Un
recorrido
por
la
excavación
de
Puerto
Real
donde
apareció
la
villa
romana
permite
confirmar
la
importancia
del
hallazgo
realizado
Cádiz.
El
recorrido
por
los
70
metros
de
largo
y 16
de
ancho
excavados
hasta
ahora
en
el
yacimiento
localizado
en
el
último
tramo
de
las
obras
del
desdoble
de
la
N-IV
entre
Puerto
Real
y
Tres
Caminos
no
hace
sino
confirmar
la
importancia
del
singular
hallazgo,
único
hasta
ahora
en
la
provincia
de
Cádiz.
Según
todos
los
indicios,
se
trata
de
una
gran
y
lujosa
villa
rústica
romana
–fechada
en
principio
en
el
siglo
II–
de
al
menos
1.200
metros
construidos,
de
los
que
hasta
ahora
se
han
excavado
unos
1.050,
y
que
se
cree
que
debió
pertenecer
a un
rico
comerciante
propietario
de
las
fábricas
de
alfarería
que
se
extendían
por
la
zona
y
que
exportaban
sus
productos
a
todo
el
Imperio.
Como
pieza
de
excepción
del
hallazgo
figura
el
impresionante
mosaico
de
6,70
por
6
metros
encontrado
en
una
de
las
primeras
estancias
de
la
casa
descubiertas,
que
es
el
mayor
y
mejor
conservado
aparecido
hasta
ahora
en
toda
la
provincia
correspondiente
a
esa
época.
A
medida
que
avanzan
las
labores
de
limpieza
del
mosaico
se
aprecia
con
mayor
claridad
su
colorido
y
exquisita
factura.
En
opinión
de
la
arqueóloga
directora
de
la
excavación,
María
Luisa
Lavado,
"el
mosaico
consta
de
dos
paños,
uno
que
se
realizó
antes
y
otro
que
se
añadió
posteriormente
en
una
ampliación
de
la
habitación
que
cubre
completamente
como
una
alfombra".
En
el
primero
de
ellos
se
aprecia
ya
claramente
en
el
centro
la
imagen
del
dios
Baco,
con
racimos
de
uva
y
hojas
rodeando
la
cara.
Conserva
la
decoración
de
tres
de
las
cuatro
esquinas
que
enmarcan
la
imagen,
dos
de
ellas
con
figuras
de
pájaros:
un
loro
realizado
con
teselas
multicolores
y
otro
ave
en
tonos
azules,
"que
pudiera
representar
a un
ánade
de
las
marismas
cercanas",
según
indica
la
arqueóloga.
Otra
esquina
está
decorada
con
la
representación
de
una
crátera
y la
otra
está
perdida.
Círculos
concéntricos
en
teselas
blancas
y
negras
formados
por
triángulos
rodean
asimismo
la
imagen
central.
A
esta
composición
se
añade
otro
paño,
que
aún
no
está
limpio
del
todo
y
del
que
el
equipo
de
restauradores
dirigido
por
María
Luisa
Millán
Salgado
procede
actualmente
a
eliminar
las
capas
carbonatadas
que
lo
cubren
y le
dan
un
aspecto
blanquecino.
Sin
embargo,
ya
puede
apreciarse
que
está
decorado
con
una
serie
de
retratos
"que
no
sabemos
si
corresponden
a
deidades
o
incluso
a
algunos
de
los
propietarios
de
la
casa
o
sus
antepasados,
y
una
serie
de
grecas
formando
madeja,
rematando
el
filo
del
mosaico,
que
es
lo
que
está
peor
conservado",
precisa
María
Luisa
Lavado.
El
mosaico
ha
aparecido
prácticamente
a
ras
del
suelo
y
"una
vez
que
avanzamos
hacia
adelante
–explica–
encontramos
el
arranque
de
los
muros
de
una
serie
de
habitaciones
pequeñas
perfectamente
delimitadas,
en
torno
a
unas
ocho
o
diez.
