Hay
40
piezas
similares
en
el
mundo,
ninguna
de
ellas
en
España,
por
lo
que
solo
estará
expuesta
unos
días
y
con
grandes
medidas
de
seguridad
Labrada
en
marfil,
documenta
el
nombramiento
de
un
nuevo
cónsul
del
siglo
V o
VI.
El
Museo
Nacional
de
Arte
Romano
(MNAR)
expone
desde
ayer,
y
solo
por
unos
días,
una
pequeña
pieza
que
se
ha
convertido
en
un
orgullo
para
su
colección:
la
mitad
de
un
díptico
bizantino
labrado
en
marfil
que
refleja
el
nombramiento
de
un
nuevo
cónsul
de
nombre
desconocido,
del
siglo
V o
principios
del
VI,
y
valorado
en
más
de
un
millón
de
euros.
Su
valor
se
debe
a
que
solo
existen
por
ahora
40
piezas
similares
en
todo
el
mundo,
ninguna
de
las
cuales
se
encuentra
en
España,
por
lo
que
este
díptico
es
único
en
el
país.
El
resto
se
encuentra
disperso
por
importantes
museos
y
colecciones
de
Estados
Unidos,
Chequia,
Austria,
Suiza,
Italia,
y
Alemania,
destacó
ayer
el
director
del
Museo
Romano,
José
María
Álvarez,
quien
ha
tenido
la
oportunidad
de
contemplar
unos
pocos
dípticos
de
este
tipo
en
sus
visitas
a
otros
centros
museísticos.
Precisamente
por
su
importancia,
solo
estará
expuesta
durante
unos
pocos
días
en
una
de
las
salas
del
Museo
Romano
y
bajo
enormes
medidas
de
seguridad,
añadidas
a
las
que
se
llevan
a
cabo
de
forma
habitual
en
este
centro.
En
opinión
de
su
director,
el
díptico
se
ha
convertido
en
una
de
las
piezas
más
importantes
del
MNAR,
por
debajo
en
relevancia
de
la
escultura
de
Augusto,
cuyo
valor
en
el
mercado
sería
ahora
casi
incalculable,
destacó.
En
el
futuro,
este
díptico
pasará
a
ocupar
un
lugar
privilegiado
en
el
futuro
Museo
Visigodo,
anunció
José
María
Álvarez.
Servirá
para
explicar
no
solo
la
estética,
sino
también
el
funcionamiento
de
la
administración
y de
la
sociedad
bizantina,
ya
que
el
relieve
que
presenta
rememora
el
nombramiento
de
un
nuevo
cónsul,
adornado
con
algunos
de
los
símbolos
de
su
poder,
y
que
porta
un
cetro
rematado
con
una
cruz,
haciendo
gala
de
su
religión
cristiana.
En
Roma
en
el
XVII
Después
pasó
a
Alemania,
y
más
tarde
a
una
familia
noble
francesa
hasta
que
uno
de
sus
herederos
vendió
la
pieza
en
Mónaco
hace
12
años
a un
precio
que
se
mantuvo
en
secreto.
Posteriormente,
llegó
a
una
famosa
casa
de
subastas
inglesa,
en
uno
de
cuyos
catálogos
fue
detectada
por
la
Junta
de
Calificación
del
Ministerio
de
Cultura,
que
pensó
en
adquirirla
para
entregarla
al
Museo
Romano
y
reservarla
para
la
colección
del
futuro
Museo
Visigodo.
Junto
a
esta
pieza,
el
Ministerio
de
Cultura
también
compró
una
veintena
de
monedas
romanas,
valoradas
en
73.000
euros,
que
sirven
para
completar
la
aún
escasa
colección
numismática
del
MNAR,
destacó
el
conservador
del
Museo
y
especialista
en
este
área,
Agustín
Velázquez.
No
son
éstas
las
únicas
monedas
adquiridas
por
Cultura
para
el
Museo
Romano,
sino
que
en
los
últimos
años
se
han
realizado
varias
adquisiciones
para
poder
cubrir
las
lagunas
de
este
centro
en
numismática
de
la
época
imperial.
Estos
esfuerzos
han
conseguido
que
el
centro
pasara
de
contar
con
una
única
moneda
de
oro
en
1985
a
disponer
en
la
actualidad
de
una
colección
de
116
áureos,
cuya
posesión
es
motivo
de
prestigio
entre
los
centros
museísticos.
Investigadores
y
expertos
de
todo
el
mundo
acudirán
a
partir
de
ahora
al
Museo
Romano
de
Mérida
para
contemplar
este
díptico
bizantino
de
marfil,
auguró
ayer
con
satisfacción
su
director,
José
María
Álvarez.
Sin
embargo,
no
todos
los
visitantes
del
Museo
darían
tanta
importancia
a
esta
pieza,
expuesta
en
una
vitrina
junto
con
una
veintena
de
monedas
romanas
de
oro
sin
ningún
cartel
o
información
que
la
distinga
del
resto.
Su
tamaño
es
pequeño:
35
centímetros
de
altura,
19
de
anchura
y
ocho
milímetros
de
espesor.
En
un
lado
presenta
cuatro
agujeros
perfectos
que
hacen
pensar
que
fue
reaprovechado
en
el
pasado
como
cubierta
de
lujo
para
libros
valiosos,
al
igual
que
les
ha
ocurrido
a
otros
dípticos
similares.
En
la
parte
superior
de
la
tabla
está
inscrita
la
siguiente
inscripción,
que
explica
su
origen:
'V(ir)
c(larisimus)
et
inl
(lustris)
ex
c(omite)
cons(ulis)
ord(inarius)',
que
significa
«varón
esclarecido
e
ilustre
de
la
sección
de
los
cónsules
domésticos»,
explica
José
María
Álvarez.
La
figura
del
cónsul,
de
estética
bizantina,
está
enmarcada
por
cuatro
rosetas,
que
es
un
motivo
romano
habitual. |