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22/05/2004

Roberto Palmitesta D. ● www.analitica.com

El retorno de las epopeyas históricas
La época más fértil para la epopeyas históricas fue en la segunda posguerra, cuando una Hollywood repotenciada pudo realizar sus producciones más importantes en el género histórico. En los años 50 salieron de allí espectaculares cintas con fondo histórico (por ej. Quo Vadis, El manto sagrado y Ben-Hur ), entre otras epopeyas de alto nivel de calidad, algunas de las cuales están siendo reeditadas este año aprovechando los recursos tecnológicos de que disponen hoy día los estudios para los efectos especiales. Nos referimos a tres títulos que pronto veremos en nuestras pantallas: Alejandro, Troya y Espartaco , costosos remakes de películas que causaron sensación en sus versiones originales por su gran realismo y espectacularidad.

Precoz forjador de un imperio

Alejandro Magno ha sido considerado siempre un personaje heroico por su formidable logro, al construir en apenas diez años el imperio más grande de la era griega, tres siglos antes de que el poderío romano dominara el escenario de Europa y el mediano oriente. De este modo Alejandro, con su juventud y coraje, es un héroe ideal para ser apropiado por Hollywood, ya que sus hazañas son bien conocidas y su muerte prematura es ideal para darle un toque de tragedia al relato de su azarosa vida. En 1956, el director Robert Rossen, recordado por el filme Decepción (All the king’s men), fue el encargado de realizar la biografía fílmica, Alejandro el grande, donde tuvo la suerte de contar con estrellas consagradas como Richard Burton y Fredric March en los papeles del conquistador y su padre Felipe, mientras la francesa Danielle Darrieux interpretaba a Olimpia, la dominante madre del joven monarca.

El tema se prestaba para un lujoso remake de ese filme, integrando ahora en el guión ciertos aspectos que no fueron tratados adecuadamente en la primera versión –por la estricta censura de la época- tales como la latente homosexualidad de Alejandro y el uso de sus uniones con princesas locales para congraciarse con las culturas asiáticas dominadas por su ejército. El candidato escogido para dirigir esta epopeya fue Oliver Stone, ya acostumbrado a reconstrucciones históricas ( JFK, Nacido el 4 de julio y Nixon) , y con cierta experiencia en escenas de batallas (Pelotón y Salvador). Su fama y talento le hicieron disponer de un sustancioso presupuesto –nada menos que $150 millones- lo cual le permitió filmar en escenarios adecuados de Marruecos y Egipto para las secuencias del mediano oriente, y en Tailandia para las peripecias en los territorios afganos e indios. Para el papel de Alejandro escogió al irlandés Colin Farell (héroe de S.W.A.T. y Daredevil), mientras Val Kilmer interpreta a su padre y la sensual Angelina Jolie se presta admirablemente –con su aire de femme fatale- para encarnar a la intrigante Olimpia.

Mientras Stone realizaba la superproducción en Marruecos en 2003, ocurrió el sangriento ataque terrorista en Casablanca, pero si bien este hecho desanimó al director australiano Baz Luhrmann (el de Moulin Rouge), quien tenía un proyecto competidor sobre Alejandro que se filmaría en ese país (con Leonardo DiCaprio y Nicole Kidman), Stone no se acobardó y mudó los escenarios para el interior, en Marrakesh, completando su producción a tiempo, gracias a la cooperación que le concedió el reino marroquí en materia de efectivos militares que sirvieron de combatientes en las batallas. Por su parte, Luhrmann había mudado la filmación para Australia, donde estaría más seguro (y más a gusto, al igual que su paisana Nicole), pero al ver que Stone estaba muy adelantado, sus productores le retiraron el apoyo financiero. Es una lástima, ya que DiCaprio hubiera sido un excelente Alejandro, con su aspecto más juvenil y mediterráneo que Farrell. Otro gran director, Martín Scorsese, también tenía en proyecto a la biografía fílmica de Alejandro, pero se desanimó al ver la fuerte competencia que tendría en el filme de Oliver Stone, quien ganó así “la batalla de los Alejandros” con esta costosa producción que se estrenará a mediados de mayo en EE.UU.