Estos
muros
alcanzan
unos
20
centímetros
de
profundidad,
aunque
como
existe
un
declive
en
el
terreno
es
probable
que
cuando
excavemos
cada
una
de
las
habitaciones
aparezcan
algunas
piezas
algo
más
grandes.
En
estas
estancias
–continúa
la
arqueóloga–
hemos
encontrado
ya
en
capas
superficiales
trozos
de
una
serie
de
elementos
constructivos,
como
tégulas,
latergulis
o
ímbrices,
seguramente
procedentes
de
las
techumbres,
ya
que
es
posible
que
este
edificio
tuviera
dos
plantas,
aunque
eso
es
algo
que
no
podemos
saber
a no
ser
que
los
próximos
hallazgos
lo
confirmen".
En
el
recorrido
se
aprecia
que
la
mayoría
de
los
muros
están
construidos
con
la
técnica
habitual
en
este
sector
de
la
Bahía,
el
opus
testaccium,
que
consiste,
según
indica
la
arqueóloga,
"en
disponer
horizontalmente
fragmentos
de
ánforas
de
cerámica.
Hay
otros
muros
que
están
construidos
con
trozos
de
arenisca,
de
peor
calidad",
añade.
Avanzando
hacia
el
extremo
más
pequeño
de
la
casa
se
aprecian
unas
estructuras
con
muros
más
profundos,
"que
puede
que
correspondan
a un
patio
con
estanque
y
peristilo.
Sí
se
aprecian
claramente
las
bases
de
unas
columnas
a lo
largo
de
una
especie
de
muro
central
que
avanza
hacia
un
extremo,
éste
mas
destruido
por
un
dado
de
hormigón
de
Telefónica
que
se
encontraba
en
el
centro
del
yacimiento".
A
partir
de
ese
lugar
se
han
descubierto
otras
habitaciones
con
subdivisiones
por
pasillos
que
avanzan
hacia
la
zona
que
linda
con
la
N-IV.
Estos
restos,
según
precisa
la
arqueóloga,
"aún
no
han
sido
excavados
y no
sabemos
a
qué
corresponden".
Ya
hacia
el
extremo
de
la
casa
opuesto
al
de
la
habitación
donde
se
halla
el
mosaico
"encontramos
una
zona
muy
deteriorada
por
la
maquinaria,
porque
este
terreno
ha
sido
tierra
de
labor
hasta
hace
poco,
y al
fondo
del
todo
han
aparecido
una
serie
de
habitaciones
que
probablemente
correspondan
a
los
baños
privados
de
la
casa,
con
las
paredes
decoradas
con
estucos".
"En
esta
zona
la
parte
de
muros
conservada
alcanza
una
profundidad
de
ochenta
centímetros
hasta
el
suelo
de
estos
baños,
que
es
de
opus
signinum,
mortero
con
fragmentos
de
cerámica
y
cal.
Con
toda
seguridad
estos
suelos
estaban
todos
revestidos
de
mármol.
Ya
han
aparecido
varios
trozos
de
este
material
que
por
su
grosor
sabemos
que
corresponden
a
esos
suelos
de
mármol",
explica
la
arqueóloga.
"Lamentablemente
–precisa
Lavado–,
estos
materiales
nobles
son
los
primeros
que
desaparecen
de
un
yacimiento
cuando
éste
aflora
por
primera
vez.
Tanto
éste
como
el
de
Villanueva,
que
linda
con
el
barrio
de
Jarana
y
cuya
excavación
también
esta
prevista
con
motivo
de
estas
obras
"se
conocieron
en
el
año
1946,
pero
en
aquel
tiempo
se
destruyeron
los
restos
que
se
encontraron
y se
construyó
la
carretera
encima.
En
cuanto
al
terreno
en
el
que
ahora
excavamos,
en
algunos
lugares
pueden
apreciarse
los
arañazos
del
arado,
que
destruyeron
sin
duda
parte
de
los
restos
a
mayor
altura".