo
Didier,
director
del
Centro
de
Estudios
Griegos,
Bizantinos
y
Neohelénicos
de
la
Universidad
de
Chile,
las
películas
históricas,
por
lo
general,
deforman
los
personajes
y
los
hechos,
instalándose,
con
lo
que
plantean,
como
una
verdad
absoluta
para
la
mayoría
de
la
población.
¿Cómo
están
tratadas
las
relaciones
amorosas
de
Alejandro
en
el
film
de
Oliver
Stone?
-"No
está
clara
una
relación
de
amor
y
erótica
con
mujeres;
en
cambio,
está
exagerada
y
distorsionada
su
relación
con
los
hombres.
Su
trato
con
Hefestión
se
muestra
distinto
en
relación
a
las
fuentes.
Era
una
relación
semejante
a la
de
Aquiles
con
Patroclo,
propia
de
la
cultura
griega.
A
nadie
se
le
ocurriría
en
la
Antigüedad
decir
que
Aquiles
era
homosexual.
En
nuestra
cultura
no
hay
amistades
de
este
tipo.
Era
una
amistad
muy
íntima,
pero
es
un
error
representarla
como
una
relación
homosexual
de
hoy.
Además
ninguna
fuente
nos
presenta
a
Alejandro
como
homosexual".
¿Cuál
es
la
relación
de
Alejandro
con
su
madre
Olimpia?
¿Cómo
se
representa
en
la
película?
-"El
papel
de
Olimpia
está
muy
deformado.
Hay
un
sentimiento
freudiano,
en
que
Alejandro
tenía
que
escapar
de
la
tentación
de
su
madre,
cuestión
que
no
era
así.
Las
fuentes
efectivamente
cuentan
que
Olimpia
era
extranjera,
con
serpientes
a su
alrededor
y
algo
exótica.
Seguro
que
era
dominante
y
quería
un
porvenir
glorioso
para
su
hijo,
pero
nada
más.
En
realidad
lo
que
se
sabe
sobre
Olimpia
a
través
de
los
historiadores
ya
está
muy
desfigurado
a
través
de
los
siglos,
porque
no
hay
cronistas
directos".
¿Cuál
era
la
relación
de
Alejandro
con
los
dioses
y
con
la
Ilíada
de
Homero?
-"La
aspiración
de
los
griegos
a
ser
deificados
era
una
cuestión
normal
en
su
cultura.
Era
común
que
los
hombres
crearan
un
ascendiente
mítico,
cuestión
muy
ligada
a
los
conceptos
de
heroísmo
y de
gloria.
En
cuanto
a la
Ilíada
de
Homero,
ella
era
su
Biblia,
su
sistema
educativo
y de
valores.
Las
fuentes
describen
a
Alejandro
llevando
siempre
consigo
en
un
cofrecito
la
Ilíada.
Esto
retrata
a
Alejandro
como
un
hombre
que
se
sentía
muy
griego
y
quería
seguir
siéndolo".
¿Qué
tan
real
fue
la
actitud
de
Alejandro
de
adoptar
las
costumbres
orientales
y de
qué
manera
se
opusieron
sus
soldados?
-"Hay
que
pensar
que
cuando
se
conocen
dos
mundos
tan
extraordinarios,
seguramente
hubo
deslumbramiento
y
hasta
cierto
contagio.
Pero
estaba
el
hecho
de
que
para
los
griegos
y
macedonios
era
muy
difícil
adoptar
algunos
hábitos
de
los
bárbaros
porque
era
considerarlos
como
iguales.
Por
eso,
ante
el
intento
de
Alejandro
de
preparar
30
mil
jóvenes
persas
para
su
ejército
se
pusieron
furiosos.
Otra
típica
costumbre
oriental
fue
la
proskínesis,
es
decir,
la
prosternación
ante
el
rey.
Seguro
que
Alejandro
lo
aceptó
primero
de
los
persas,
ya
que
estos
estaban
acostumbrados
a
inclinarse
ante
su
rey,
pero
después
lo
empezaron
a
hacer
los
griegos,
por
lo
que
Alejandro
no
sólo
lo
aceptó,
sino
que
lo
hizo
obligatorio.
