Un
bote
de
cosmética
de
hace
2.000
años
revela
los
gustos
de
belleza
de
los
antiguos
romanos.
La
belleza
imperante
en
la
Roma
de
hace
2.000
años
era
la
de
los
rostros
de
tez
pálida.
La
información
ha
llegado
hasta
nosotros
encerrada
en
un
pequeño
bote
de
seis
centímetros
de
anchura
y
cinco
de
altura,
descubierto
en
julio
del
2003.
Fue
una
de
las
muchas
sorpresas
aportadas
por
las
excavaciones
en
Londres
de
un
templo
levantado
en
honor
a
Marte
Camulus,
divinidad
surgida
del
encuentro
del
dios
romano
de
la
guerra
y
su
homólogo
celta.
El
bote
de
crema,
utilizado
por
última
vez
en
el
año
150
después
de
Cristo,
contiene
un
cosmético
de
delicada
factura,
probablemente
propiedad
de
una
aristócrata
y
cuya
función
sería
similar
a
la
de
los
productos
de
belleza
actuales
de
mayor
calidad.
«Este
tipo
de
descubrimientos
del
mundo
romano
son
raros.
Es
el
único
recipiente
cosmético
recuperado
hasta
el
momento
con
su
contenido
original,
lo
que
ha
supuesto
una
oportunidad
sin
precedentes
para
estudiar
su
antigua
formulación»,
señalan
químicos
de
la
Universidad
de
Bristol
y
del
Museo
de
Londres
en
la
revista
Nature.
El
grado
de
conservación
de
la
crema
es
tan
exquisito
que
todavía
se
ve
la
huella
de
dos
dedos
en
su
superficie.
«No
sólo
pudimos
caracterizar
los
componentes
químicos,
sino
también
cuantificarlos»,
explica
Richard
Evershed,
director
de
la
investigación.
Los
dos
principales
ingredientes
son
almidón
y
grasa
animal.
Cada
uno
representa
el
40%
de
la
composición.
Una
vez
realizado
el
análisis
químico,
el
equipo
británico
sintetizó
una
crema
idéntica
a
partir
de
los
componentes
básicos
de
la
original.
Al
aplicar
la
nueva
sobre
la
piel,
Evershed
y
sus
colaboradores
comprobaron
que
dejaba
impregnada
una
suave
película
de
polvos,
probablemente
a
causa
del
almidón.
El
tercer
ingrediente
es
óxido
de
estaño
(casiterita).
La
apariencia
blancuzca
de
la
crema
sugiere
un
cierto
grado
de
refinamiento
en
la
tecnología
utilizada
para
su
elaboración.
Evershed
no
pudo
resistir
la
tentación
y
se
untó
la
crema
sintetizada
en
los
nudillos.
Vio
que
una
cicatriz
de
su
mano
desaparecía
por
la
acción
del
cosmético,
que
daba
un
aspecto
pálido
a
la
piel.
Francis
Grew,
arqueólogo
del
Museo
de
Londres,
explica
que
se
sabe
que
estaba
de
moda
entre
las
mujeres
de
la
época
romana
el
uso
de
pigmentos
blancos
para
conferir
un
aspecto
pálido
al
rostro.
Se
obtenían
del
acetato
de
plomo,
que
se
producía
introduciendo
virutas
de
ese
metal
en
vinagre.
Sin
embargo,
los
arqueólogos
británicos
creen
que
el
estaño
fue
utilizado
en
las
islas
en
lugar
de
plomo.
El
uso
de
derivados
de
plomo
podría
haber
sido
una
práctica
insalubre
a
largo
plazo,
dada
la
toxicidad
neuronal
de
ese
metal. |