Concluye
la
excavación
de
la
calle
Jabonería,
que
ha
puesto
al
descubierto
la
magnitud
de
un
gran
edificio
público
perteneciente
al
Foro
Recién
concluida
la
excavación
en
el
solar
de
la
calle
Jabonería,
los
hallazgos
que
ha
propiciado
se
confirman
como
"el
primer
gran
vestigio
de
la
Neápolis
romana
construida
por
los
Balbo
que
aparece
en
Cádiz,
a
excepción
del
Teatro
Romano,
y
que
además
nos
ofrecen
una
imagen
clara
de
la
monumentalidad
y la
organización
del
espacio
en
los
grandes
edificios
públicos
de
la
época",
según
afirma
la
arqueóloga
que
ha
dirigido
la
excavación,
María
Eugenia
García
Pantoja.
A
pesar
del
reducido
perímetro
de
la
excavación,
diez
metros
cuadrados,
la
contundencia
de
estos
restos,
constituidos
por
dos
habitaciones
con
potentes
muros
adosadas
a la
roca
natural,
en
las
que
se
ha
descubierto
además
un
pozo
y
una
escalera
casi
completa,
es
evidente
y
permite
a
cualquier
observador
imaginar
la
grandiosidad
del
edificio
al
que
pertenecen,
que
tuvo
al
menos
dos
plantas.
La
arqueóloga
explica
que
"con
los
elementos
que
tenemos
no
podemos
asegurar
a
qué
edificio
concreto
corresponden
estas
estructuras,
pero
lo
que
sí
resulta
evidente
es
que
no
se
trata
de
una
casa
noble,
un
domicilio
privado,
sino
de
un
gran
edificio
público,
a
tenor
de
los
grandes
muros
que
conforman
estas
dos
habitaciones
y
del
espacio
que
organizan".
En
ese
sentido
apunta
-con
todas
las
reservas
sujetas
a
una
posterior
y
más
profunda
investigación-
que
"todo
parece
indicar
que
nos
encontramos
ante
uno
de
los
edificios
que
conformaban
el
Foro
de
la
ciudad.
Podrían
ser
almacenes
relacionados
con
el
antiguo
puerto,
que
en
aquella
época
estaba
muy
próximo
a
este
lugar,
o
bien
la
Basílica
-donde
se
administraba
la
Justicia-
o el
macellum
o
mercado".
Rechaza
sin
embargo
que
se
trate
de
los
restos
del
Anfiteatro,
"ya
que
la
situación,
las
estructuras
y la
disposición
del
espacio
no
se
corresponden
con
esas
edificaciones".
"La
identificación
del
carácter
de
estos
edificios
-subraya
la
arqueóloga-
se
hace
más
complicada
porque
la
configuración
urbanística
de
la
Gades
romana
no
responde
exactamente
a
los
cánones
clásicos
de
las
ciudades
del
Imperio,
ya
que
lo
reducido
del
territorio
geográfico
obligó
a
modificar
estos
cánones
y
'comprimir'
la
distribución
de
los
espacios
y
edificaciones".
La
excavación
ha
permitido
documentar
diversas
épocas
de
ocupación
de
esta
construcción
romana,
que
sufrió
a lo
largo
de
trescientos
años
o
más
distintas
modificaciones
con
reutilización
de
estructuras
anteriores.
Así,
han
aparecido
restos
de
estructuras
y
suelos
de
época
republicana
-entre
los
siglos
III
y II
antes
de
nuestra
Era-
o
incluso
más
antiguos,
algo
que
ha
sido
imposible
determinar,
debido
a la
ausencia
de
materiales
que
permitieran
fechar
la
cronología
con
más
exactitud.
Datan
de
esta
época
los
muros
más
importantes
y
los
restos
de
gozne
de
una
puerta
de
acceso
a la
habitación
de
al
lado.
"En
tiempos
de
la
construcción
de
la
Neápolis
de
los
Balbo
-explica
la
arqueóloga-
el
uso
del
edificio
se
modifica,
añadiéndole
un
pozo
y
una
escalera
que
da
acceso
a
una
segunda
planta,
de
la
que
se
ha
conservado
perfectamente
un
tramo
de
ocho
escalones
de
un
metro
de
ancho.
Los
tres
que
faltaban
los
hemos
podido
recuperar
entre
los
materiales
de
derrumbe".
A un
tercer
periodo
corresponden
los
restos
de
colmatación
y
abandono
del
edificio,
en
la
segunda
mitad
del
siglo
I de
nuestra
Era,
en
la
que
se
rellenó
la
zona
baja
del
mismo.