La Ilíada nuevamente en la pantalla

Otro filme histórico que fue una sensación en su época por su espectacularidad fue Helena de Troya, que contó en 1956 con un presupuesto generoso y la dirección del laureado Robert Wise (realizador de West Side Story y La novicia Rebelde). Filmada totalmente en los estudios de Cinecittá en Roma, esa producción contó con la bella actriz Rossana Podestá, entonces muy de moda, en el papel de la mujer que provocó la sonada guerra, mientras que Jacques Sernas y Stanley Baker interpretaron personajes clave como Paris y Aquiles. El filme trató de ceñirse a la Ilíada de Homero, pero se vio obligada a enfatizar el aspecto romántico, muy subestimado en el intricado texto homérico, donde abundan demasiados aspectos guerreros y mitológicos.

No hay duda que el relato de un romance adúltero entre la reina de Esparta y un príncipe troyano, con la consecuente guerra de diez años de los griegos para recuperarla, se prestaba admirablemente para una nueva versión, por lo cual la Warner Brothers –que también había producido la cinta de Wise- invirtió gustosamente unos $100 millones en el proyecto.

El remake se le encargó al director alemán Wolfgang Petersen, cuyo talento para manejar escenas espectaculares fue ampliamente probada en La historia sin fin, Air Force One y La tormenta perfecta. Las costas vírgenes de Baja California, en el norte de México, fueron ideales para la reconstrucción de la fortaleza de Troya y su asedio. (Muy cerca se había realizado antes otra superproducción, Titanic). La isla mediterránea de Malta complementó los escenarios naturales, escogidos después de que Venezuela fuera descartada por su turbulencia política. Para mostrar el millar de naves que salieron al rescate de Helena, sin recargar mucho el presupuesto, se utilizó extensamente la técnica de animación computarizada, logrando más realismo que en la primera versión, donde utilizaron fondos pintados y superpuestos.

Había que poner a algunas luminarias en los papeles clave, pero mientras Aquiles y Paris fueron encarnados por dos estrellas del momento, Brad Pitt y Orlando Bloom (el Legolas de El señor de los anillos), el papel de Helena le fue confiado por Petersen a su paisana Diane Kruger, una bella rubia novata, en vista de que el guión hace más énfasis en los aspectos bélicos y no al personaje de Helena, a diferencia de la versión original. Como atractivo adicional, el reparto se complementó con dos nombres muy conocidos en papeles clave, los veteranos británicos Peter O’Toole y Julie Christie, que interpretan los ancianos monarcas de Troya. La nueva versión se estrenó en mayo en el Festival de Cannes, y a pesar de que Troya es una película bien hecha y cautivante, en opinión de los entendidos no fue capaz de superar en calidad a la elegante y recordada obra de Robert Wise, aunque contó con recursos muy superiores. En efecto costó más de $200 millones, mientras la primera versión no pasó de

$6 millones, que se convertirían en unos $ 90 con la inflación habida desde entonces. Pero al menos la versión actual contó con las computadoras para generar miles de guerreros griegos y troyanos. Ya las noticias reportan que se convirtió en un blockbuster de taquilla, así que la inversión inicial seguramente se pagará en pocos meses.

Compitiendo con una epopeya inmejorable

Otra cinta espectacular que difícilmente superará a la original es la serie televisiva Espartaco, máxime cuando se considera que el director de la versión fílmica fue el mítico Stanley Kubrick, ciertamente el cineasta norteamericano más original y talentoso del último medio siglo. La versión de 1960, que se retransmite a menudo en la televisión por cable, contó con un guión inteligente de Dalton Trumbo, basado en la novela de Howard Fast, marcando el retorno de estos escritores izquierdistas a la palestra, después de que fueron discriminados en la era macartista. Un elenco de lujo, con actores de la talla de Kirk Douglas, Laurence Olivier. Jean Simmons, Peter Ustinov, Tony Curtis y Charles Laughton, junto con el formato de alta definición (65mm) con que fue filmado y exhibido, hizo mucho por darle a la cinta una calidad y una categoría especial, y todavía el Espartaco de Kubrick se considera como la mejor epopeya histórica producida totalmente en los estudios de Hollywood.

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