Diversos
mecanismos
de
apertura
hacen
de la
joya,
hecha
en
bronce,
un
objeto
único.
Fue
hallado
en una
excavación
en un
solar
de la
calle
Doutor
Castro
de la
capital
lucense.
Abrir
ahora
la
pieza
podría
dañar
su
estructura.
Que
el
Lugo
romano
tuvo
una
importancia
política
y
económica
no
sólo
lo
avalan
los
grandes
monumentos
y los
textos
de los
clásicos,
sino
que, a
veces,
son
también
los
pequeños
detalles
los
que
definen
su
condición
de
capital
de
provincia
romana.
El
Museo
Provincial
de la
ciudad
expone
un
anillo-relicario
que
demuestra
que en
las
casas
nobles
de
Lucus
Augusti
no
vivía
cualquiera.
Se
trata
de una
pieza
singular,
un
anillo
de
bronce
de la
época
del
Bajo
Imperio
y de
probable
procedencia
oriental.
Fue
descubierto
en
1998,
durante
la
excavación
arqueológica
realizada
por
Francisco
Hervés
en el
número
18 de
la
calle
Doutor
Castro,
el
solar
de la
antigua
cafetería
Monterrey.
Se
trata
de la
zona
más
lujosa
de la
urbe,
donde
ya han
aparecido
importantes
mosaicos
que
están
siendo
restaurados
para
su
exposición
in
situ.
Dada
la
importancia
del
hallazgo,
la
Delegación
de
Cultura
entregó
el
anillo
al
Museo
Provincial,
donde
fue
sometido
por la
restauradora
Rosa
Benavides
y el
arqueólogo
Enrique
Alcorta
a un
proceso
de
estudio,
consolidación
y
limpieza.
En
total,
seis
años
de
análisis,
incluidas
radiografías.
Prueba
de que
no es
un
anillo
convencional
son
sus
extraños
mecanismos
de
apertura.
Y es
que,
probablemente,
en su
interior
se
escondían
sustancias
venenosas
o
estimulantes.
La
pieza
fue
estudiada
por
Raquel
Casal
García,
del
Departamento
de
Historia
de la
Universidade
de
Santiago,
quien
confirmó,
tras
una
búsqueda
paralela
para
encontrar
un
objeto
similar,
que se
trata
de un
ejemplar
único
en
todo
el
Imperio
Romano.
Ahora,
se
puede
visitar
en la
sección
de
arqueología
del
Museo,
como
muestra
del
legado
histórico
de una
ciudad
que
aún
guarda
tesoros
bajo
tierra.
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