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30/01/2005

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Pasos de iniciado a los misterios sagrados
Conservamos en el Museo de Cádiz una interesantísima placa votiva dedicada a la diosa egipcia Isis. Realizada en mármol, muestra la representación de dos plantas de pie grabadas en la propia placa, una ligeramente adelantada sobre la otra. En la parte superior aparece la inscripción: ISIDI.DO[MINAE] L.VECILI[VS---] L.A. V [.S] , es decir, "A Isis soberana, Lucio Vecilio cumplió con agrado su voto". Apareció en Baelo Claudia en el transcurso de la campaña de excavaciones arqueológicas realizadas en 1983 por la Casa de Velázquez, al pie del primer escalón de acceso al templo de Isis.

La ciudad romana de Baelo Claudia cuenta con una de las escasísimas plantas completas de un Templo de Isis que se conservan en todo el Imperio Romano. No hay en la península un "Iseum", que así se llaman, con las características que aquí encontramos. Una auténtica joya cuya monografía arqueológica va a ser publicada en breve. El templo de Baelo es una muestra más de la importancia del culto mistérico a Isis que se propagó desde oriente por todo el imperio, fundamentalmente con la intermediación de las legiones romanas. Es la gran diosa egipcia, mujer de Osiris que poco a poco se configura en todo el Mediterráneo como Reina y Señora. Así se la denominaba en el mundo antiguo, la que Apuleyo en su obra La Metamorfosis identifica como la Todopoderosa que reina sobre todas las diosas y en las que tras todas ellas es posible encontrar su presencia. Es llamada también "Señora del Mar" por lo que protegía la navegación; "Victoria" y por ello las legiones romanas portaban su efigie en los pendones, para vencer. Se la identifica con la "Luna" y es el símbolo universal de la fecundidad y del amor, por lo que para sus devotos es ella la que hay que encontrar tras los atributos que representaban "Afrodita", "Astarté" y "Venus", ya fuera en los ámbitos griego, fenicio o romano. Por ser Venus es reconocida como "Estrella de la mañana". Isis, por tanto, se identifica en su carácter universal con todas las divinidades femeninas locales. Pero ella, Isis, ya ERA, existía antes de todas. No me resisto a transcribir como la diosa se describe a sí misma en el relato de Apuleyo:

"...He aquí, Lucio, que me presento a ti, conmovida por tus súplicas, yo, la madre de la Naturaleza, señora de todos los elementos, origen y principio de los siglos, divinidad suprema, reina de los mares, primera de entre los habitantes del cielo, representación genuina de dioses y diosas, que con mi voluntad gobierno la luminosa bóveda del cielo, los saludables soplos del Océano, los desolados silencios del Infierno. Y mi único poder, bajo formas diversas, honrado con cultos bajo distintas advocaciones, todo el orbe lo reverencia. Los frigios, primeros seres de la tierra, me llaman la diosa de Pesinunte, madre de todos los dioses; aquí, los áticos autóctonos, la Minerva de Cecrops; allí, los habitantes de Chipre, batida por las olas, la Venus de Pafos; entre los cretenses, hábiles en disparar flechas, soy Diana Díctina; para los sicilianos, que hablan tres idiomas, yo soy la diosa Proserpina Estigia; los habitantes de Eleusis me llaman la antigua diosa Ceres; unos, Juno; otros, Belona; éstos, Hécate; aquéllos, Ramnusia; y los etíopes, que son los primeros en ver la luz del sol naciente, y los egipcios, que sobresalen por su antiguo saber, venerándome con su propio culto, me llaman la reina Isis..."

El culto mistérico a Isis queda perfectamente definido en Apuleyo donde cuenta la deliciosa historia de Lucio, que es convertido en asno y pasa mil vicisitudes hasta que la reina Isis se compadece de él y le devuelve la forma humana. Los ritos isíacos que cuenta el autor en su relato son sin duda los pasos autobiográficos hasta el encuentro con los misterios sagrados que eran revelados al neófito, transformándose en iniciado.

En Baelo Claudia tenemos todos los elementos del rito: hogar, pilón para abluciones, altar, pozo con escalera para sumergirse completamente, todos ellos elementos relacionados con los ritos de fuego y agua que iban purificando al devoto. También una cripta donde el tembloroso aspirante pasaba la noche, tras diez días de ayuno y durante la cual sufría la estremecedora visión de los dioses del cielo y de los infiernos, "en las fronteras de la muerte". En esa noche, la propia diosa se comunicaba directamente con su seguidor, susurrándole los grandes secretos, los que no podían contarse en ninguna circunstancia. Los que aún no han sido contados. La placa sin duda simboliza la protección de la diosa que guiaba los pasos del adepto en su largo proceso de iniciación. El dedicante, agradecido, nos regaló para la posteridad este magnífico testimonio de sus pasos hacia lo sagrado.

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