Las
V
Jornadas
Cordobesas
de
Arqueología
Andaluza
sirvieron
ayer
para
desvelar
las
claves
del
ocio
colectivo
de
los
habitantes
de
la
Córdoba
romana.
La
enorme
cantidad
de
inscripciones
de
gladiadores
-supera
la
veintena-aparecidas
en el
transcurso
del
estudio
del
anfiteatro
romano
llevó
a los
expertos
a
pensar
que en
Corduba
existió
un «ludus»
o
centro
de
formación
de
luchadores.
Esta
hipótesis
encontró
como
refrendo
la
irrupción
de una
inscripción
de un
«doctos
retiariorum»,
esto
es,
una
figura
encargada
de
preparar
y
entrenar
a las
personas
que
luchaban
en la
arena
del
anfiteatro.
Esta
tesis
fue
defendida
ayer
en el
transcurso
de la
segunda
sesión
de las
V
Jornadas
Cordobesas
de
Arqueología
Andaluza
por un
grupo
de
investigadores
formados
por
Desiderio
Vaquerizo,
Maudilio
Moreno
y Juan
Francisco
Murillo.
El
catedrático
de
Arqueología
Desiderio
Vaquerizo
apuntó
ayer a
este
periódico
que
esta
línea
de
investigación
ha
llevado
a
determinar
la
existencia
de un
centro
de
entrenamiento a
gladiadores
en
Corduba,
el
único
espacio
de
estas
características
que
existió
en
Hispania.
La
hipótesis
defendida
por el
grupo
de
expertos
reveló
que
los
gladiadores,
lejos
de la
imagen
distorsionada
por el
cine,
eran
personas
«con
una
buena
calidad
de
vida,
contratados
en su
mayoría
por
los
empresarios
-«lanistas»-
de los
distintos
anfiteatros
situados
en los
territorios
que
estaban
bajo
la
tutela
de
Roma.
«Eran
personas
idolatradas,
de
gran
relevancia
social
que
contrataban
sus
servicios
para
luchar
sobre
la
arena,
circunstancia
que
implicaba
un
gran
desgaste,
pero
no la
muerte;
si
ésta
se
producía,
el
empresario
había
de
afrontar
una
elevada
contrapartida
o
compensación
difícilmente
de
afrontar»,
argumentó
Vaquerizo.
El
experto
indicó,
no
obstante,
que
pese a
una
gran
masa
de
«profesionales»,
también
había
esclavos
y
personas
que se
embarcaban
en
luchas
en el
anfiteatro
para
saldar
una
deuda.
El
catedrático
de
Arqueología
arguyó
que el
anfiteatro
fue,
en
buena
medida,
un
vehículo
de
difusión
de los
valores
del
poder,
un
lugar
de
captación
de
voluntad
popular.
El
anfiteatro
de
Córdoba,
además
de los
juegos
oficiales
que se
desarrollaban
anualmente,
acogió
numerosas
actividades
que
iban
desde
la
lucha
a la
representación
teatral
-ante
un
auditorio
que
bien
pudo
oscilar
entre
los
30.000
y
50.000
espectadores-.
«Los
espectadores
permanecían
todo
el día
en el
anfiteatro,
ubicados
en
función
de
condición
social,
circunstancia
que
llevó
a
buena
parte
a
hacer
tablas
de
juego
-una
especie
de
tres
en
raya
grabado
en los
asientos-»,
apostilló.
El
experto
apuntó
que
los
gladiadores
que
abundaron
en
Córdoba
fueron
los
«tracios»
-usaban
espada
corta,
casco
grande
y
reducido
escudo-
y los
«retiarios»
-luchaban
con
red y
tridente»-.
Un
programa
habitual
en el
anfiteatro
cordobés
arrancaba
con
lucha
entre
fieras
o
exhibición
de
animales,
seguía
con el
ajusticiamiento
público
de un
gran
criminal
confeso
a
quien
se
procuraba
una
muerte
lenta
y, por
la
tarde,
llegaba
el
turno
de los
gladiadores. |