Una
estatua
romana
de
Atlas
—el
titán
mítico
que
llevó
el
cielo
sobre
sus
hombros—
guarda
pistas
del
trabajo
del
astrónomo
antiguo Hiparco.
La
estatua
en
cuestión
es
conocida
como
el
Atlas
de Farnese,
una
pieza
de
mármol
de
poco
más
de
dos
metros
de
altura
que
forma
parte
de
la
Colección
Farnese
en
el
Museo
Arqueológico
Nacional
en
Nápoles,
Italia.
Lo
que
hace
que
esto
sea
importante
para
los
científicos
no
es
la
forma
muscular
del
titán,
sino
el
globo
qye
carga
sobre
sus
hombros:
las
constelaciones
labradas
que
adornan
su
superficie
están
ubicadas
exactamente
en
las
posicioners
que
Hiparco
hubiera
visto
en
aquellos
días,
lo
que
sugiere
que
el
escultor
basó
ese
globo
en
el
catálogo
elaborado
por
este
astrónomo
de
la
antigüedad,
el
cual
no
fue
visto
jamás
en
tiempos
modernos.
"Hay
muy
pocas
oportunidades
en
que
los
antiguos
secretos
perdidos
o la
sabiduría
antigua
pueden
ser
hallados
realmente
—dijo
Bradley
Schaefer
de
la
Universidad
Estatal
de
Louisiana—.
Aquí
tenemos
un
caso
real
donde
una
bien
conocida
sabiduría
antigua
perdida
ha
sido
descubierta."
Hiparco,
quien
se
cree
que
desarrolló
su
actividad
entre
el
140
y el
125
a.C.
aproximadamente,
fue
uno
de
los
que
revolucionaron
la
astronomía.
Entre
otras
innovaciones,
reunió
la
primera
lista
abarcadora
de
cientos
de
estrellas
que
había
observado
en
un
catálogo
estelar.
Este
catálogo
no
existe
en
la
actualidad,
y
las
únicas
referencias
que
se
tienen
de
él
devienen
de
otros
astrónomos
seguidores
de
Hiparco.
Otra
invención
de
Hiparco
—la
idea
de
la
precesión,
que
es
el
movimiento
lento
de
las
estrellas
y de
las
constelaciones
a
través
del
cielo
respecto
del
ecuador
celestial—
indujo
a
Schaefer
a
creer
que
el
globo
de
Atlas
estaba
basado
en
el
catálogo
estelar
de
Hiparco.
Un
análisis
de
las
posiciones
de
las
figuras
de
las
constelaciones,
las
ubicó
en
el
125
a.C.
(+
/-
55
años).
Esto
estaría
dentro
del
período
en
el
que
Hiparco
desarrolló
su
trabajo.
Otras
teorías
sobre
quién
escribió
el
catálogo
estelar
incluye
a
observadores
que
se
sitúan
muy
tempranamente
—incluyendo
un
poeta
que
lo
habría
escrito
en
el
275
a.C.
o un
observador
de
Asiria,
alrededor
del
1130
a.C.—
o
demasiado
tarde.
Esta
última
opción
incluye
a
Tolomeo
que
lo
escribió
en
el
128
de
nuestra
era. |