El
arqueólogo
Francisco
Javier
Heras
expone
los
resultados
las
prospecciones
arqueológicas
del
'Pozo
de
la
Cañada'
a
partir
de
un
informe
de
José
Ramón
Mélida
del
año
1925.
Las
excavaciones
que
se
están
llevando
a
cabo
en
el
paraje
conocido
como
'Pozo
de
la
Cañada'
en
el
término
municipal
de
Guareña
desde
agosto
de
2004
se
inscriben
en
una
intervención
de
urgencia
ante
el
desarrollo
de
las
obras
que
la
Consejería
de
Agricultura
y
Medio
Ambiente
tiene
proyectadas
sobre
la
dotación
de
infraestructura
hidrológica
y
viaria
de
la
recién
concluida
concentración
parcelaria.
Desde
1992
se
han
acometido
diferentes
actuaciones
de
infraestructura
en
el
sector
VIII
del
canal
del
Zújar,
viéndose
afectados
distintos
yacimientos
a
lo
largo
de
los
varios
de
hectáreas
que
contempla
el
proyecto
de
regadíos
como
consecuencia
de
las
obras.
Uno
de
esos
enclaves
es
el
citado
'Pozo
de
la
Cañada',
gravemente
afectado
entonces
por
las
zanjas
para
las
tuberías
y
la
construcción
de
las
pistas
de
la
nueva
red
primaria.
En
este
mismo
año
se
inició
un
proyecto
de
evaluación
arqueológica
financiado
por
la
Consejería
de
Agricultura
y
Medio
Ambiente
de
la
Junta
de
Extremadura.
Permite,
de
un
lado,
valorar
el
daño
ocasionado
por
el
desarrollo
de
las
obras,
y
por
otro,
documentar
científicamente
y
analizar
aquellas
partes
del
yacimiento
que
fuera
preciso
desmontar
para
continuar
con
el
diseño
del
plan
de
regadíos.
El
arqueólogo
Francisco
Javier
Heras
Mora,
encargado
de
los
trabajos,
ha
obtenido
los
primeros
resultados
de
los
hallazgos
realizados
entre
agosto
y
noviembre
del
pasado
año,
que
permitieron
afirmar
la
existencia
de
un
complejo
asentamiento
de
época
romana
hasta
la
Edad
Media.
Ya
se
tenían
datos
sobre
un
importante
yacimiento
de
este
periodo
antiguo
gracias
a
las
excavaciones
que
a
comienzos
del
siglo
XX
había
realizado
José
Ramón
Mélida,
publicadas
en
1925.
El
maestro
descubrió
«parte
del
sector
más
monumental
de
una
villa
romana,
cuya
ubicación
hoy
es
desconocida,
a
pesar
de
que
por
los
restos
de
mosaicos
y
mármoles
que
afloran
a
la
superficie
con
las
labores
agrícolas
se
pudiera
intuir
próxima
al
área
que
ahora
se
ha
excavado»,
afirma
Heras.
Actividades
industriales
Los
trabajos
llevados
a
cabo
desde
el
pasado
verano
han
sacado
a
la
luz
los
restos
de
dos
edificios,
cuyas
características
constructivas
y
los
objetos
cerámicos
recogidos
permitieron
encuadrarlos
en
el
periodo
romano.
Del
primero
de
ellos
se
distinguen
varias
estancias
pavimentadas
y
diversos
depósitos
para
contener
líquidos
y
productos
sólidos,
«que
debieron
tener
que
ver
con
el
trabajo
de
la
consecución
del
aceite»,
afirma
Heras.
Esta
interpretación
se
refuerza
por
el
hallazgo
de
un
gran
contrapeso
de
prensa
olearia
y
la
aparición
sobre
el
suelo
antiguo
de
restos
de
desperdicios
de
aceituna
fosilizados.
Del
segundo
edificio,
explica
el
arqueólogo,
se
comienzan
a
intuir
elementos
propios
de
un
lagar
o
fábrica
de
vino.
«Estas
actividades
industriales
-asegura-
pertenecerían
a
una
explotación
agraria,
cuya
propiedad
se
encontraría
en
manos
de
un
adinerado
ciudadano
romano
que
quizás
viviera
en
Augusta
Emerita,
a
unos
15
kilómetros,
y
pasara
temporadas
en
sus
dominios
rurales
(hoy
'Pozo
de
la
Cañada')».
Del
tamaño
de
las
construcciones,
de
la
extensión
de
los
suelos
y
del
elemento
de
prensa
encontrado
se
deduce
el
relevante
volumen
de
producción
del
complejo
industrial.
Lo
descrito
por
Mélida
como
restos
de
una
lujosa
casa
romana
correspondería,
deduce
Francisco
J.
Heras,
«a
la
'domus'
o
residencia
del
señor,
auténtico
centro
de
la
villa,
donde
existieran
también
otras
instalaciones,
quizás
aún
conservadas
bajo
tierra,
como
cuadras,
talleres
o
las
propias
termas
o
baños»,
dice.
Aldea
alto-medieval
Al
margen
de
estos
hallazgos,
en
el
transcurso
de
las
excavaciones
han
aparecido
restos
en
peor
estado
de
conservación
que
parecen
tratarse,
según
Heras,
de
un
pequeña
casa
o
granja,
fechada
en
torno
al
siglo
VIII
o
IX.
«Estas
construcciones,
de
una
pequeña
propiedad
familiar,
debieron
formar
una
pequeña
aldea
de
viviendas
dispersas
que
marcarían
el
final
del
asentamiento
romano
en
el
Pozo
de
la
Cañada»,
asegura
el
arqueólogo.
Los
análisis
de
las
muestras
y
el
estudio
de
los
objetos
se
encuentra
aún
en
proceso
de
conclusión.
De
estas
intervenciones,
aún
por
terminar
a
falta
del
seguimiento
arqueológico
de
las
obras,
quedará
un
prolijo
registro
fotográfico,
una
detallada
planimetría
y
una
secuencia
estratigráfica,
histórico-cultural
y
arquitectónica
logradas,
no
ya
por
la
profesionalidad
de
este
arqueólogo,
sino
también
por
el
interés
que
siempre
mostró
excavar
en
este
lugar
del
término
guareñés.
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