La
importancia
de un
género
que
revive
con
cintas
como
'Troya',
'El
rey
Arturo'
y
'Alejandro
Magno',
que se
estrenan
este
año.
La
soberana
de
Egipto,
Cleopatra,
llevaba
ya
muchos
siglos
bien
muerta
–se
había
suicidado,
al verse
prisionera
de los
romanos,
entregando
sus
carnes a
la
mordida
venenosa
de una
áspid–
cuando
los
estudios
de
Hollywood
decidieron
resucitarla
como si
se
tratara
de
cualquier
Frankenstein
faraónico.
Comenzaba
la
década
de los
sesenta
y las
producciones
épicas
aún
cautivaban
el
interés
del gran
público,
aunque
la
simpatía
por
estas
comenzaba
a
menguar.
La
fórmula
de la
monumental
puesta
en
escena,
las
grandes
batallas,
los
héroes
–gladiadores
o
soldados
de
sandalias
y
espada–
que
evocaban
el
imperio
romano,
y la
plétora
de
artistas-extras
en
escena,
empezaba
a
debilitarse.
Era algo
difícil
de creer
después
del
arrasador
éxito
que
había
tenido
una de
las
obras
cumbre
del
género:
Ben Hur
(1959),
de
William
Wyler,
protagonizada
por
Charlton
Heston y
ganadora
de once
premios
Oscar en
1960.
Sin
embargo,
el
apogeo
de lo
épico se
aproximaba
a su no
muy
happy
ending.
La
culpa,
en buena
parte,
la tuvo
la
resucitada
‘Cleo’.
Ella le
dio un
puntillazo
mortal a
un
género
que
había
nacido
como
bofetada
en
respuesta
de los
estudios
norteamericanos
a su
principal
enemiga:
la
televisión
–que
empezaba
a
robarse
su
público–.
Los
chicos
listos
de la
industria
fílmica
se
armaron
de
nuevos
equipos:
las
cámaras
permitían
formatos
panorámicos
(gracias
al
cinemascope)
nunca
antes
vistos y
la
fidelidad
de la
banda de
sonido
sorprendía.
Buscaron
historias
que
pudieran
brillar
con
estos
adelantos
técnicos
y su
grito de
batalla
fue: ¡lo
épico!
Así,
durante
los años
cincuenta
y
comienzos
de los
sesenta,
resplandecieron
en las
pantallas
filmes
como The
Robe
(1953),
Los diez
mandamientos
(1956),
Ben Hur
(1959),
el gran
Espartaco
(1960)
de
Kubrick,
Rey de
reyes
(1961),
de
Nicholas
Ray; y
Lawrence
de
Arabia
(1962),
dirigida
por
David
Lean. Y
machos
‘galanes’
fílmicos
como
Richard
Burton,
Peter
O’Toole
o Kirk
Douglas.
Hasta
que
llegó
‘Cleo’
con su
áspid a
poner
punto
final a
la buena
racha.
Cleopatra
(1963),
pasaría
a la
historia
del cine
como una
de las
películas
más
caras y
desastrosas.
Desde el
inicio,
como
anotó el
fallecido
escritor
catalán
Terenci
Moix, en
el
diario
español
El
Mundo,
fue un
solo
error.
Solo
para
comenzar,
el
primer
director
del
filme,
Rouben
Mamoulian
(Dr.
Jekyll
and Mr.
Hyde)
inició
el
rodaje
de “las
cálidas
tierras
egipcias
en pleno
invierno
inglés”.
¡Habrase
visto!
Ante esa
infantil
equivocación
el
rodaje
se
encomendó
a Joseph
L.
Mankiewicz
(All
About
Eve),
quien,
en
contra
de la
voluntad
de la
Twentieth
Century
Fox,
quería
hacer un
filme
intimista.
Por su
parte
los
diarios
preferían
hablar
del
romance
entre
los
protagonistas,
Richard
Burton y
Liz
Taylor,
que de
la
película.
Y uno de
los
productores,
al ver
algunas
escenas
en que
la reina
egipcia
demuestra
su
superioridad
ante
Marco
Antonio,
dijo
furioso:
“Si una
mujer me
tratase
como
Cleopatra
trata a
Marco
Antonio,
le
arrearía
una
patada
en el
coño”.
El
resultado
final
fue una
irregular
película
de más
de cinco
horas
–eso
dura la
versión
del
director–
que
provocó
más
bostezos
que
aplausos.
Así que
la
verdadera
patada,
y en el
trasero,
al cine
épico,
la dio
Cleopatra;
ella
junto a
La caída
del
imperio
romano
(1964),
marcaron,
precisamente,
la
‘caída’
del
género,
uno
desgastado
y
carente
de
sorpresas.
Años
después
otros
filmes
(muy
lejos de
Roma)
evocaron
el
espíritu
de estas
epopeyas:
toda la
saga de
La
guerra
de las
galaxias,
Conan,
El
Bárbaro
(1982);
Danza
con
Lobos
(1990),
Corazon
valiente
(1995),
Gladiador
(1999) y
las tres
partes
de El
señor de
los
anillos.
Mientras,
otros
filmes
como Los
caballeros
de la
mesa
cuadrada
(1975),
se
mofaron
de este.
Sin
embargo,
para los
amantes
del
género
hay
buenas
noticias.
Con la
reciente
llegada
a las
pantallas
de Troya
(2004),
protagonizada
por Brad
Pitt, el
próximo
arribo
de
Alexander
(de
Oliver
Stone) y
Alexander
The
Great,
de Baz
Luhrman
(Moulin
Rouge!)
el cine
épico
parece
revivir.
Por
ahora no
hay
colapso
nervioso
en
Hollywood,
hasta el
momento
ningún
director
conocido
ha
anunciado
un
remake
sobre la
vida de
la reina
de
Egipto.
¿Se
atreverá
alguien? |