La
causa
habría
sido el
'peaje'
que
Troya
cobraba
en los
Dardanelos,
y no por
culpa de
Helena.
Nadie
fue
nunca a
la
guerra a
causa de
una
mujer,
al menos
ajena.
Aquiles
sólo es
un
personaje
de La
Ilíada.
Y pese a
sus
bíceps
bien
torneados,
el
afeitadísimo
Brad
Pitt no
es 'el
del
velludo
pecho'
que
describe
Homero.
Pero sí
es
cierto
que
Troya
existió,
y que
fue
destruida
por un
incendio,
por
guerreros
de
varios
pueblos
que
llegaron
en naves
similares
a las
que
muestra
la
película
Troya.
Aunque
no
tantas,
ni tan
prolijamente
desplegadas
sobre el
mar Egeo
como lo
logró
Hollywood
con 175
millones
de
dólares.
Empecemos
por
Homero.
No se
sabe si
realmente
existió,
o si La
Ilíada
fue
escrita
por
varios
autores.
Lo más
probable
es que,
si fue
Homero,
haya
vivido
en el
siglo
VIII
a.C., en
lo que
es hoy
la
Turquía
asiática.
Homero
fue un
aedo, un
poeta
que
recibió
'ciclos
orales
—conjuntos
de
tradiciones
y mitos—
que se
trasladaron
a través
de
generaciones
de
aedos',
explica
el
doctor
Hugo
Zurutuza,
titular
de
Historia
Antigua
de la
Facultad
de
Filosofía
y Letras
de la
Universidad
de
Buenos
Aires.
Y lo que
cuenta
Homero
en La
Ilíada,
hoy se
sabe que
tiene un
trasfondo
de
verdad.
Con
menor
grado de
verosimilitud,
también
hay
elementos
históricos
en La
Odisea,
la otra
gran
obra
atribuida
a
Homero.
Sus
contemporáneos
nunca
dudaron
de que
fuera
cierto,
pese a
que en
su
relato,
troyanos
y aqueos
van
ganando
o
perdiendo
según
los
caprichos
de los
dioses
del
Olimpo.
En ese
sentido,
la
película
es más
'realista':
los
dioses
tienen
sus
templos,
pero no
integran
el
casting.
Con el
paso del
tiempo,
la obra
se
estabilizó
como una
ficción.
Hasta
que
entre
1870 y
1871, el
comerciante
alemán
Heinrich
Schliemann
viajó a
Turquía
y,
siguiendo
los
datos
que dio
Homero,
encontró
las
ruinas
de Troya
en la
colina
de
Hissarlik.
Su
verdadero
nombre
era
Ilión,
como
también
la llama
Homero.
Schliemann
halló
nueve
ciudades,
reconstruidas
una
sobre la
otra. La
del
poema es
la
sexta,
cuyos
anchos
muros
guardan
la
huella
del
fuego.
El
conflicto
estalló,
entonces,
en el
siglo
XII
a.C., en
la Edad
de
Bronce.
No fue
por
culpa de
la bella
Helena,
por
supuesto;
que en
La
Ilíada
no
engaña a
su
esposo
Menelao,
rey de
Esparta,
con el
príncipe
troyano
Paris
—como
cuenta
la
película—,
sino que
es
raptada
por
éste. La
verdad
es que
eran los
últimos
tiempos
de la
Grecia
micénica,
conformada
por
pequeños
reinos,
cada uno
con una
ciudadela:
un
palacio
fortificado,
templos,
tumbas,
edificios
burocráticos.
En esa
sociedad
había
además
una
aristocracia.
Y
campesinos
que
tributaban
al rey.
Zurutuza
señala
que 'la
sociedad
micénica
es
guerrera,
expansionista.
En el
palacio
hay un
comandante
en jefe
que
coordina
el
reclutamiento,
entre
servidores
que
obtienen
beneficios
en
tierras;
también
hay
levas de
campesinos.
Esa
sociedad
no
distingue
mucho el
comercio
de la
piratería.
La ida y
venida
de
mujeres
es parte
del
botín
—vacas,
mujeres,
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