¿Cómo
hacían
el amor
los
griegos?
¿y los
romanos?.
La
revista
divulgativa
Muy
Interesante,
regala,
con el
número
de Mayo,
un
suplemento
de 64
páginas
con
anécdotas
y datos
divertidos,
mitos y
curiosidades,
dentro
de la
serie ‘los
libros
de Muy’.
Como
muestra,
reproducimos
un par
de
pasajes
relativos
a la
prostitución
en el
mundo
greco-latino:
En
Grecia:
En el
siglo IV
a.C.,
surge la
figura
de la
hetaira
o
hetera,
la mujer
que hace
de la
práctica
del amor
un arte.
Se
trataba
de
amantes
de lujo
que eran
mantenidas
por
hombres
adinerados
con el
propósito
de poder
tener
sexo sin
el
proceso
formal
del
casamiento.
Una de
las más
famosas
fue
Friné,
la
inmortalizada
en el
mármol
por
Praxíteles
para la
estatua
de
Afrodita.
Nacida
en
Tespia,
Beocia,
esta
bella e
inteligente
mujer
pasó de
cuidar
cabras
en su
niñez a
deleitar
a los
atenienses
con un
espectáculo
erótico
que
podría
ser
considerado
como el
precedente
de las
actuales
sesiones
de
strip-tease.
En las
fiestas
de
Neptuno
se
situaba
en lo
más alto
del
templo
y, ante
todo un
pueblo
ávido y
excitado,
comenzaba
a bajar
la
escalinata
despojándose
de la
ropa,
prenda a
prenda.
Una vez
completamente
desnuda,
corría
hacia la
playa,
se
sumergía
en el
mar y
surgía
de las
aguas
como una
nueva
Afrodita
recogida
por las
olas.
Eutias,
un galán
que no
consiguió
sus
favores,
la acusó
de
realizar
una
sacrílega
parodia
de los
misterios
de la
diosa
Deméter,
delito
que se
castigaba
con la
muerte.
Friné se
libró
del
castigo
gracias
a la
intervención
de
Hipérides,
que
pidió a
los
jueces
que se
dignasen
a
contemplar
a la
acusada: “Comprenderéis,
¡oh,
jueces!,
que una
belleza
tan
sobrehumana
no puede
ser
impía.”
El
tribunal
aceptó y Friné
apareció
ante el
jurado
vistiendo
una
liviana
y
transparente
túnica.
Se dice
que
Hispérides
rasgó la
túnica
que
cubría a
la
hetaira
y
exclamó:
“¡Ved!,
¿No os
dolería
lanzar a
la
muerte a
la misma
diosa
Afrodita?”.
Lo que
vieron
tuvo que
ser muy
convincente.
Y en
Roma:
En la
época de
Trajano,
se
calcula
que en
Roma
había
más de
30.000
prostitutas
censadas
que
vivían
en las
afueras
de la
ciudad,
además
de las
busconas
no
fichadas.
En la
antigua
ciudad
de Roma,
las
mujeres
de vida
alegre
eran
clasificadas
en
distintas
categorías:
las
meretrices
eran las
que
estaban
registradas
en
listas
públicas;
las
prostibulae,
actuaban
de forma
clandestina
para no
pagar
impuestos;
las
ambulatarae
ejercían
el
servicio
putesco
en la
calle o
el
circo;
las
lupae
buscaban
clientes
bajos
los
arcos y
puentes
(de
donde
deriva
el
vocablo
‘fornicar’,
puesto
que
fornix
significa
en latín
‘arco,
bóveda’);
las
dorae
iban
siempre
desnudas
para
enseñar
la
mercancía;
las
bustuariae
trabajaban
en los
cementerios;
las
noctilidae
sólo
salían
por las
noches;
las
famosae
eran las
hijas de
gente
adinerada
convertidas
al
meretricio
y las
copae
se
podían
encontrar
en las
tabernas
y
posadas.
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