Ha
tenido
que ser
uno de
los
iconos
del
celuloide
más
deseados,
me
refiero
al
apolíneo
Brad
Pitt,
quien
ponga de
moda a
los
clásicos,
tan
moderno
él. El
actor ya
cuarentón,
de voz
aterciopelada
que
modula
con
sabiduría,
ha
presentado
‘Troya,
una
película
que
rebasa
en
presupuesto
a la más
cara
hasta el
momento
y se
embarca
en un
tour de
force
con ‘Gladiator’,
la de
romanos
más
vista en
los
últimos
tiempos.
Así pues
con la
llegada
de esta
‘Troy’a
se ha
escuchado
con
agrado
como,
reiteradamente,
todos
los
protagonistas
de la
cinta
recién
estrenada
han
tenido
que
trabajarse
su
personaje
y para
ello han
tenido
que
leerse
detenidamente
la ‘Ilíada’,
del
inmortal
Homero.
Por su
parte,
Pitt ha
tenido
la
impagable
ayuda de
su
mujer,
Jennifer
Aniston,
de
origen
griego,
quien le
ha
puesto
al
corriente
de todo
lo
relativo
a esta
obra que
ella
bien
debe
conocer.
La
Ilíada,
obra
grandiosa
y de
estilo
solemne,
narra en
doce mil
versos
hexámetros
los
cincuenta
y un
días
finales
de la
lucha
que los
griegos
llevaron
durante
diez
años
para
conquistar
Troya,
Ilión,
situada
en Asia
Menor.
En ella,
dioses,
semidioses
y héroes
sufren,
se
entremezclan,
guerrean,
atraviesan
múltiples
vicisitudes,
son
abandonados
y
elegidos
por la
fortuna
y, en
medio de
este
fragor,
la
historia
de amor
apasionado
entre
Paris y
Helena
de
Troya,
casada
con el
rey
Menelao.
Para
los
interesados
en esta
historia,
cabe
recordar
también
La
guerra
de Troya,
de
Robert
Graves,
gran
escritor
británico
que
vivió y
murió en
la isla
de Palma
de
Mallorca,
gran
conocedor
del
mundo
clásico
griego y
romano.
El
cine,
tan
escaso
siempre
de
buenas
historias
y por
tanto,
buenos
guiones,
ha
encontrado
en
diferentes
épocas
un filón
en los
clásicos.
Historia
de la
decadencia
y caída
del
Imperio
Romano,
de
Edward
Gibbon,
es una
inmensa
obra, y
la
primera
en la
que su
autor,
un
erudito
ilustrado
admirador
y buen
conocedor
de la
historia
grecorromana,
aborda
el tema
que el
propio
título
indica.
Se
encontraba
Gibbon
en Roma
el 15 de
octubre
de 1774
en medio
de las
ruinas
del
Capitolio,
cuenta
él
mismo,
cuando
le
embargó
la
melancolía
meditando
sobre lo
que
había
significado
para la
civilización
occidental
aquella
hermosísima
ciudad y
de qué
manera
el
deterioro
de la
libertad
política
e
intelectual
de su
sociedad,
cuya
fuerza y
saber
gobernaron
el mundo
y le
alumbraron
como un
faro de
conocimiento,
cayó tan
bajo.
Entre
1776 y
1778,
Gibbon
escribió
esta
historia
en seis
volúmenes
que
causaron
un
profundo
impacto,
comprendiendo
desde el
año 180
en que
desapareció
el gran
emperador
filósofo
Marco
Aurelio
y con él
la era
de los
Antoninos,
hasta el
476 con
el
espectacular
derrumbe
del
Imperio
y la
invasión
de los
bárbaros.
La
historia
fue
llevada
al cine
con una
grandiosidad
inusitada
para la
época y
en papel
estelar,
una
actriz
de
máximo
esplendor,
Sofía
Loren.
También
fue
llevada
al cine
otra
obra
cumbre
de
nuestra
cultura,
la
Odisea,
una gran
novela
de
aventuras
escrita
también
por
Homero.
En este
caso,
Kirk
Douglas
interpretaba
a
Ulises,
Odiseus,
quien
despues
de la
destrucción
de
Troya,
emprende
el
regreso
a Ítaca,
su
patria,
donde su
esposa,
la fiel
Penélope,
le
espera
eludiendo
como
puede el
asedio
de los
ambiciosos
que
pretende
su mano,
a los
que
Ulises
castigará
duramente.
Pero
antes de
llegar a
casa,
muchas
aventuras
correrá
Odiseus
y deberá
sortear
con
astucia
e
inteligencia
no pocos
peligros.
Los
trabajos
de
Hércules,
Espartaco,
Quo
Vadis
son
algunas
de las
muchas
novelas
que nos
descubren
diferentes
aspectos
del
mundo
clásico,
y el
último
título,
en
particular,
el
surgir
del
cristianismo,
la
persecución
de sus
fieles
durante
el
gobierno
de
Nerón, y
el
nacimiento
de la
Iglesia.