Desde
el
éxito
de 'Gladiator',
Hollywood
revisita
la
Antigüedad.
'Alejandro
Magno'
sirve
de
nuevo
un
espectáculo
con
efectos
digitales
bajo
una
coartada
histórica
Todo
empezó
hace
cuatro
años
con
'Gladiator'.
Nadie
daba
un
dólar
por
el
capricho
de
Ridley
Scott,
empeñado
en
resucitar
el 'peplum'
o
cine
de
romanos.
Los
ejecutivos
de
Dreamworks
y
Universal
pusieron
el
grito
en
el
cielo
cuando
el
director
de 'Blade
Runner'
les
pasó
la
minuta
desde
el
plató
de
Malta:
103
millones
de
dólares.
Los
pronósticos
más
agoreros
se
esfumaron
con
las
recaudaciones
del
primer
fin
de
semana.
'Gladiator'
amasó
el
doble
de
su
presupuesto
tan
sólo
en
los
cines
estadounidenses.
Obtuvo
cinco
Oscar
y
elevó
al
rango
de
estrellona
a su
protagonista,
el
neozelandés
Russell
Crowe.
A
los
analistas
de
los
estudios
se
les
encendió
la
lucecita.
'Gladiator'
mostraba
las
batallas
entre
las
legiones
de
Roma
y
las
hordas
germanas
con
una
verosimilitud
y
crudeza
nunca
vistas.
Las
flechas
incendiarias
atravesaban
la
pantalla;
el
fuego
griego
lanzado
por
las
catapultas
abrasaba
el
rostro
del
espectador;
se
oían
los
huesos
crujir
y la
carne
rasgarse.
El
avance
de
los
efectos
especiales
lograba
que
los
clásicos
del
'peplum'
palidecieran
ante
la
perfecta
reconstrucción
histórica.
Los
protagonistas
aparecían
sucios
y
desastrados.
Los
campos
se
teñían
de
sangre.
¿Quién
iba
a
creerse
ya a
Charlton
Heston
con
su
impoluto
peinado
en 'Ben-Hur'?
¿No
resulta
ridículo
Kirk
Douglas
con
falditas
en 'Espartaco'?
Atentados
de
Casablanca
'Alejandro
Magno'
llega
este
miércoles
a
las
salas
americanas
con
la
caja
registradora
todavía
sonando
gracias
a
las
entradas
de
'Troya',
otra
superproducción
de
150
millones
de
dólares
con
coartada
histórica.
Su
director,
Oliver
Stone,
asegura
que
revisita
rigurosamente
la
epopeya
de
un
conquistador
que
con
apenas
veinticinco
años
extendía
sus
dominios
por
el
90%
del
mundo
conocido
en
aquella
época.
Pero
el
público
no
ansía
una
reconstrucción
fiel
a
los
libros
de
Historia,
sino
un
espectáculo
donde
luzca
hasta
el
último
dólar
de
los
200
millones
que,
según
algunas
fuentes,
el
autor
de 'Platoon'
ha
fundido
en
Marruecos.
El
irlandés
Colin
Farrell
en
la
piel
de
Alejandro
Magno,
Angelina
Jolie,
Val
Kilmer,
Jared
Leto,
Rosario
Dawson
y
Anthony
Hopkins
protagonizan
la
cinta,
que
se
estrenará
en
España
el 5
de
enero.
Las
peripecias
del
guerrero
ya
habían
sido
llevadas
a la
gran
pantalla
en
los
años
50
con
otro
borracho
eminente
de
protagonista,
Richard
Burton.
El
director
de 'Moulin
Rouge',
Baz
Luhrman,
también
prepara
su
propia
versión
con
Leonardo
DiCaprio
empuñando
la
espada.
Los
sangrientos
atentados
de
Casablanca
en
2003
obligaron
a
Luhrman
a
desbaratar
los
'sets'
de
rodaje
construidos
en
Marruecos
y a
trasladarlos
a
Australia.
Sin
embargo,
Oliver
Stone
no
sufrió
ningún
contratiempo
en
el
país
y la
Warner
puede
estrenar
el
filme
antes
de
fin
de
año
para
competir
en
los
Oscar.
DiCaprio
deberá
esperar
hasta
2006
para
verse
en
los
cines
con
sandalias.
Una
selva
regada
El
rodaje
de
'Alejandro
Magno'
comenzó
en
Marruecos
en
septiembre
de
2003
y
prosiguió
en
India,
Londres,
Tailandia
y el
Himalaya.
Stone
no
escatimó
elefantes
ni
extras
en
las
escenas
de
masas,
multiplicados
hasta
el
infinito
gracias
al
ordenador.
Acotó
doce
kilómetros
cuadrados
de
desierto
para
filmar
la
batalla
de
Gaugamela
y
dispuso
de
un
campamento
del
Ejército
marroquí
con
centenares
de
soldados
a su
servicio
por
cortesía
del
rey
Mohamed
VI.
El
incansable
director
de
'Asesinos
natos'
llegó
a la
selva
tailandesa
de
Phu
Kae,
al
norte
de
Bangkok,
y se
la
encontró
en
temporada
seca.
No
se
le
ocurrió
nada
mejor
que
regarla
a
diario
durante
tres
meses.
La
precisión
histórica
también
afectó
a
los
decorados,
el
atrezzo
y el
vestuario.
2.000
escudos,
otras
tantas
espadas,
9.000
flechas
Los
actores
sufrieron
durante
un
mes
para
aprender
a
manejar
las
armas
de
la
época:
arcos,
hondas,
jabalinas
y 'sarissas',
peligrosas
lanzas
de
tres
metros
de
largo.
Farrell
se
lo
tomó
tan
en
serio
que
durmió
durante
todo
el
rodaje
marroquí
en
una
tienda
de
campaña
junto
al
capitán
Dale
Dye,
el
experto
militar
que
sirve
de
fiel
colaborador
a
Stone.
Un
requisito
fundamental
para
mostrar
soldados
macedonios
creíbles
era
montar
a
caballo
sin
silla.
Y
ahí
intervino
el
entrenador
español
Ricardo
Cruz
y su
equipo
de
jinetes.
En
resumen,
Oliver
Stone
ya
tiene
su
particular
'Apocalypse
Now'.
Y,
una
vez
más,
se
propone
hacer
historia. |