La
exposición
ahora
abierta
en
Barcelona
recorre
los
vestigios
de
una
cultura,
que
acabó
integrándose
en
el
marco
del
imperio
romano,
con
piezas
datadas
a
lo
largo
de
seis
milenios
de
historia.
Su
escritura,
conservada
en
unas
pocas
inscripciones,
aún
no
ha
podido
ser
descifrada.
Sabemos
poco
de
ellos.
De
origen
indoeuropeo,
los
tracios
habitaron
los
actuales
territorios
del
norte
de
Grecia,
Bulgaria, Rumanía
y
hasta
la
desembocadura
del
río
Dniéper
(República
de
Ucrania).
Entraron
en
la
historia
a
través
de
los
antiguos
griegos.
"Son
tan
bellas
sus
armas
de
oro
que
encantan
a
la
vista,
ya
que
no
parece
que
hayan
sido
labradas
por
hombres
mortales,
sino
forjadas
para
los
dioses
divinos",
escribió
Homero
en
la
Ilíada,
donde
aparece
por
primera
vez
el
nombre
de
Tracia.
Fueron
poderosos
guerreros,
pero
desarrollaron
una
cultura
refinada
parte
de
cuyo
legado
podemos
contemplar
en
la
exposición
Los
tracios.
Tesoros
enigmáticos
de
Bulgaria,
en
CaixaForum,
311
piezas,
cerámicas,
esculturas,
ricos
ajuares,
objetos
suntuarios,
armas,
arneses,
máscaras
funerarias
y
servicios
para
banquetes
de
oro,
plata
y
bronce.
Abarca
desde
épocas
prehistóricas
hasta
la
disolución
de
los
tracios
en
el
mundo
romano.
Organizada
por
la
Fundació
La
Caixa
y
el
Ministerio
de
Cultura
de
la
República
de
Bulgaria,
es
la
mayor
exposición
realizada
en
España
de
una
de
las
culturas
más
desconocidas
de
la
antigüedad.
Las
obras
proceden
de
una
treintena
de
museos
búlgaros
y
entre
ellas
destacan
los
tesoros
de
Letnitsa,
Rogozen
Borovo
y
Panagyurishte,
y
una
gran
parte
son
resultado
de
los
hallazgos
realizados
desde
1970.
Tanto
la
ministra
de
Cultura
de
Bulgaria,
Vina
Chilova,
como
Gregorio
Luri
-comisario
de
la
exposición
junto
a
Albert
Costa
y
Valeria
Fol-,
subrayaron
en
la
presentación
la
pertenencia
de
su
país
y
cultura
a
Europa.
Así
Luri
propuso
que
nos
acerquemos
a
la
exposición
"no
como
algo
lejano,
sino
que
nos
incumbe
como
europeos.
En
esta
zona
no
sólo
hallamos
los
remotos
antecedentes
de
Bulgaria,
sino
nuestros
orígenes.".
La
exposición
recorre
el
principio
de
las
civilizaciones
de
los
Balcanes
del
neolítico
a
la
edad
del
bronce
(6000-3000
a.C.)
con
piezas
de
la
cultura
Karovo,
ídolos
de
piedra
o
arcilla,
recipientes
zoomorfos
y
de
otros
tipos
e
incluso
un
cráneo
de
mujer
con
adornos
de
hueso
(milenio
V
a.C.),
algunos
pictogramas
y
piezas
de
distintas
tumbas
de
la
necrópolis
de
Varna,
cerca
del
mar
Negro,
de
finales
del
V
milenio
a.C.;
pendientes,
brazaletes,
petos
y
amuletos
de
oro,
hachas,
cuchillos
y
cuencos
entre
otros.
Sigue
con
la
edad
del
bronce
(3.000-1.200
a.C.)
y
los
contactos
con
Troya
-los
tracios
fueron
aliados
de
los
troyanos
en
la
guerra-;
muestra
la
influencia
micénica
en
la
cultura
tracia,
que
perdurará
siglos;
pasa
por
las
invasiones
de
los
persas
a
principios
del
siglo
VI
a.C.
y
el
esplendor
de
la
cultura
tracia
en
los
siglos
V
y
IV
a.C.,
con
los
tesoros
de
Letnitsa,
Vrasta,
Rogozen
o
Borovoro,
entre
ellos
magníficos
apliques
de
arnés,
jarras
de
oro
o
la
figura
de
un
pegaso
en
oro,
collares,
anillos,
copas...
La
invasión
de
Tracia
por
Alejandro
marcó
el
principio
del
declive
de
los
tracios,
aunque
aún
produjeron
primorosos
objetos
como
los
del
tesoro
de
Panaggyurishte,
nueve
piezas
de
oro
que
pesan
6,1
kilos,
profusamente
trabajadas
con
escenas
mitológicas.
El
ánfora
incluye
una
del
drama
de
Esquilo
Los
siete
contra
Tebas
y
se
cree
que
pertenecieron
al
gran
rey
Seutes
III.
Tras
permanecer
sujeta
a
los
romanos,
en
el
47
a.C,
y
extinguida
su
monarquía,
Tracia
pasó
a
ser
una
provincia
romana.
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