"La
idea
del
abandono
en
ese
momento-
precisa
la
arqueóloga-
se
reafirma
por
la
localización
in
situ
de
un
enterramiento
de
incineración
de
urna
de
plomo,
ya
que
dicha
forma
de
enterramiento
no
alcanza
más
allá
del
siglo
II".
Las
estructuras
halladas
son
espectaculares:
un
muro
de 4
metros
de
alto,
medio
de
ancho
y
2,5
de
largo,
en
el
que,
a
3,20
metros
del
suelo
aparecen
seis
mechinales
(agujeros
para
encajar
las
vigas)
que
indican
al
menos
la
existencia
de
una
segunda
planta.
Este
muro
está
excavado
en
la
roca
natural,
excepto
dos
hiladas
de
sillares
en
la
zona
superior.
Formando
esquina
con
él y
enfrente,
se
ha
encontrado
otros
muro
de
2,50
metros
de
alto,
0,50
de
ancho
y 2
de
largo,
realizado
en
mampostería.
Frente
a
este
segundo
muro,
a
una
distancia
de
dos
metros
y
medio,
se
ha
excavado
un
tercero,
también
de
mampostería,
de
2,95
metros
de
alto,
0,50
de
ancho
y 10
de
largo.
Adosada
a
éste
apareció
la
escalera,
que
está
reforzada
por
un
muro
de
mampostería
de
0,40
metros
con
pilastras
de
piedra
ostionera
y,
junto
a
ella,
el
pozo,
que
tiene
un
diámetro
de
1,70
metros
y
está
construido
con
sillares
de
piedra
ostionera
y
excavado
en
el
firme
natural.
En
opinión
de
la
arqueóloga,
"es
muy
posible
que
se
trate
de
un
pozo
de
mareas,
que
bien
podía
ser
utilizado
para
el
servicio
de
las
personas
que
se
encargaran
del
mantenimiento
del
lugar".
A
pesar
del
largo
periodo
de
uso
que
tuvo
este
edificio
en
época
romana
-se
han
localizado
hasta
cinco
o
seis
suelos
diferentes
a lo
largo
de
tres
siglos-
no
se
han
hallado
materiales
asociados
a
él,
lo
que
dificulta
una
datación
más
precisa
de
los
restos
más
antiguos.
Esta
ausencia
de
materiales
se
explicaría,
según
apunta
María
Eugenia
García,
por
el
hecho
de
tratarse
de
un
lugar
de
uso
público
sin
una
función
doméstica,
que
es
la
que
suele
aportar
estos
materiales.
"Sí
hemos
encontrado
-afirma-
numerosos
fragmentos
de
mármoles,
estucos,
sillares
y
cornisa,
que
refuerzan
la
idea
del
importante
carácter
de
esta
construcción".
La
excavación
ha
aportado
asimismo,
en
niveles
superiores,
restos
de
periodos
históricos
anteriores,
que
dan
fe
de
los
distintos
momentos
de
ocupación.
Por
encima
de
los
vestigios
romanos
y
alterando
los
niveles
de
relleno
de
esa
época,
se
ha
hallado
una
gran
fosa
que
ha
proporcionado
abundantes
materiales
de
la
época
del
Cádiz
islámico:
candiles
de
piquera,
jarras
colador
y
otros
utensilios
domésticos
como
alcadafes
o
taifoles.
"Estos
materiales
-indica
la
arqueóloga-
revisten
gran
interés
tanto
por
su
calidad
y
estado
de
conservación
como
por-
que
suponen
la
constatación
de
una
ocupación
islámica
que
rebasaría
los
límites
del
recinto
del
Barrio
del
Pópulo
y se
extendería
hasta
esta
zona
del
arrabal
de
Santa
María".
Más
arriba
se
han
encontrado
también
restos
de
una
vivienda
del
siglo
XVI,
con
un
gran
patio
asociado
a un
muro
de
mampostería,
y
otros
vestigios
que
atestiguan
la
ocupación
del
lugar
desde
el
siglo
XVIII
hasta
nuestros
días.
Sin
embargo,
aunque
el
Barrio
de
Santa
María
está
considerado
como
una
de
las
probables
ubicaciones
del
Gadir
fenicio,
la
excavación,
en
la
que
se
ha
llegado
hasta
la
roca
natural,
no
ha
aportado
ningún
indicio
de
ocupación
en
esa
época. |