Ahora
por
qué
lo
aceptó
sería
especular
en
la
evolución
de
su
psiquis.
Quizás
nació
en
él
una
ebriedad
de
gloria
y de
poder,
lo
que
los
griegos
llaman
hibrys,
en
que
la
persona
pierde
el
sentido
y el
equilibrio,
muy
propio
de
la
grandeza
y
del
poder.
Es
en
este
escenario
donde
surgen
las
habladurías,
los
celos,
las
acusaciones
y
finalmente
las
conspiraciones.
Así
se
explican
los
atroces
asesinatos
a
varios
de
sus
amigos".
¿Por
qué
Alejandro
se
casó
con
Roxana,
una
mujer
bárbara
de
un
pueblo
sin
ninguna
importancia
estratégica?
-"Uno
de
los
puntos
de
vista
que
distinguieron
a
Alejandro
con
sus
soldados,
y
con
el
pensamiento
griego
clásico
en
general,
fue
su
empeño
en
mezclar
las
razas.
Era
una
idea
notable
para
su
época.
En
esto
él
mismo
dio
el
ejemplo.
Ahora,
¿por
qué
se
casó
con
Roxana
específicamente?
Es
muy
difícil
de
decir,
pero
creo
que
Alejandro
quería
dar
el
ejemplo
casándose
con
una
persona
bárbara
y
más
encima
simple".
¿Qué
hay
detrás
del
perdón
a la
familia
del
rey
persa
Darío?
-"Los
relatos
coinciden
en
que
Alejandro
tuvo
un
gesto
muy
hermoso,
de
gran
dignidad
y
humanidad
con
la
familia
de
Darío.
Éste
es
un
rasgo
notable
de
Alejandro,
que
se
distingue
de
las
directrices
de
los
libros
homéricos,
en
donde
el
comportamiento
contra
los
vencidos
era
muy
cruel.
Más
aún
siendo
los
vencidos
bárbaros.
Pero
esta
actitud
entra
en
contradicción
con
la
destrucción
de
la
ciudad
de
Tebas
y la
muerte
de
toda
su
población
en
su
campaña
de
Grecia.
En
el
sentido
de
la
piedad
con
los
vencidos
habría
un
avance
en
Alejandro
a
través
de
los
años".
¿Por
qué
Alejandro
quiso
seguir
conquistando
hasta
los
confines
del
mundo
conocido?
-"La
palabra
griega
pothos
describe
muy
bien
el
impulso
de
gloria
y de
ansias
de
triunfo,
que
hace
a la
persona
avanzar
cada
vez
más
adelante
en
sus
propósitos.
Este
pothos
hace
que
la
persona
quiera
alcanzar
lo
imposible
y en
la
mayoría
de
los
casos
causa
su
perdición".
¿Por
qué
Alejandro
sigue
siendo
tan
famoso
y
reconocido?
-"Alejandro
es
uno
de
los
caso
más
notables
en
la
historia
de
la
humanidad.
Su
vida
fue
tan
extraordinaria,
que
enseguida
dio
pábulo
para
convertirse
en
leyenda.
Fue
el
primero
que
rompió
con
la
segregación
de
los
mundos
griego-bárbaro.
Creo
que
el
gran
legado
está
en
el
ámbito
de
la
cultura,
que
se
vio
reflejada
en
el
afán
de
ecumenismo
de
civilizaciones
tan
disímiles
como
la
griega,
la
persa
y la
egipcia.
En
Alejandro
se
han
inspirado
todas
las
tendencias
ecuménicas
que
quieren
erradicar
los
fundamentalismos
y
los
fanatismos.
Importante
es
el
nacimiento
de
los
conceptos
de
museo
y
biblioteca,
que
englobaron
toda
la
sabiduría
de
la
época.
También
se
encuentra
la
estrategia
militar,
todavía
profusamente
estudiada
por
las
entidades
castrenses.
Además,
el
personaje
sigue
siendo
objeto
de
estudio
por
psicólogos,
siquiatras
e
historiadores
por
ser
extraordinario
y
genial,
y
por
último
está
la
leyenda,
en
que
entran
el
mito,
la
fantasía
y la
exageración". |