Biografía
clásica
del
cuatro
veces
dictador
que
profundiza
en
sus
importantes
reformas
institucionales
en
Roma
y en
el
valor
geopolítico
de
sus
intervenciones
exteriores.
El
francés
Jérôme
Carcopino
(1881-1970)
fue
arqueólogo,
epigrafista
y,
ante
todo,
historiador
de
las
grandes
etapas
del
mundo
romano.
Miembro
de
la
Academia
Francesa,
desempeñó
durante
un
corto
periodo
de
su
vida
el
cargo
de
ministro
de
Educación
Nacional
con
el
primer
gobierno
de
Pétain.
Ello
le
ocasionó
no
pocos
problemas
después
de
la
guerra,
siendo
víctima,
como
tantos
otros
franceses,
de
la
persecución
sistemática
del
"colaboracionista",
etiqueta
que
también
se
aplicaba,
con
razón
o
sin
ella,
a
muchos
rivales
políticos
e
intelectuales
incómodos.
Después
de
la
II
Guerra
mundial
Carcopino
fue
encarcelado
durante
unos
meses,
aunque
la
causa
fue
sobreseída.
Es
el
autor
de
obras
tan
importantes
como
Sila
o la
monarquía
frustrada
(1932)
o
Puntos
de
vista
sobre
el
imperialismo
romano
(1943).
También
de
La
vida
cotidiana
en
el
apogeo
del
Imperio,
una
obra
de
1939
que,
por
cierto,
ilustró
el
filme
Satyricon
(1969)
de
Fellini
y
que
sigue
estando
vigente.
O de
El
Marruecos
antiguo,
un
libro
de
1943,
tal
vez
poco
conocido,
pero
sumamente
interesante
para
comprender
la
geopolítica
del
Mediterráneo,
pues
en
sus
páginas
se
demuestra
que
la
cultura
árabe
es
extraña
al
Magreb
y
que
su
establecimiento
desplazó
a un
segundo
plano
al
pueblo
bereber,
alejándolo
del
papel
histórico
que,
como
pueblo
originalmente
romanizado,
tal
vez
le
correspondía.
Pero
el
más
importante
de
sus
libros
es
César,
redactado
en
1936
y
reelaborado
nuevamente
en
1965.
La
traducción
que
presentamos,
a la
altura
estilística
del
original
francés,
es
la
misma
que
en
1974
publicó
también
la
editorial
Rialp.
Carcopino,
tocado
por
una
vocación
de
escritor
muy
preocupado
por
las
enseñanzas
del
pasado
relevantes
para
sus
coetáneos,
no
elaboró
una
biografía
convencional
del
gran
político
romano,
personaje
muy
caro
al
autor.
El
historiador
presenta
una
biografía
de
César
(101
a.C.
- 44
a.C.),
cuatro
veces
dictador
e
instituido
en
esa
dignidad
a
perpetuidad
poco
antes
de
ser
asesinado,
perfectamente
trabada
con
la
situación
geopolítica
y
cliopolítica
de
la
República
romana
(la
descomposición
de
la
constitución
republicana,
la
corrupción
de
las
viejas
costumbres
romanas,
las
guerras
en
Hispania,
las
Galias
y
Oriente).
En
ese
contexto,
Carcopino
desarrolla,
inexorable,
la
tesis
de
que
la
misión
de
César
fue
promover
un
profundo
cambio
constitucional
en
la
Urbs,
para
mejor
adaptarla
a
los
cambios
de
su
tiempo,
sobre
todo
a la
dilatación
de
sus
horizontes
geográficos.
Ello
le
permitió
presentar
su
biografía
política
como
la
ejemplificación
del
"proceso
clásico
de
la
concentración
del
poder",
lección
que
ciertamente
constituye
una
de
las
aportaciones
más
destacadas
del
libro
y
que,
por
vía
analógica,
puede
contribuir
a
esclarecer
los
ciclos
políticos
contemporáneos.
Estas
páginas,
escritas
con
una
prosa
muy
rica,
desusada
desde
hace
algún
tiempo
en
la
historiografía,
incluye
vívidas
narraciones
de
momentos
decisivos
que
nos
pueden
dejar
indiferentes:
el
cruce
del
río
Rubicón,
al
norte
de
la
actual
Rímini,
el
17
de
diciembre
del
50
a.
C.
("Vamos
allá,
donde
nos
llaman
el
lenguaje
de
los
dioses
y la
injusticia
de
nuestros
enemigos.
La
suerte
está
echada",
p.
404);
la
coronación
de
César
en
las
fiestas
lupercales
el
15
de
febrero
del
44
a.
C.,
en
las
que
apareció
con
la
púrpura
del
imperium
sentado
sobra
una
silla
de
oro
(p.
619);
el
asesinato
del
político
en
los
idus
de
marzo
("traspasado
por
treinta
y
cinco
puñaladas
el
15
de
marzo
de
44,
hacia
las
once
de
la
mañana",
p.
622);
etc.
Carcopino
combina
con
gran
sabiduría
el
relato
cronológico
de
la
biografía
política
de
César
y la
ordenación
de
ciertos
acontecimientos
alrededor
de
la
empresa
de
César
y su
obra
política,
entre
los
que
hay
que
contar
las
reformas
sociales
y
monetarias
y la
utilización
del
poder
dictatorial
para
fundar
lo
que
el
autor
considera
una
"monarquía
absoluta
en
su
integridad"
(p.
617),
estabilizadora
de
la
convivencia.
Sin
duda
llamarán
la
atención
del
lector
ciertas
interpolaciones
de
conceptos
ajenos
a la
mentalidad
política
romana
("ideal
revolucionario",
p.
399;
"forma
totalitaria
del
Estado",
p.
555;
"absolutismo",
p.
616,
entre
otros),
producto,
si
se
quiere,
de
la
interferencia
del
espíritu
de
cada
época
en
la
obra
de
los
historiadores.
Ello,
lejos
de
empeñar
los
méritos
del
libro,
los
realza,
mostrando
que
los
grandes
libros
de
historia
hunden
sus
raíces
en
el
suelo
de
los
desafíos
del
presente.
Jérôme
Carcopino.
Julio
César.
El
proceso
clásico
de
la
concentración
del
poder.
Traducción
de
Juan
Antonio
Campuzano.
Rialp.
Madrid,
2004.
648
pp.
24 € |