Troya
es una
súper
producción
de
Hollywood,
de las
de
ahora
y con
todo
lo que
esto
quiere
decir.
Veamos:
500
obreros
malteses,
200
artesanos
ingleses,
mil
200
extras
de
diversas
nacionalidades,
4 mil
cactus
(de
diversas
especies)
desenterrados
bajo
el ojo
vigilante
de los
botánicos,
200
toneladas
de
yeso y
la
protección
rigurosa
de las
tortugas
mexicanas
en
vías
de
extinción
(no
por
culpa
de los
condenados
de la
tierra
de
nuestro
país,
que se
ríen a
carcajadas
cuando
oyen a
Chente
hablar,
sin
sentir
vergüenza
del
auge
mexicano,
de los
cientos
de
miles
de
oportunidades
de
trabajo
que él
[solito]
proporciona),
para
evitar
que
los
fogosos
griegos
y
troyanos
aplasten
a los
guerreros
todos
sabemos
que
son de
mentiritas
y les
basta
con
hacer
bola
para
que
Hollywood
se dé
lujos.
La
película
es ante
todo
esto, es
decir,
un
recuento
de los
sucesos
que se
suponen
"directos"
de La
Iliada
en
megaproyecto
y según
Hollywood
(no
puedo
decir un
proyecto
del
germano
Wolfgang
Peterson,
que es
apenas
otro
trabajador
más),
bien
pagado.
La única
cualidad
palpable
de este
asunto
es que
Peterson
consigue
el único
éxito
posible:
hacer un
peplum
, que
era como
se
llamaba
a las
películas
italianas
de fines
de los
50 y los
60
hechas
para
competir
en el
mercado.
El
género
peplum
era
dedicado
a las
cintas
italianas
sobre
gladiadores,
pero
desapareció
a fines
de los
60 por
el
spaghetti
western
que hizo
estrella
a Clint
Eastwood.
Troya
(Troy
) es un
peplum
kitsch
de casi
tres
horas
(dos
horas 45
minutos
para ser
exacto),
cuando
en
Cannes
se ha
exhibido
fuera de
concurso
con
duración
de 2
horas y
20
minutos.
De
hecho,
la
película
no es
para los
profesores
grecolatinos
que
enseñan
griego
ni para
los
fanáticos
de Brad
Pitt (Hollywood
no se
mide) ni
aun
filmando
en Baja
California,
en
Rosarito,
donde
está el
tanque
construido
por la
Fox para
Titanic
.
Pitt no
es un
dios ni
un
semidiós
o más
bien un
invencible
superhéroe
a la
gringa
que goza
Mykonos.
También
aparecen
celtas
de
cabellos
largos y
por lo
tanto
los
griegos
hablan
con
acento
escocés
y por
ahí anda
también
un
japonés
cargado
de
esteroides
y con
aspecto
de
habitar
en
Miami.
No sé,
pero es
muy
posible
que
Estados
Unidos
haya
mutado
ya por
formar
parte
del
celebérrimo
eje del
mal que,
a fuerza
de
mencionarlo,
se ha
nacionalizado
miamiano.
Para
confirmarlo
se diría
que
todas
las
batallas
y
muertes
en los
inmensos
campos
(de pura
ilusión),
siempre
son
vistas
por lo
menos al
principio
y al
final de
la toma
a lo
mejor
nuestros
procuradores
ya
descubrieron
no el
punto de
vista de
Los
últimos
días de
Pompeya
y llevan
en sus
portafolios
los
documentos
de su
inteligencia
(?). En
fin,
nada es
mejor
que el
punto de
vista
del
bombardero
B52.
Recordemos
los
hechos:
el joven
y
barbilindo
Paris,
joven
príncipe
de Troya
con
monísimos
rizos,
le roba
la
fémina
Elena a
Menelao
durante
un paseo
en el
reino de
Micenas.
Menelao
calienta
al
ambicioso
con
sueños
de
imperialista
como
Agamenón
(que
también
desea a
la
ingrata).
Digamos
que para
Agamenón
es el
mejor
pretexto
y el
bocado
perfecto
que
codicia:
resulta
que
Troya es
el único
reino
rebelde
que se
opone a
su
ambición.
Es bueno
aclarar
que el
otro
personaje
importante
es
Aquiles
y el más
popular
de los
guerreros,
considerado
un
semidiós.
Mientras
tanto,
aparece
un
sustituto
ideal
para
Aquiles
que
coquetea
con los
troyanos.
Su
contraparte
es Eric
Bana,
nada
menos
que
Hulk
ya como
héroe
fílmico.
La
película
es
globalmente
grotesca,
pero
tiene
cierto
interés
en sus
detalles,
sobre
todo en
el caso
de los
actores.
Algunos
se ven
flácidos
y sobre
todo en
silencio,
porque
en
cuanto
se
mueven o
se toman
en serio
se ven
bien. Es
el caso
de lo
que
queda de
Julie
Christie
y Peter
O`Toole.
Del
guionista
David
Benioff,
cuesta
trabajo
creer
que sea
el mismo
de La
hora 25
; luego
se da
uno
cuenta
de que
es sin
duda su
mano la
que
ejerce
cuando
vemos a
Aquiles
como
mercenario.
Claro
que
luego
todo se
explica
por el
hecho
libidinal
y por lo
tanto el
problema
no es
una
cuestión
de
intereses
y
ambiciones
política
Ver una
película
como
ésta en
2004
tiene
ecos
diferentes.
Basta
leer el
periódico
que sea
para
comprender
que en
las
cabezas
decapitadas,
la toma
de la
ciudad,
la
voluntad
de
humillar
al otro
y las
ilusiones
ópticas
se
encuentran
resonancias
de hoy:
por
ejemplo
Rumsfeld,
Condoleezza
Rice,
Colin
Powell,
Tony
Blair,
George
W. Bush
y
quienes
los
acompañan.
Esto da
al filme
su
efímera
razón de
ser. |