en culturaclasica.com

en toda la Web

Practica el latín vivo (descargate las dos revistas en latín. formato pdf)

 

Chat en latín

 

Por su interés, culturaclasica.com reproduce este artículo

28/05/2004

EUGENIA RICO ● www.elmundo.es

Las termas de Oriente

BUDAPEST. Iniciados por los romanos y resucitados por los turcos, los centros termales regalan, a través del mágico poder del agua, el pasado y el presente de la siempre fascinante capital húngara.

Ahora que los húngaros ya son europeos es el momento de disfrutar sus baños turcos. Herencia de los doscientos años en que fueron asiáticos, durante la dominación turca, y de la más antigua época de la provincia romana. Los magníficos baños romanos, convertidos en ruinas por la caída del imperio y la llegada de los magiares, fueron resucitados por los odiados turcos y ahora son uno de los aspectos más encantadores y —a pesar de su promoción— más desconocidos de la nueva ciudad comunitaria.

El subsuelo de Budapest no sólo está lleno de Historia, sino de aguas termales, algunas como los baños de Gellert han sido promocionadas como recurso turístico, pero muchos de los más de cuarenta baños de Buda o de Pest son conocidos sólo por las gentes del lugar. Sirven tanto para curar el reuma como para encontrar novia, y son uno de los misterios que uno debe resolver por sí mismo en cuanto llegue a la capital húngara. La recompensa son cosas que nunca habías sabido ni de Budapest ni de ti mismo.

Comencemos por el principio y el principio debería ser Gellert, ese decadente palacio de 1918 lleno de ricos americanos y últimamente de alegres y ruidosos grupos de españoles. El precio, más de diez euros, mantiene a los húngaros alejados de uno de los baños más bellos de la ciudad, pero veremos a señoras y señores reumáticos, que acuden gracias a que todos los baños pueden ser gratuitos con una prescripción de la Seguridad Social. En Gellert hay un espacio para hombres y otro para mujeres, y uno puede hacerse dar masaje por una rolliza matrona en ropa interior y calcetines sobre las sandalias, que le sacará de la piel todo lo sucio que haya no sólo en su cuerpo sino también en el alma.

Hombres y mujeres con el consabido gorrito de plástico, como si estuvieran en una gran bañera, pueden disfrutar de la piscina con columnas. No es una piscina cualquiera. Es la piscina más bella del mundo, hasta que alguien me demuestre lo contrario. En un ambiente de art déco, nadamos entre las columnas que se describen en En brazos de la mujer madura. El sol cae como lanzas sobre el agua y por un momento creemos que somos inmortales... y entonces alguien nos empuja, habíamos olvidado que este paraíso es la piscina más turística de Budapest.

BAÑOS TURCOS. Siempre nos quedará Karoly . Karoly son unos auténticos baños turcos, originariamente construidos dentro del castillo desde donde gobernaban los turcos, con el objeto de que si Budapest era asediada los turcos pudieran continuar bañándose, algo mal visto por sus enemigos cristianos. Sus cúpulas nacen como hongos grises a los pies de la típica iglesia amarilla húngara. Como algo que no debiera estar allí, algo que vino de lejos y que ahora es uno de los secretos mejor guardados de Budapest.

O mejor dicho de Buda, a este lado del Danubio, en una calle lateral a la que se accede desde el río y su imponente vista del Parlamento, ese Parlamento que parece una catedral. Éstos no son unos baños turísticos, de modo que nadie habla una palabra de inglés. Es imprescindible, por tanto, tener un buen manejo de las manos para conseguir una entrada. En el patio encontraremos una antigua bañera de mosaicos que parece estar tirada en el claustro desde la caída del imperio romano, como probablemente es.

Grabados en bronce representando a guerreros turcos nos conducen a través de pasillos blancos poblados por matronas mucho más guapas que las de Gellert (estos húngaros se han guardado lo mejor para sí mismos) nos conducen hasta el Santa Sanctorum. Hoy es un día impar, un lunes, un miércoles o un viernes, y por tanto es el día de las mujeres, así que tenemos a dos beldades desnudas entre vapores sulfurosos bajo una cúpula de más de quinientos años. Aquí encontré las ancianas más bellas del mundo, bañándose en esta agua que huele como el infierno pero que puede llevarte al cielo.

Por los cristales de la cúpula se filtra un rayo de luz completamente sólido que golpea el agua. Es como bañarse en el interior de una catedral gótica, una catedral gótica llena de agua. Esa es la sensación. Karoly os hará sentir lo que debía ser rezar dentro del agua en el Medievo. Tras tanto recogimiento estamos obligados a visitar los más alegres baños de Buda, allí donde ni los más osados turistas se aventuran:los Baños de Lukacs, cerca de las ruinas romanas de Acquinquum. Son los únicos mixtos de nuestro recorrido y en ellos comprenderemos porqué la mezcla de sexos está prohibida en los otros.

Se dice que son frecuentados por viejos o actores, lo cierto es que están abarrotados como un pub inglés diez minutos antes del cierre. Da la impresión por la algarabía reinante de que de los caños de bronce que surgen de las cabezas de león debe, en efecto, de brotar cerveza, pero brota agua maloliente, como en nuestro baño místico de Karoly. Sólo que aquí nada es recogimiento. La modestia exige el uso del bañador y se ven los más modernos y atrevidos modelos. No hay un solo extranjero y sí muchas chicas y chicos guapos, junto con sexagenarias maquilladas dentro del agua como prima donnas y musculosos que parecen escapados del circo. Al cabo de pocos minutos está claro que nadie viene aquí por la salud, sino por el ligue.

Aprovechando que el agua está de bote en bote, un chico rubio con un bañador a rayas acorrala a dos muchachas morenas que dan grititos, se fingen enfadadas pero al poco rato una de ellas mueve las piernas animadamente por encima de las del afortunado galán. Más divertidos son los baños turcos, tan llenos como un autobús en hora punta pero con el añadido de toneladas de vapor y de piropos. Para conocer la alegría de los húngaros hay que venir aquí. Es una taberna de agua. Por fuera, sin embargo, es el balneario de la Montaña Mágica. Aquí está el Este tal y como lo habíamos imaginado antes de la caída del Muro, romántico y un poco enigmático, con viejas piedras y mucha, mucha, hiedra.

Pero como no hablamos húngaro y, aunque seamos viajeros, somos también turistas, tenemos que visitar el otro gran baño famoso de Budapest, el preferido de las turistas francesas: el refinado complejo termal de Szechenyi. En un día de verano, con las fuentes con estatuas y agua caliente, los laberintos de canales termales, las fuentes de piedra, todo es como un jardín de Versalles poblado de figuras semidesnudas.

Aquí puede gozarse con un poco de tiempo de la verdadera dolce vita de Budapest. Sólo necesitamos un poco de astucia, para no desanimarnos ante los turistas japoneses que dominan la entrada bizantina. Los grupos organizados lo colonizan, pero sus guías sólo les dejan estar una hora. Mucho menos de lo que hace falta para gozar de los encantos de este jardín de agua. Szechenyi es más misterioso y apreciado en invierno, pero nada puede compararse a la dulzura de un día de verano ganado entre sus aguas.

Current Date/Time 2

Enlaces relacionados

 
 


quienes somos| colaborar | publicidad | estadísticas | contactar | patrocinadores

©Agamador & Tiresias. Asociación cultural CULTURACLASICA.COM
asociacion@culturaclasica.com