Unas
140
tumbas
de
diferentes
épocas
"han
convertido
a
Lorca
en el
yacimiento
arqueológico
más
importante
de la
Región",
aseguró
hoy el
jefe
del
Servicio
de
Patrimonio
Artístico,
Ángel
Iniesta,
ya
que,
aunque
en
Cartagena
y
Murcia
se han
encontrado
importantes
restos
arqueológicos,
éstos
datan
de una
única
época,
mientras
que
los de
Lorca
abarcan
un
periodo
de
5.000
años,
desde
el
Calcolítico
hasta
el
siglo
XVI.
La
secuencia
histórica
estudiada
va
desde
la
Prehistoria,
en
concreto
desde
el
Calcolítico
(Edad
del
Cobre),
en
el
que
la
zona
empezó
a
ser
frecuentada,
hasta
la
Época
Moderna
con
la
aparición
de
algunas
dependencias
del
Convento
de
Santa
Ana
y
Santa
Magdalena
(actualmente
conocido
como
las Clarisas),
que
se
instaló
en
el
lugar
en
el
siglo
XVI.
El
director
general
de
Cultura,
José
Miguel
Noguera,
aclaró
que
estas
excavaciones
se
llevaron
a
cabo
porque
la
promotora
que
compró
el
solar
pretendía
edificar
encima,
pero
antes
hay
que
salvaguardar
los
restos
arqueológicos
encontrados.
En
este
sentido,
la
excavación,
que
finalmente
ha
durado
seis
meses,
ha
sido
promovida
por
la
dirección
general
de
Cultura
y la
empresa
promotora
dueña
del
solar
'Pedro
Alfonso
Mulero
Sánchez
y
otros
S.L',
que
son
los
que
corrieron
con
los
costes
de
la
excavación,
mientras
que
la
dirección
general
de
Cultura
se
encargó
de
la
restauración
de
los
materiales
recuperados,
así
como
de
la
extracción
de
los
hallazgos.
El
director
de
las
excavaciones,
Juan
Antonio
Ramírez,
explicó
que
el
solar
donde
se
han
realizado
las
excavaciones
cuenta
con
unos
220
metros
cuadrados,
de
los
que
se
dejó
una
zona
de
reserva
sin
excavar
porque
los
muros
eran
muy
antiguos
y
pertenecían
al
anterior
monasterio
de
las
Clarisas,
por
lo
que
se
excavó
aproximadamente
unos
145
metros
cuadrados.
De
los
hallazgos
recuperados
destaca
el
importante
conjunto
de
enterramientos
de
la
época
islámica,
donde
se
encontraron
restos
de
80
individuos
distribuidos
en
dos
niveles
y
que
estaba
organizado
en
varios
panteones
familiares.
Estas
sepulturas,
que
se
encontraban
en
buen
estado
de
conservación,
fueron
extraídas
y
trasladadas
al
Museo
Arqueológico
Municipal
de
cara
a su
futura
restauración
y
presentación
al
público,
explicó
Ramírez.
CEMENTERIO
ISLÁMICO
En
concreto,
se
ha
trasladado
un
túmulo
escalonado
realizado
en
piedra
que
coronaba
uno
de
los
enterramientos
y
otra
sepultura
con
una
cubierta
de
yeso
en
forma
de
arco
de
herradura.
El
cementerio
islámico
estuvo
en
uso
desde
el
siglo
XI
hasta
la
segunda
mitad
del
siglo
XIII,
en
que
fue
abandonado
tras
la
conquista
castellana.
De
la
época
romana
se
localizaron
ocho
inhumaciones
depositadas
en
decúbito
supino,
que
se
fecharon
en
la
época
Altoimperial
(siglo
I-II
d.C)
por
la
aparición
de
monedas
de
Segóbriga
en
una
de
ellas.
Estos
hallazgos
son
testimonio
de
la
proximidad
de
la
vía
romana,
en
cuyos
márgenes,
junto
a
los
accesos
a la
ciudad,
se
desarrollaría
la
necrópolis,
continuó
Ramírez.
De
igual
manera,
la
necrópolis
romana
se
superpuso
sobre
la
ibérica
de
la
que
se
excavaron
51
incineraciones
con
sus
ajuares
funerarios
de
notable
riqueza
y
que
revelan
una
ocupación
desde
el
siglo
V
antes
de
Cristo
hasta
el
siglo
III
antes
de
Cristo.
Ramírez
explicó
que
el
ritual
de
enterramiento
ibérico
contemplaba
la
incineración
del
cadáver
y la
deposición
de
las
cenizas
en
amplias
fosas
excavadas
en
el
suelo,
acompañadas
por
diversos
elementos
de
ajuar
funerario.
Sobre
las
fosas,
en
los
casos
más
destacados,
se
disponían
empedrados
tumulares
con
cubierta
prismática
de
adobe.
Entre
estos
empedrados
merece
especial
mención
un
tipo
poco
frecuente
realizado
con
cantos
rodados,
mientras
que
entre
los
ajuares
hay
algunas
urnas
cinerarias
en
excelente
estado
de
conservación,
armamento
de
hierro
(falcatas
y
puntas
de
lanza),
objetos
de
adorno
y
cerámicas
de
lujo
importadas,
entre
ellas
varios
vasos
griegos
de
figuras
rojas.
HALLAZGO
DE
UN
CARRO
Pero
todos
coinciden
en
que
el
hallazgo
más
destacado
corresponde
a
los
elementos
de
hierro
de
un
carro
que,
doblado
y
deformado,
fue
incluido
en
una
de
las
sepulturas.
De
este
vehículo,
se
conserva
parte
de
su
estructura,
de
las
dos
ruedas
y un
elevado
número
de
remaches
y
otros
elementos,
por
lo
que
se
podrá
realizar
un
completo
estudio
del
mismo
vinculado
al
proceso
de
restauración.
Las
ruedas
están
formadas
por
una
llanta
de
hierro,
un
grueso
travesaño,
y
una
traviesa
también
de
hierro
de
sección
plana
claveteado
con
remaches
al
armazón
de
madera,
y la
importancia
del
hallazgo
reside
en
que
es
muy
raro
encontrar
carros
en
las
sepulturas,
ya
que
el
hierro
era
muy
caro
y
escaso.
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