Practica el latín vivo (descargate las dos revistas en latín.
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Por su interés,
culturaclasica.com
reproduce este
artículo
28/03/
2004 |
Arturo
Pérez-Reverte/El
Semanal ●
capitanalatriste.com |
PATENTE
DE CORSO
Retorno
a Troya |
Nox
atra
cava
circumvolat
umbra.
Me
despierto
con esas
palabras
en la
cabeza,
como un
soniquete.
Latín,
claro.
Son
viejas
conocidas.
Me ducho
repitiéndolas.
Nox
atra
cava,
etcétera.
Don
Antonio
Gil, mi
profesor
del
asunto,
me las
hizo
traducir
hace más
de
treinta
años:
La
noche
negra
nos
rodea
con su
envolvente
sombra.
Cojo la
toalla.
De
pronto
me
detengo,
mirando
en el
espejo
el
careto
de un
fulano
que ya
en nada
se
parece
al
muchacho
que
traducía
a
Virgilio.
Envolvente
por
cava
suena
raro:
envolvente
sombra.
¿Es
posible
que lo
recuerde
mal? ¿O
que la
traducción
que hice
entonces
no fuera
buena?
Nox
atra
cava
circumvolat
umbra.
Toda la
vida
recordándolo
así, y
ahora
dudo.
Siempre
fue mi
fragmento
favorito,
el verso
360,
cuando
Eneas y
sus
compañeros,
sabiendo
que
Troya
está
perdida,
deciden
morir
peleando;
y como
lobos
desesperados
caminan
hacia el
centro
de la
ciudad
en
llamas,
no sin
que
antes
Eneas
pronuncie
ese
Una
salus
victus
nulam
sperar
salutem
que
tanto
marcaría
mi vida,
mi
trabajo,
las
novelas
que aún
no sabía
que iba
a
escribir:
La
única
salvación
para los
vencidos
es no
esperar
salvación
alguna.
Cava
umbra.
El
enigma
me anima
el día.
Con los
dedos
hormigueantes
voy a la
biblioteca,
donde el
viejo
diccionario
Spes,
maltrecho
pero
fiel, me
recuerda
que
cavo,
transitivo
de la
primera,
significa
cavar,
vaciar,
ahuecar,
horadar,
ahondar.
Envolver,
ni por
el
forro.
Estoy
perplejo.
Don
Antonio
Gil
–tres
años de
latín en
el
instituto
después
de que
me
expulsaran
de los
maristas–
era un
catedrático
joven y
comprensivo,
pero
también
muy
riguroso.
Nunca me
habría
dejado
pasar
una
alegría,
pienso.
¿Y si
toda mi
vida lo
he
recordado
mal?
Consulto
otras
traducciones.
La que
tengo
más a
mano
simplifica:
rodeados
por las
tinieblas
de la
noche.
No me
vale.
Recurramos
al
canon.
Acudo a
los
estantes
de la
biblioteca
clásica
Gredos.
Volumen
166. Lo
abro:
La
negra
noche
vuela en
derredor
ciñéndonos
en su
cóncava
sombra.
Recristo,
me digo.
Doctores
tiene la
materia,
pero lo
de volar
en
derredor
suena
pretencioso,
libérrimo
e
inexacto.
Aunque
lo de
cóncava,
la
verdad,
es más
literal
que
envolvente.
Sólo
literal,
ojo.
Pues lo
cóncavo,
si estás
dentro,
envuelve.
Y vista
la cosa
desde la
perspectiva
de los
guerreros
troyanos
que se
disponen
a morir
en la
oscuridad
de la
noche,
que ésta
sea
cóncava
o
convexa
se la
debe de
traer a
cada uno
de ellos
bastante
floja.
Lo que
se ven
es
envueltos,
claro.
La
imagen
no es
casual.
Caminan
envueltos
en la
noche
negra de
sus
vidas y
su
ciudad,
hacia la
muerte.
Me voy a
la parte
menos
accesible
de la
biblioteca,
desempolvo
cajas,
pilas de
viejos
libros
desencuadernados
y hechos
polvo. Y
al fin
me alzo
con el
botín:
mi
Ilíada,
mi
Odisea
y mi
Eneida
anotadas.
A.
P-R.
Preu
Letras.
Abro el
Virgilio:
Arma
virumque
cano.
Cuánto
tiempo,
pardiez.
Cuántos
años y
cuántas
cosas.
Con
emocionada
melancolía
paso los
dedos
por las
líneas
de los
hexámetros
virgilianos
con mis
trazos a
lápiz
marcando
cada
dáctilo,
espondeo
y
cesura,
y con la
traducción
anotada
a
bolígrafo
junto a
cada
verso. Y
ahí
está, en
el libro
II.
Nox atra
cava
circumvolat
umbra:
la noche
negra
nos
rodea
con su
envolvente
sombra.
No hay
duda. En
aquel
curso
1968-69,
don
Antonio
Gil dio
por
bueno el
envoltorio
que
dispuse
para los
guerreros
troyanos.
Sonrío,
evocador.
Luego
recuerdo
el
título
de un
ensayo
de don
Manuel
Alvar: .La
lengua
como
libertad.
Sonrío
más y me
recuesto
en la
silla,
pensando
que
tengo el
privilegio
de
poseer
una
lengua,
la
española,
que es
una
herramienta
eficaz y
maravillosa.
Y qué
profunda
–envolvente
y
cóncava–,
concluyo,
es la
deuda
con
quienes
me
ayudaron
a
conocer
sus
nobilísimas
claves y
a
utilizarla,
antes de
que
ministros
y
psicólogos
imbéciles
pasaran
a
cuchillo
la
formación
de los
jóvenes,
confundiendo
renovación
con
igualitarismo
educativo
–igualitario
por
abajo– y
desmemoria.
Y así
estoy,
sentado
con
Virgilio,
cuando
regresa
mi hija
de
clase,
ve el
libro y
charlamos
un rato
sobre
aqueos,
troyanos
y
peligrosos
caballos
de
madera
con
soldados
cubiertos
de
bronce
ocultos
en su
vientre.
Mi
vástaga
estudia
Historia
y
Arqueología,
pero en
su
facultad
–tiene
intríngulis
la cosa–
no puede
estudiar
latín ni
griego.
Debe
apañarse
con lo
que pudo
estudiar
en el
colegio
y
buscarse
la vida
por su
cuenta.
Ya lo
definió
Virgilio,
claro:
Nox
atra
cava
circumvolat
umbra.
A todos.
Hijos de
puta,
pienso,
cerrando
la
Eneida.
Hijos de
la gran
puta. |
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